La crisis económica venidera de Estados Unidos

El aumento de los precios. El creciente desempleo. Para millones de trabajadores de Estados Unidos, son tiempos difíciles—y se están haciendo aún más difíciles. Para aquellos que se encuentran sin trabajo y viven en la pobreza, los recortes en programas sociales de la década pasada han significado un creciente sufrimiento. 






En Estados Unidos, 3.5 millones de personas carecen de viviendas.

Photo: EPA/Larry W. Smith

Antes de que el Huracán Katrina destrozara el delta del Mississippi, los pronósticos económicos eran prometedores. Ahora la historia ha cambiado. 

“El Katrina elevó los índices de desempleo”, la AP informó el 7 de octubre. “Katrina contribuye a la caída de los gastos”, lee un titular del Washington Post del 1 de octubre. 

No hay duda de que la devastación causada por Katrina y el Huracán Rita se sentirá a través de la economía estadounidense. El Departamento de Trabajo de Estados Unidos ha estimado que 230.000 personas perdieron sus trabajos solamente a causa de Katrina (New York Times, 8 de oct.) Ese número puede crecer. Los cientos de miles que abandonaron la región a otras partes del país traerá como consecuencia una crisis de desempleo no regional—se sentirá en todas partes de Estados Unidos. 

Pero las debilidades de la economía de Estados Unidos expuesta por los huracanes no son el resultado de un desastre natural. Son síntomas de la economía capitalista, que se caracteriza por sus auges económicos seguidos por las crisis de sobreproducción. 

De hecho, la señal de los problemas de la economía estadounidense se podía ver en los meses que precedieron los huracanes de septiembre. El 22 de julio, el jefe del Banco de la Reserva Federal de EEUU Alan Greenspan alertó sobre “incertidumbres significantes” en la economía. 

El aumento de los precios energéticos

Una señal obvia de “incertidumbre” a la que se refería el banquero principal estadounidense es el aumento de los precios del petróleo y la gasolina. El precio de un barril crudo de petróleo ha aumentado desde un promedio de 31 dólares en 2003 a más de $70 dólares en septiembre. A diferencia de datos económicos que usualmente no se sienten en la realidad que viven día a día los trabajadores, el aumento de los precios de la gasolina—en algunos casos a más de tres dólares por galón—y el aumento inminente de los precios energéticos han sido sentidos por millones. 






Millones están pagando mas por gas. Los precios del petroleo han aumentado antes de las últimas recesiones en Estados Unidos.

Photo: Bill Hackwell

Este impacto va a ser sentido por más y más personas en varios aspectos. Como industria principal que es básica a muchas otras, el aumento de los precios energéticos tiene un efecto multiplicador que induce el aumento de precios en todos los sectores de la economía, desde bienes de consumo hasta servicios públicos.

¿Que está detrás del aumento de precios petroleros? Muchos observadores notan que la industria petrolera está entre las más centralizadas del mundo capitalista. La producción mundial y el refinamiento están concentrados en las manos de un pequeño grupo de corporaciones gigantes. El suministro está regulado por gobernantes comprometidos con Washington y Wall Street. El carácter monopolista de la producción petrolera bajo el capitalismo, conduce al aumento artificial de precios—aun tomando en cuenta los precios excesivos que surgen después de eventos como el Huracán Katrina.

La sobreproducción capitalista mundial 

Pero el establecimiento de precios por prácticas monopolistas no es la fuente del súbito aumento de precios petroleros. Lo que causa el aumento es el crecimiento masivo en la producción industrial mundial—especialmente en China, pero también en la India y otros países súper explotados. China es ahora el segundo consumidor de productos petroleros, después de los Estados Unidos. 

En la década pasada, la economía china ha crecido en un índice de entre 7 y 9 por ciento anual—un índice astronómico, comparado con el índice “normal” de crecimiento económico estadounidense de 2 a 3 por ciento. Un artículo del 24 de mayo de 2004 de la CNN mencionaba, “En los primeros tres meses del 2004, cuando la economía china crecía a un ritmo acelerado de 9.7 por ciento, la demanda de petróleo en China creció casi un millón de barriles diarios.

La producción industrial—el motor principal para el consumo de petróleo—creció más de 17 por ciento en 2004, según el Libro de Datos Mundiales de la CIA (CIA World Factbook).

Aunque el gobierno chino todavía conserva sus raíces en la revolución socialista de 1949, el sector principal de crecimiento de la economía china está íntimamente ligado a la economía capitalista mundial. Entre 1990 y 2001, la parte de las exportaciones totales de China como consecuencia de las inversiones extranjeras aumentó desde un 17 por ciento a un 51 por ciento (Chen Zhilong, “Dos Décadas de Utilizar FDI en China,” 2002, citado en el Monthly Review, Julio-Agosto 2004). Esa tendencia continúa en aumento. 

También se debe mencionar los otros vínculos profundos entre la economía china y la del mundo capitalista—el sector masivo de la economía china orientado a la exportación, o el tremendo acopio de bonos del Departamento de Tesoro de EEUU que son esencialmente pagarés que el gobierno estadounidense ha emitido a China.

En otras palabras: el aumento de precios petroleros es una reflexión del auge de la producción capitalista mundial. Dicho auge inevitablemente resulta en la sobreproducción—la producción de más bienes de los que se pueden vender por ganancias. Es un fenómeno únicamente capitalista. 

Un número de analistas burgueses se han referido a este hecho. “Nueve de las 10 recesiones en los Estados Unidos desde la Segunda Guerra Mundial fueron precedidas por un fuerte aumento de precios en el petróleo”, dijo James Hamilton, un profesor de economía de la Universidad de California, San Diego. (Financial Times, 26 de Agosto, 2005) Los auges preceden a las quiebras.

La ‘burbuja de la vivienda’

La subida de los precios petroleros no es la única seña de la crisis económica venidera. El aumento en los precios inmobiliarios—lo que Alan Greenspan llamó en junio “la espuma en algunos mercados locales”—es una indicación de especulación y sobreproducción en otro sector fundamental de la economía estadounidense.

El 5 de octubre, un artículo en el Business Week apuntó a dos señales de crisis inminente en el mercado de las viviendas. Primero, el número de casas sin vender alcanzó su nivel más elevado desde enero del 2000. Segundo, las viviendas “asequibles”—una medida diseñada para reflejar la habilidad que tienen las familias para comprar una casa—alcanzó su nivel más bajo desde septiembre de 1991. Estos dos factores son una señal certera de la sobreproducción. 

El sector inmobiliario de la economía, como el sector petrolero y energético, tiene particular importancia en la economía total. La disminución de construcción de casas se siente tanto en la construcción así también como en la producción de materiales básicos como madera y vidrio.

Bajo el capitalismo, la producción está basada en las ganancias, no en las necesidades sociales. Un informe del 2004 del Centro Nacional Legal sobre el Desamparo y la Pobreza estimó que existen 3.5 millones de personas sin hogar en un determinado año, y cerca de la mitad de ellos son niños. El impacto del Huracán Katrina y Rita ciertamente aumentará esa cifra para el 2005.

Sin embargo, la construcción de viviendas está basada en las ganancias. La Asociación Nacional de Agentes de Bienes Raíces estimó que el 23 por ciento de todos las casas que se compraron en 2004 fueron sólo para inversiones. Otro 13 por ciento fueron casas lujosas de vacaciones (San Francisco Chronicle, 7 de julio, 2005). Eso quiere decir que más de un tercio de todas las viviendas vendidas en el 2004 no fueron para satisfacer las necesidades humanas. 

La construcción de viviendas basada en las ganancias ha resultado en lo que se conoce como “la burbuja de la vivienda”—el aumento de precios más allá de los estándares esperados por la oferta y la demanda. Según el mismo artículo del Chronicle mencionado anteriormente, los precios de las viviendas en el primer trimestre del 2005 se elevaron súbitamente en un 12.5 por ciento para el año—mucho más allá del 3.1 por ciento del nivel de inflación.

Lejos de reflejar la demanda de viviendas, el auge de los precios inmobiliarios es el resultado de la intervención monetaria hecha por el Banco de la Reserva Federal de los EEUU. La baja tasa de interés en los últimos tres años ha tenido el efecto de dirigir las inversiones hacia el mercado inmobiliario con las expectativas de grandes ganancias. 

El New York Times del 4 de octubre incluyó un artículo insinuando un descenso venidero en el mercado inmobiliario. “Ejecutivos y directores en muchas de las compañías de desarrollo más grandes de la nación vendieron sus acciones a un nivel record este verano” reportó la escritora Julie Creswell.

“Especialistas del mercado frecuentemente ven la venta fuerte de acciones por parte de los miembros corporativos como un posible indicador que los precios de las acciones [ie. ganancias corporativas—Ed.] van hacia abajo. Algunos analistas dicen que la venta de acciones por parte de constructores de viviendas son evocadoras de un vaciamiento pesado de las acciones por parte de los ejecutivos de las compañías tecnológicas justo antes de la caída de la burbuja tecnológica en el 2000.” Esa venta marcó el comienzo de la ultima recesión en los Estados Unidos. 

“En ocasiones anteriores cuando hubo ventas tan altas por personas conocedoras de la materia, fueron seguidas por la caída de un 20 por ciento en el índice de las acciones de la construcción de viviendas”, citando Creswell a Mark A. Lopresti, un analista de Thompson Financial. 

El militarismo y la economía

Agravando estas señales de crisis venidera dentro del sector de la economía pro ganancias y basado en las mercancías, es la meta del proyecto político del imperialismo estadounidense de dominación mundial. Es imposible separar la economía capitalista del impulso de guerra estadounidense en el Medio Oriente y a través del mundo. 

Gastos inmensos en el complejo industrial-militar que envuelve enormes corporaciones capitalistas coordinadas por el Pentágono, fue un factor clave en rescatar al capitalismo de Estados Unidos de los destrozos de la Gran Depresión de los años 1930. Pero desde la guerra de Vietnam, los gastos militares han probado ser incapaces para actuar como una especie de estimulante, como lo fueron durante la Segunda Guerra Mundial. Aunque los gastos militares han contribuido a moderar el impacto de las bajas capitalistas, los ciclos de subidas y bajadas de la economía capitalista estadounidense han continuado sin pausa.

En un voto el 7 de octubre, el Senado estadounidense aprobó unánimemente un presupuesto de $445 mil millones para el Pentágono. Esto incluyó $50 mil millones extras para financiar la guerra en Irak, causando que el costo oficial de la guerra en Irak y Afganistán llegara hasta ahora a $350 mil millones de dólares (Reuters, 7 de oct.)

La vasta infusión de fondos en el sector militar de la economía ha sido grandemente financiado por préstamos del gobierno. La deuda federal estadounidense fue de $7.9 trillones en Septiembre, según un informe de la AP del 17 de sep. El déficit presupuestario para el año fiscal 2005 fue de $317 mil millones y se espera que crezca el próximo año. 

El sector militar de la economía tiene características que lo distingue del resto de la economía capitalista. Aunque ciertas partes de la producción militar entran en el mercado como mercancías, la vasta mayoría tiene como única función aumentar las reservas militares hasta que se destruyan en la guerra. Su valor principal es la de abrir nuevas partes del mercado mundial y recursos de explotación por parte de las corporaciones—cuyos intereses defiende el Pentágono. También sirve como una amenaza a rivales en cualquier parte del mundo—ya sea otros poderes imperialistas o países oprimidos que se atreven a desafiar los intereses de Estados Unidos.

Las actuales aventuras militares de EEUU en Irak están destinadas a asegurarse los vastos recursos petroleros en Irak y la dominación total del Medio Oriente—todo en la búsqueda sin fin de ganancias. Ese proyecto todavía no ha triunfado, y no pareciera posible a corto plazo, debido a la resistencia determinada del pueblo iraquí a la ocupación estadounidense. 

Crecientes señales de crisis

Las señales tempranas de la crisis económica venidera ya se están sintiendo. La inflación—el azote para la clase trabajadora, desgastando el poder adquisitivo de sus sueldos—está en aumento. El desempleo creció en una tasa oficial del 5.1 por ciento en septiembre—pero no incluye a los millones que se han quedado sin trabajo por más de seis meses. “Millones de trabajadores potenciales que dejaron de ser parte de la fuerza laboral durante la recesión cuatro años atrás, no han regresado como se había esperado y por lo tanto no son contados en las estadísticas oficiales de desempleo”, reportó la agencia de noticias AFX el 14 de julio.

La CNN/Money informó el 28 de septiembre, que el atraso en el pago de tarjetas de crédito llegó a su record más alto. 

Pero no todas las personas en Estados Unidos están sintiendo la crisis. Las 400 personas más ricas en Estados Unidos ahora poseen $1.13 trillones de dólares—un aumento del 12 por ciento en el año pasado (AFP, 23 sep. 2005). El número de millonarios alcanzó una cifra de 8.9 millones, o el 3 por ciento de la población estadounidense. (AFP, 28 de sep. 2005)

Ciertos sectores de la economía ya están en baja. El 8 de octubre, Delphi—el suministrador de piezas de autos más grande de Estados Unidos—solicitó la bancarrota, poniendo en peligro los trabajos y las pensiones de sus 185.000 empleados en todo el mundo. El 3 de octubre, el London Financial Times reportó que GM y Ford han sufrido fuertes pérdidas de venta en el segundo trimestre. “Ambas compañías están trazando planes para poner la capacidad de producción más en línea con sus ventas, incluyendo el cierre de plantas”, reportó el Times.

La industria aerolínea también ha sido golpeada. “La industria aerolínea, ya estropeada financieramente, sólo puede ser fortalecida dejando sus aviones estacionados, uniendo sus operaciones y solicitando bancarrota y de esa forma ayudar a las compañías aéreas a cortar drásticamente los costos laborales” fue la forma en que Atlanta Journal-Constitution del 29 de septiembre describió los testimonios de la industria ante el Congreso. 

Como en cada crisis que enfrentan los trabajadores en Estados Unidos, los afro-americanos, los latinos y las otras nacionalidades oprimidas son los que más sufren.

El carácter de la crisis venidera

Es imposible predecir en estos momentos cuan devastadora será la crisis económica venidera estadounidense. Pero será sentida alrededor del mundo.

Los Estados Unidos y China cuentan por más del 50 por ciento del crecimiento del producto doméstico bruto mundial del 2003. Los dos países cuentan por sobre un tercio del poder adquisitivo mundial, según un informe del “Global Economic Perspectives” del 12 de febrero del 2004 por el British USB Investment Bank. 

Con las economías de Estados Unidos y China entrelazadas cada vez más a través de las inversiones, el comercio y los préstamos, cualquier crisis sentida por una inmediatamente se hará sentir en la otra. En consecuencia esto va a extenderse a través de las economías del mundo capitalista. 

Dicha crisis también tendrá severas repercusiones políticas. El impulso de la clase dominante estadounidense para aseverar su control en los recursos y en el mercado mundial—especialmente los recursos petroleros del Medio Oriente—sólo podrán ser exacerbados por la crisis económica. Bajo el capitalismo, la depresión y la guerra son plagas gemelas. 

Desafíos para la clase obrera

La recesión económica y la depresión sientan las bases objetivas para una amplia lucha de clases contra un puñado de banqueros y generales que controlan el país. Las ilusiones de “participar” en el sistema capitalista se han desmantelado de la forma más brutal.

Pero para ser exitosa, la lucha necesita una preparación cuidadosa. Las crisis económicas históricamente han puesto al movimiento laboral a la defensiva—al menos inicialmente.
Lo más importante es el desarrollo de un programa de acción que corresponda con las necesidades y la conciencia de la clase obrera. Sólo una lucha política que une las luchas contra los despidos, el desempleo y la pobreza con la lucha política contra la guerra y el racismo puede desafiar efectivamente a la clase capitalista en sus horas de crisis política y económica. 

Es imperativo para todas las organizaciones de la clase trabajadora prepararse para la crisis. Esto significa, primero y sobre todo, la construcción de un partido revolucionario enraizado en las luchas diarias de la clase trabajadora y de los pueblos oprimidos, un partido experimentado en dirigir las luchas políticas contra la clase capitalista gobernante. 

Related Articles

Back to top button