Debido a su estallido repentino, un movimiento popular a menudo puede sorprender y sobrepasar al movimiento organizado obrero.
Un ejemplo histórico de esto fue la lucha de las trabajadoras textiles en Rusia en 1917. Su huelga realizada el Día Internacional de las Mujeres en ese año se convirtió en la chispa principal de la revolución rusa. Nadie, incluyendo el sector políticamente más avanzado de la clase trabajadora, el Partido Bolchevike, se esperó que la huelga pondría en movimiento el tren de eventos que desembocaron unos días más tarde en la caída de la vieja monarquía de 300 años.
Los jornaleros se unen al boicot en Los ángeles, 1 de Mayo, 2006.
Photo: Chuck Green
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El movimiento masivo de inmigrantes que estalló en marzo fue igual de inesperado. Virtualmente, todos se quedaron asombrados, tanto amigos como enemigos, cuando 500.000 inmigrantes protestaron en contra de ley represiva de Sensenbrenner el 10 de marzo en Chicago.
Desde entonces millones de inmigrantes, documentados e indocumentados, han desafiado a sus empleadores, al gobierno y a la policía exigiendo amnistía. El Primero de Mayo millones de personas salieron a las calles y millones más no asistieron a sus trabajos o a sus escuelas, se abstuvieron de vender o comprar, como parte del boicot “Un Día sin Inmigrantes”.
Con espíritu desafiante no visto en décadas, y en números sin precedentes en los Estados Unidos, lo que inicialmente había comenzado como una respuesta a la legislación racista peligrosa que tenía como objetivo criminalizar a los trabajadores indocumentados, ha galvanizado rápidamente a un movimiento por derechos plenos y amnistía para los inmigrantes.
El papel de los sindicatos
En términos generales, el movimiento laboral apoya la nueva lucha por los derechos de los inmigrantes. En años recientes, es aquí, en las filas de los trabajadores inmigrantes donde el movimiento obrero ha tenido sus mayores logros.
En las coaliciones pro los inmigrantes que se originaron en marzo por todo el país, muchos de las reuniones organizativas se llevaron a cabo en las salas de sindicatos, algunos sindicatos inclusive participaron en las marchas y otros dieron apoyo logístico.
Sin embargo, desde el surgimiento del nuevo movimiento ni la AFL-CIO ni la coalición “Change to Win” (Cambiar para vencer) han movilizado sus filas a nivel nacional. Los sindicatos no han hecho sentir toda su fuerza al gobierno a pesar de la inmensa capacidad de movilización que el movimento laboral aun conserva.
La fuerza y el apoyo de los sindicatos estuvieron, particularmente, ausentes durante el altamente efectivo boicot del Primero de Mayo.
En medio de una ráfaga de ataques de la derecha en contra de la idea de que los trabajadores inmigrantes se atrevieran a retirar su fuerza laboral durante su huelga histórica—desde Bush hasta los comentaristas racistas de los medios de comunicación como Lou Dobbs de la CNN—el movimiento nacional laboral perdió una gran oportunidad de poder demostrar su solidaridad.
Los trabajadores inmigrantes fueron abandonados a su suerte para realizar una de las acciones más grandes llevadas a cabo por la clase obrera en la historia de los Estados Unidos.
Salieron de sus trabajos, llenaron las calles por millones, forzando algunas de las compañías más grandes del mundo cerrar en anticipación de una fuerza de trabajo ausente durante el Primero de Mayo.
El movimiento laboral organizado está buscando maneras de consolidarse, debido a su baja representación en el trabajo de un punto bajo absoluto del 8 por ciento en el sector privado y de 12.5 por ciento en total.
Algunos líderes sindicalistas se han pronunciado en contra de la demanda de amnistía declarándola dañina para la causa inmigrante.
Photo: William Hooks
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Tanto el AFL-CIO como “Change to Win” mantuvieron silencio respecto al boicot. Pero mientras algunos líderes lo apoyaron a nivel individual, otros se opusieron con furia al boicot. Jaime Contreras, el director de la Coalición de Inmigración Nacional Capitolio y del SEIU Local 32-BJ en Washington, D.C., denunció abiertamente las acciones del Primero de Mayo en la televisión nacional, declarando que “Si lo hacemos ahora, nos va a salir el tiro por la culata”.
La coalición “Change to Win”, una alianza compuesta de varios sindicatos grandes, entre ellos el Sindicato Internacional de Empleados de Servicio (SEIU), el Sindicato de Conductores de Camiones Teamsters, el Sindicato de Trabajadores de Alimentación y Comercio (UFCW) y el Sindicato de Trabajadores de Hoteles y Restaurantes de UNITE-HERE, se separó de la federación AFL-CIO en julio de 2005.
¿Qué está detrás de la resistencia de los sindicatos?
En los últimos 150 años, la clase dominante estadounidense ha utilizado medidas represivas y ha hecho un gran esfuerzo en su objetivo de evitar el surgimiento y el desarrollo de un movimiento sindical independiente y radical.
Samuel Gompers, fundador de la Federación Americana Laboral en 1886 y su dirigente hasta 1924, fijó la tendencia dentro de los sindicatos estadounidenses con su propuesta de apoyar a los partidos políticos capitalistas en vez de organizar un partido político independiente que representara los intereses de los trabajadores.
Esta filosofía, en realidad, logró someter al movimiento sindical a la influencia de los dos partidos principales de la clase capitalista. Naturalmente, en algunos países capitalistas, algunos partidos laborales se han convertido con el pasar del tiempo en fuertes defensores de la burguesía en contra de los trabajadores. El Partido Laborista de Gran Bretaña, es un buen ejemplo de esto.
Sin embargo, en los Estados Unidos, desde el principio el movimiento sindical ha tenido históricamente lazos más cercanos a los partidos políticos burgueses.
Las acciones políticas de los sindicatos, mayoritariamente, se limitan a apoyar al Partido Demócrata. Gastan mucha energía y recursos para los demócratas en las elecciones estadounidenses. Por ejemplo, en el año 2004 se estima que más de $165 millones fueron utilizados por los sindicatos.
En febrero de este año la AFL-CIO anunció que gastara $40 millones para ayudar a que sean elegidos al Congreso para las elecciones de noviembre de 2006, candidatos que son “amigos de los sindicatos”. Esto representa un aumento del 20 por ciento de sus gastos políticos en las elecciones medias del 2002.
John Sweeney, presidente de la AFL-CIO, declaró que la campaña electoral de la federación será “la más grande y la más agresiva movilización de base para las elecciones medias en nuestra historia”.
La estrategia política de los sindicatos de “Change to Win” no se diferencia significativamente de la estrategia de la AFL-CIO. Antes de que los cinco principales sindicatos de CTW se retiraron de “la casa del trabajo”, la SEIU gastó cerca de $65 millones en las elecciones presidenciales de 2004, apoyando la candidatura del demócrata John Kerry, quien apoyaba la guerra.
El liderazgo de la AFL-CIO y de la coalición “Change to Win” rechazan la visión de que las luchas de la clase trabajadora de los Estados Unidos sean independientes del Partido Demócrata debido al temor de poner en peligro su ilusoria relación con aquel partido.
Mientras mas se aproximan las elecciones de noviembre, mayor es la certeza de que el liderazgo sindical se acerque a los demócratas, quienes en realidad no ofrecen una verdadera alternativa a la clase trabajadora de los Estados Unidos.
El liderazgo del Partido Demócrata, el mismo que virtualmente no se distingue del Republicano en su apoyo a la guerra imperialista, ha apoyado todos los presupuestos multi-billionarios para la guerra contra Irak y Afganistán. Además, está apoyando a la administración de Bush en su creciente campaña agresiva contra Irán.
No obstante, los sindicatos son el primer paso para que los trabajadores superen la competencia individual inherente a la sociedad capitalista y para forjar la unidad de los trabajadores en sus lugares de trabajo.
La lucha por el derecho a negociar con los patrones por un contrato que limite su explotación por medio de la fijación de sueldos, términos y condiciones, les da a los trabajadores el primer paso en su defensa organizada en contra de los capitalistas.
La oportunidad y responsabilidad del movimiento obrero
Mientras la mayoría de los republicanos están empujando por una legislación más severa abarcada en la ley de Sensenbrenner o una legislación similar en el Senado, los demócratas también se están oponiendo al proceso de legalización total de los indocumentados.
Está claro que el movimiento en defensa de los derechos de los inmigrantes necesita mantenerse luchando para poder superar el esfuerzo determinado de grandes sectores de la clase dominante por pasar legislaciones extremadamente represivas ahora en debate.
El movimiento de los trabajadores inmigrantes demuestra todas las señales de crecimiento y profundización. Hasta ahora, los trabajadores indocumentados no han tenido otro recurso para ganar justicia.
La comunidad entera está exigiendo nada menos que plenos derechos civiles y laborales para los trabajadores. Tiene una buena percepción de que, para parafrasear a Marx, ellos no tienen nada más que perder que sus cadenas de opresión.
La amenazas de perder sus trabajos o ser expulsados no detuvo a que millones de orgullosos trabajadores indocumentados y estudiantes protestaran para ganar visibilidad y sus voces fuesen escuchadas desde Nueva York, hasta Chicago y Los Ángeles.
A pesar del carácter colaboracionista del liderazgo sindical de los Estados Unidos con la clase dominante, los sindicatos son aun la mayor fuerza organizativa que los trabajadores tienen.
La fuerza laboral organizada tiene una gran oportunidad de demostrar su solidaridad con el emergente movimiento de trabajadores movilizando los sindicatos para exigir derechos plenos y amnistía para todos los inmigrantes.