El retumbo de la lucha de clases en México es estruendosa y sigue creciendo. Millones de obreros y gente pobre se han movilizado contra la clase élite de ese país—respaldada por los Estados Unidos—y su dominación de las masas. Dos luchas distintas se están desarrollando en ese país latinoamericano con 107 millones de habitantes. Cómo esas dos luchas interactúan será decisivo en la lucha de clases de México; tendrá implicaciones en todo el continente.
Miles de maestros oaxaqueños y sus partidarios en marcha con la APPO hacia la Ciudad de México, 22 de septiembre. Photo: El Universal |
Una es en relación a las recientes elecciones presidenciales, donde la legítimidad de Felipe Calderón como presidente no es reconocida por millones de mexicanos. La otra lucha concierne a la huelga de los maestros en Oaxaca, la cual ha tomado características políticas con implicaciones nacionales.
Las elecciones presidenciales del 2 de julio, superficialmente pareció ser una contienda entre dos partidos que aceptan la estructura del orden burgués en México. El Partido Acción Nacional (PAN) de Calderón, es pro-grandes corporaciones y orientado explícitamente hacia el imperialismo estadounidense.
El otro contrincante principal fué Andrés Manuel López Obrador de la coalición “Por el Bien de Todos.” El partido principal de esa coalición es el social demócrata de López Obrador, el Partido de la Revolución Democrática (PRD). El Partido Convergencia y el Partido del Trabajo (PT) también apoyaron a López Obrador. “Por el Bien de Todos” tuvo amplio apoyo entre los trabajadores más pobres de México.
El Partido Revolucionario Institucional (PRI) ha sido el partido gobernante por 71 años antes que el (PAN) con Vicente Fox ganara las elecciones presidenciales en el 2000.
Aunque es grandemente desacreditado por corrupción, todavía controla una significante maquinaria política en gran parte del país.
Lo que cambió el carácter de las elecciones fué el hecho de que López Obrador, quien constantemente había lidereado las encuestas antes de las elecciones, resultó perdiendolas ante Calderón por un 0.5 por ciento de los votos. El candidato del PRI, Roberto Madrazo, salió tercero con gran distancia de los dos primeros.
López inmediatamente acusó de fraude y demandó un recuento de votos. Una encuesta conducida luego después de las elecciones, demostró que la gran mayoría de mexicanos creía que hubo fraude. La gente empezó a tomarse las calles. El 30 de julio, después de un mes de creciente protesta y actos de desobediencia civil, 2,5 millones de personas entraron en la plaza del Zócalo en la ciudad de México, exigiendo un recuento de votos.
El movimiento masivo obligó al gobierno a conceder un recuento parcial a través del Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación (TEPJF), aunque la gente exíga un recuento total.
El 5 de septiembre el TEPJF descartó las demandas, ignorando las claras evidencias de fraude, y declaró victorioso a Calderón. No dieron a conocer los detalles de los 4 millones de votos que fueron recontados; inmediatamente fueron destruídas todas las 41 millones de papeletas de votación.
Los que apoyan a Obrador se tomaron las calles de la ciudad de México por siete semanas. Durante las celebraciones del Día de la Independencia el 16 de septiembre, cientos de miles de personas asistieron a una convención del pueblo. La concentración masiva reconoció a López Obrador como el legítimo presidente haciéndole el llamado a formar un gobierno paralelo.
Hasta el momento, López Obrador ha mantenido el movimiento de las masas dentro de las líneas legales. Mientras se niega a reconocer la legítimidad de la elección de Calderón, ha reconocido la legíitimidad de la amplia estructura del aparato estatal mexicano—las cortes y la policía. Esta contradicción solamente puede debilitar el movimiento de millones que genuinamente tenían la esperanza de cambio para los pobres y los trabajadores.
La ilegítimidad del establecimiento político mexicano es aparente para millones. Acualmente ese es el contexto que da forma a todas las luchas en México.
Desarrollo de la lucha en Oaxaca
En particular, se ve el desarrollo de la lucha trabajadora en Oaxaca. Esas luchas empezaron en junio cuando el sindicato de los maestros salió en huelga pidiendo mejores salarios y mayor inversión del estado en las escuelas. El 14 de junio, el gobernador de Oaxaca, Ulises Ruiz, dió orden a la policía de que atacaran a los 15.000 maestros en huelga quienes acampaban en la plaza municipal. Los maestros y quienes los apoyan contra atacaron.
Cientos de miles protestan el fraude.”Hay más dignidad en las calles que en el Tribunal Electoral”, el 5 de septiembre. Photo: Reuters/Tomas Bravo |
Como resultado de esa batalla, los trabajadores, campesinos y organizaciones políticas de izquierda unidos formaron la “Asamblea Popular de los Pueblos de Oaxaca” (APPO).
Ellos han ampliado las demandas mas allá del apoyo a los maestros, incluyendo la renuncia de Ruíz. La APPO es ahora líder de una lucha insurgente en Oaxaca. Más importante, la APPO se está convirtiendo en el eje de lucha nacional. Una conferencia de estudiantes organizada por la APPO, atrajo participantes de todo el país.
La implicación política fué clara. En la reunión de un salón tenían una pancarta con un puño y una estrella roja que decía, “Recuerda que una chispa encenderá el fuego en la pradera y esa chispa ya está en llamas en Oaxaca”.
Durante la primera semana de octubre, miembros de la APPO marcharon en la ciudad de México llevando demandas por mejores condiciones de vida para la gente pobre. A ellos se unieron organizaciones de indígenas y otras comunidades en el estado de Puebla, entre Oaxaca y la capital. Una de las personas que se unieron en Puebla le dijo al periódico La Jornada, “La marcha de la APPO ha entrado en la conciencia del pueblo mexicano. Empieza a dejar impreso su forma en la transformación de la nación en una forma profunda”.
Asambleas populares están apareciendo en todo el país emulando al APPO. El grupo de Oaxaca las ha llamado a una reunión el 7 de octubre en la ciudad de México, para crear una Asamblea Popular del Pueblo de México. Marcharán juntos de regreso a Oaxaca para realizar un foro internacional de solidaridad con la lucha allí.
Con los intereses y las acciones en aumento, hay un creciente peligro de severa represión contra los insurgentes en Oaxaca. En las últimas tres semanas de septiembre, vigilantes derechistas y fuerzas paramilitares han atacado a los huelguistas. Un líder estudiantil, miembro de la APPO y de un partido llamado Frente Popular Revolucionario, fué secuestrado y desaparecido por un grupo de paramilitares.
El apareció días después con herida de bala en un ojo. Estaba detenido sin poder contactar a quienes lo apoyan.
Armados para Defenderse
La lucha de Oaxaca es especialmente importante porque los manifestantes han respondido a los ataques gubernamental y paramilitar con igual fuerza y armas de fuegohasta usando proyectiles hechos en casa para hacer retroceder a los paramilitares. Esto es en rígido contraste a la profesada no violencia en la campaña de López Obrador.
El gobierno nacional ha designado a Carlos Abascal, Secretario de Gobernación, como intermediario. Este “intermediario” ha asegurado que el gobierno no sólo no permitirá la expulsión de Ruíz, sino también amenazó con el uso de la policía federal para sofocar la resistencia.
Helicópteros navales y de la armada volaron sobre la ciudad, mientras tanques blindados, aviones y camiones transportaron tropas se concentrándose afuera de los límites de la ciudad, una clara amenaza a los manifestantes.
Las amenazas han vertido torrentes de apoyo para los huelguistas y para los manifestantes proviniendo de todo México. Flavio Sosa, un líder de la APPO declaró, “Si el ejército viene no nos quedarémos quietos y no nos correrémos”. En una declaración separada, la unidad local del Ejército Popular Revolucionario (EPR) dijo, “Si el PRI y el PAN optan por represión, ellos serán responsables por las vidas que se pierdan y por la pérdida a la opción viable de una lucha civil pacífica, y la iniciación de un nuevo estado en la lucha de clases”.
La inestabilidad política de la élite mexicana combinada con la creciente militancia de los trabajadores en Oaxaca ha creado condiciones para un genuino brote revolucionario. Combinado con ésto están las múltiples otras luchas, como la de los Zapatistas, “La otra Campaña”, y las recientes luchas de los trabajadores metalúrgicos y los vendedores ambulantes de San Salvador Atenco. Cada una de estas luchas indica la necesidad de un liderazgo unido a nivel nacional en una base revolucionaria y anti-imperialista.
Los riesgos son altos
Los riesgos son altos. Por la mayor parte siglo pasado, México ha sido uno de los polos económicos de América Latina. Su nacionalización de la industria petrolera y el gran sector estatal de industrias crearon las bases para una clase capitalista nacional. Ese fué el legado real de la dinastía política del PRI.
Pero en los últimos 20 años las cosas han empezado a cambiar en México. Como resultado de las presión neoliberal e imperialista, México ha reducido el número de empresas estatales, de 1.000 en 1982 a menos de 100 hoy día. Aún su banco nacional, Banamex, es ahora propiedad de Citigroup.
Esto indica la importancia de México para el imperialismo de Estados Unidos en Latinoamérica. El régimen de Fox ha sido el principal proponente del libre comercio para Washington, a tal punto de que hoy el 90% de transacciones comerciales son conducidas bajo los varios tratados de libre comercio. Por supuesto que la más notable es el TLC, esencialmente adhiriendo la economía mexicana a la de Estados Unidos. El 85% del comercio de México en el extranjero es con los Estados
Unidos.
En México la pobreza es rampante. Las diferencias entre pobres y ricos está creciendo.
El 80% de la población gana menos de la mitad del ingreso nacional del pais. El porcentaje sería más alto si no fuera por las remesas que los inmigrantes en Estados Unidos mandan a sus familias. Estas remesas son la segunda fuente de ingreso más importante en México.
Por todas estas razones, el desarrollo de las luchas en México es de gran preocupación para la estratégia global del imperialismo estadounidense. Por las mismas razones, las luchas populares merecen la atención y el apoyo de las fuerzas progresistas en Estados Unidos.