La revolución socialista se entiende con razón como un proceso por el cual la clase obrera derroca a la clase explotadora dominante. Pero también da rienda suelta a todas las contradicciones de la sociedad e impulsa a que otros grupos oprimidos se pongan en marcha como parte de la transformación social.
El siglo veinte vio las primeras grandes revoluciones socialistas de la historia, la lucha por la liberación de la mujer tomó el centro del escenario en el proceso revolucionario. Porque a las mujeres se les negaba a menudo el derecho a un empleo, a la salud, a la libertad reproductiva, al divorcio, mientras que enfrentaban violencia grave y explotación en sus casas, tenían un interés distinto pero claro al contribuir a la ideología y la acción revolucionaria.
Las mujeres en la Revolución China
En China, la formación de consejos de la mujer jugó un papel clave en la difusión de la revolución. Mientras que el enfoque general de las fuerzas revolucionarias estaba en contra de los terratenientes, el imperialismo y la invasión japonesa, la atención del Partido Comunista a la opresión especial de la mujer puso de relieve la necesidad de luchar por una sociedad completamente nueva: el socialismo.
El Ejército Rojo de China ayudó a las mujeres a formar asociaciones para apoyarse y educarse entre ellas, y para crear tribunales populares que funcionarían para las mujeres. Mientras los terratenientes fueron derrocados y los opresores salían corriendo por las colinas, la liberación de la mujer fue a la vez una fuerza de conducción y un movimiento creciente dentro de esa revolución.
Las organizaciones de mujeres chinas fueron capaces de hacer mejoras inmediatas en la vida de la mujer, mediante la organización contra la violencia doméstica. En Fanshen, el famoso relato de una aldea china recién liberada por el Ejército Rojo, William Hinton relató la militancia con la que el comité de mujeres luchó contra los abusadores, “Ellas se abalanzaron sobre él desde todos los lados, lo derribaron, lo patearon, rompieron su ropa, le golpearon la cara, le tiraron del pelo y le golpearon hasta que ya no podía respirar … se detuvieron, lo dejaron, y lo enviaron a casa con una advertencia — le dejaron que si volviera a poner un dedo sobre su mujer, él iba a recibir más de lo misma “cura”. Desde ese día en adelante [el agresor] Man-ts’ang nunca se atrevió a golpear a su esposa”.
La Federación de Mujeres de China se formó inmediatamente después del triunfo de la revolución de 1949. Una de las primeras leyes mayores aprobadas por el nuevo gobierno fue la Ley de Matrimonio. Esto garantizó el derecho al divorcio y que ilegal el pago por las esposas, el matrimonio infantil y la poligamia, concubinas. Además, las campañas se introdujeron de inmediato para aumentar la alfabetización entre las mujeres. Apenas un año después de la revolución, el 95 por ciento de las mujeres analfabetas de China estaban en la escuela. Cuba: La revolución dentro de la revolución
Una situación similar se desarrolló en Cuba. Antes de la revolución de 1959, las mujeres eran degradadas en el hogar y en el trabajo, se les negaba un salario digno, a menudo estaban desnutridas y eran desproporcionadamente analfabetas. La situación era particularmente triste en los pueblos más pequeños.
La economía de Cuba, al igual que la de China, estuvo dominada por el imperialismo, y esto afectó severamente a las mujeres. En el campo, los campesinos sufrieron por falta de comida, educación y salud, y la vida de las mujeres y niños era de absoluta penuria. Muchas mujeres sólo podían encontrar trabajo como sirvientes personales para los ricos o en la prostitución. En el proceso de la lucha revolucionaria, muchas mujeres formaron la columna vertical de la lucha clandestina urbana, y el apoyo en el campo a los guerrilleros. Líderes femininas claves, Vilma Espin, Teté Puebla, Melba Hernández, Haydée Santamaría, Celia Sánchez y otras fueron guerrilleras prominentes junto a Fidel Castro y los rebeldes.
Después del triunfo, los logros alcanzados por las mujeres necesitaban ser protegidos y profundizado . La revolución no es un proceso de día a noche. A pesar de la derrota de los terratenientes y de la burguesía cubana respaldado para los Estados Unidos, la influencia de la vieja sociedad se mantuvo en la división social del trabajo y en la conciencia del pueblo. So formó la Federación de Mujeres Cubanas (FMC) para asesorar al Gobierno en todos los asuntos de interés para la mujer a fin de continuar la marcha hacia la igualdad y el socialismo.
Sus contribuciones a los cambios posteriores en el país incluyen licencia de un año con sueldo de maternidad, un severo castigo por la violencia contra la mujer, la protección de los derechos reproductivos y sexuales, la educación, la seguridad social y los derechos a la vivienda y el empleo para las mujeres.
Es gracias al gobierno socialista y la FMC que las mujeres cubanas tienen una protección explícita en la Constitución del país , y la representación de las mujeres en el gobierno es una de las más altas del mundo.
Los avances rápidas y enormes hechos en el proceso y como consecuencia de las revoluciones socialistas en estos países demuestran que el socialismo y la liberación de las mujeres van juntos. Debido a que la opresión de género juega un papel tan importante en el capitalismo, la organización activa de las personas que la padecen es crucial para un proceso revolucionario exitoso.
La historia ha demostrado que sólo el socialismo ha protegido verdaderamente los derechos de las mujeres como inalienable y una misión central — desde el nivel del estado y a través de las organizaciones de mujeres. Sólo el socialismo, que faculta a las personas pobres y los trabajadores para transformar la economía y la sociedad, proporciona los medios para erradicar el patriarcado y el sexismo.