En marzo de 1968 hubo una reunión en Atlanta con representantes de 100 organizaciones comprometidas a planear una marcha de los pobres en Washington bajo el liderazgo de Martin Luther King, Jr. Este esfuerzo en contra de la injusta distribución de riqueza y poder político fue organizado bajo el lema, “¡Trabajos o ingreso ahora!” Esta fue la demanda al gobierno federal para que garantizara el derecho a un trabajo y, en caso de que esto no se realizara, el derecho a un salario digno para todos.
Trágicamente, la marcha nunca tuvo lugar, porque el Dr. King fue asesinado un mes después. Cuarenta y cinco años más tarde, la pobreza y el desempleo siguen siendo un debate central en la sociedad EE.UU. a pesar de décadas de aumento en la productividad y crecimiento económico. Pero ni los republicanos ni los demócratas tienen un plan, ni incluso el deseo, para poner fin a estas injusticias. En cambio, para cumplir con la última visión del Dr. King de terminar con la desigualdad requerirá una nueva cruzada de la masa pobre y trabajadora.
Plan demócrata poco prometedor
El 8 de enero, el gobierno de Obama anunció que cinco comunidades oprimidas en todo el país serán designadas “Zonas de Promesa”, donde se introducirán programas especiales para reducir la pobreza. Esto se supone señalar un nuevo turno en la presidencia relacionado con la reducción de la desigualdad económica.
Una de las cinco comunidades es el barrio Mantua en Filadelfia, un barrio afro-americano y súper oprimido, un reconocimiento de que algunas de las peores condiciones económicas en el país se sitúan en las comunidades afroamericanas.
Tras examinación, sin embargo, las Zonas de Promesa no son nada nuevo ni visionario. Los componentes básicos incluyen la emisión de créditos fiscales para las pequeñas empresas que contratan a residentes locales (programas que estadísticamente tienden a fallar), confiando en el sector sin fines de lucro para la capacitación laboral, y ayudando a “navegar programas federales”. Estas iniciativas requieren una gran cantidad de nueva documentación para los residentes en estas comunidades, en un esfuerzo para asegurar condescendientemente “la rendición de cuentas”.
Se han intentado antes estos programas con créditos fiscales, ayuda sin fines de lucro y “preparación para trabajar” (sin ofrecer trabajos reales), incluso en la “guerra contra la pobreza” el programa originalmente iniciado por el presidente Lyndon Johnson en 1965. Dr. King lanzó el movimiento con su marcha de gente pobre porque él sabía que esas políticas nunca funcionarían. Que los demócratas propongan las mismas políticas fracasadas de hace 50 años insulta a su legado y es un pobre sustituto de la justa demanda de puestos de trabajo o ingresos.
Todas las medidas de estos programas utilizan la teoría racista de que las comunidades se empobrecen ellas misma debido a que sus residentes están desmotivados y no “listos para trabajar”. Estas medidas tienen sus raíces en la falsa suposición de que el sistema económico capitalista funciona bien, y que la solución es involucrar a las comunidades “marginadas” en el sistema.
La pobreza y el desempleo a niveles de crisis
La realidad es que la masa obrera no es pobre porque ha sido “excluida” del sistema económico. Son pobres porque ellos ya son parte de un sistema diseñado para producir la desigualdad, donde una pequeña minoría vive y se mantiene del trabajo de la gran mayoría.
A pesar de la enorme productividad de la clase trabajadora de los Estados Unidos, la tasa oficial de pobreza se sitúa en el 15 por ciento — 46,5 millones de personas. La línea de pobreza establecida por el gobierno es escandalosamente baja: $23.000 al año para una familia de cuatro. Cuando incluimos los que están “cerca de la pobreza”, la mitad de la población no tiene seguridad económica básica.
A pesar de la tasa oficial de desempleo de 6,7 por ciento, las estadísticas del gobierno dio la cifra de 13,1 cuando se incluye a los trabajadores que ellos dicen han “abandonado” la búsqueda de un puesto de trabajo y los que se han visto obligados a trabajar a tiempo parcial.
Los ricos, totalmente desconociendo este tipo de pobreza y crisis de desempleo, están disfrutando de ganancias récord y han declarado con alegría el final de la recesión.
Entre la gente pobre y trabajadora, el sufrimiento no se distribuye de manera uniforme. En 2011, el 10 por ciento de los blancos estaban oficialmente en la pobreza comparado con el 28 por ciento de los afroamericanos. Una desproporción similar se puede encontrar en el empleo — el 12 por ciento de los trabajadores negros están oficialmente desempleados, el doble de la tasa de los blancos. El desempleo en la comunidad latina es de 9 por ciento.
Los niveles desproporcionados de pobreza y desempleo impuestos a las comunidades negras son los principales componentes de lo que los socialistas llaman la opresión nacional – el sufrimiento infligido a todo un pueblo por su origen nacional. En los Estados Unidos, la opresión nacional se desarrolló a lo largo de la historia de la supremacía blanca. Los negros son generalmente sujetos a los empleos peor pagados, son entre “los primeros despedidos, los últimos contratados,” mientras se enfrentan a los abusos racistas en todos los ámbitos de la sociedad, y se les niega su derecho a determinar su propio destino nacional.
Inevitable en el capitalismo
Para el sistema capitalista sobrevivir y prosperar, sus gobernantes deben acumular más y más riqueza. Para mantener bajos los salarios y mantener la “flexibilidad” como empresarios, quieren y necesitan una reserva de trabajadores desesperados por un trabajo. El desempleo no es accidental.
Por supuesto, los políticos que representan al sistema capitalista no admiten esto. Así que, ¿cómo explican la pobreza racialmente desproporcionada? En épocas anteriores, utilizaron las explicaciones biológicas. Pero esto ya no es aceptado, en gran parte debido a las luchas heroicas de la nación negra. Ahora utilizan ideas racistas más sofisticadas, como el tesis de la “cultura de la pobreza”.
De acuerdo a esta ideología racista, ya existen los programas, recursos y oportunidades que permiten a las personas salir de la pobreza. Pero generaciones de empobrecimiento concentrado ha creado una “cultura” en la que los pobres simplemente ignoran los pasos que tienen que tomar. La implicación racista es obvia – si la pobreza afecta de manera desproporcionada a los pueblos oprimidos negros y otros, entonces su cultura debe ser inferior a la cultura blanca dominante.
Tanto los demócratas como los republicanos, liberales y conservadores, utilizan una forma de esta tesis. Aunque a veces no están de acuerdo sobre cuántos programas sociales deberían cortar, las “soluciones” que ofrecen son básicamente las mismas — obtener preparación de trabajo, ir a la universidad, iniciar un negocio. En otras palabras, las personas que viven en la pobreza tienen que hacerse más atractivo para los gobernantes corporativos del país o, por algún milagro, convertirse en los propios capitalistas.
Pero estas “soluciones” mantienen el sistema intacto y mantienen a los trabajadores en competencia de uno contra otro, consiguiendo experiencia sólo para estar un paso adelante en el próximo trabajo. Una solución real sería un plan económico que en realidad garantiza puestos de trabajo y las necesidades básicas para todos.
El socialismo es la solución
La pobreza y el desempleo pueden ser erradicados, pero requiere cambio de quién tiene el poder en la sociedad. Los grandes bancos y corporaciones, los líderes de la clase capitalista, han sido capaces de mantener este sistema profundamente desigual y racista durante tanto tiempo porque tienen el poder del Estado – la policía, las prisiones, ejército, tribunales, la prensa, etc.
El socialismo invierte esta relación y pone el estado en manos de la gente pobre y trabajadora. En lugar de organizar la economía basada en lucro, la clase obrera podría utilizar el gran potencial productivo de la sociedad para asegurarse de que todo el mundo tenga el derecho garantizado a una vivienda aceptable, un trabajo, alimentos y todas las comodidades de una vida digna. La eliminación del racismo y la discriminación se haría una prioridad. No es sorprendente que Dr. King fue evolucionando en una dirección más socialista lo más que estudiaba y organizaba en contra de la desigualdad económica.
La gente pobre y trabajadora en todo el país está intensificando la lucha por un salario mínimo de $15 la hora, el derecho a formar sindicatos, acceso a vivienda asequible y más. Activistas del PSL y organizadores se están uniendo a estos esfuerzos, y nuestro objetivo es llevar este movimiento al siguiente nivel. Para cumplir la misión histórica del movimiento de liberación negro, para ganar “empleos o ingresos” para todos, y para construir una nueva sociedad se requiere una cruzada de todos.