Pocos casos demuestran el carácter violentamente racista y sexista del sistema del tribunal—capitalista tan claramente como la escandalosa imposición por la fiscalía de la sentencia de Marissa Alexander, una negra de Jacksonville, Florida. Ella cumple actualmente la sentencia de 20 años de prisión por disparar un disparo de advertencia para protegerse de su abusiva ex- pareja.
Marissa había sido entrampada en la relación con su ex- pareja Rico Gray, con la cual tuvo un niño, justamente nueve días antes del incidente que la llevó a su encarcelamiento injusto. Gray golpeaba a Marissa regularmente, incluso cuando ella estaba embarazada, y tiene una historia de abusar síquicamente de otras mujeres.
El 1 de August de 2010, Gray vio que Marissa intercambiado mensajes de texto con su su ex-marido su y se puso furioso y amenazando con matarla. Alexander corrió hacia el garaje en un intento de escaparse, pero ella se dio cuenta que no tenía sus llaves. Cuando se dio cuenta que tenía que regresar adentro, tomó una pistola que tenía escondida en su carro con autorización. Gray continuó amenazándola y tomó un cuchillo y en un caso claro de auto defensa, Marissa hizo un disparo de advertencia hacia el techo.
Angela Corey, la misma fiscal de distrito que supervisó el chapucero juicio de George Zimmerman, después que ella inicialmente rechazara los cargos, había arrestado a Marissa y había tratado de agravar el ataque con un arma mortal. Ella rechazó ser intimidada por el supuesto sistema de justicia y rechazó un acuerdo de reducción de pena—una de las herramientas principales en todo el país para mantener el aparato monstruoso de medidas de encarcelamiento.
Basando la acusación fiscal en una hitoria obviamente inventada del abuso de Marissa, la oficina de la DA persiguió agresivamente el caso. Después de solamente 12 minutos de deliberación, el jurado regresó con un veredicto de culpable, y el juez dio la mínima sentencia de 20 años. Ella fue apartada de sus tres niños y enviada a prisión.
El caso de Marissa Alexander regresó a los titulares en días recientes con la absolución escandalosa de George Zimmerman para el homicidio racista a Trayvon Martin. Los resultados muy diferentes de estos dos actos indican la naturaleza descaradamente discriminatoria del todo el sistema de “justicia”.
Zimmerman, quien vive en una adinerada y cercada comunidad y quien es tratado como un hombre blanco por todo el capitalista aparato político de EE. UU., el asesinó a un desarmado adolescente negro y no consiguió castigo en absoluto. Alexander, una negra, se protegió heroicamente de su abusador sin lastimar a nadie y fue enviada décadas en prisión. Zimmerman, quien salió de su auto y acechó a Trayvon, tuvo la opción de invocar la ley “Stand Your Ground” de la Florida, mientras que el juez en el caso de Alexander rechazó permitir hacer lo mismo.
El racismo inherente en los tribunales bajo el capitalismo fue visualizado completamente con el juicio agresivo del distrito Attorney Corey. El sistema jurídico todavía demostró su carácter sexista extremo en la historia de Gray mientras retiraron el testimonio de Marissa, una experiencia trágicamente común las cuales son víctimas de violencia doméstica.
El caso de Marissa Alexander también es también negociado con la ley “10-20 – vidas” de Florida.
Comenzando a tener efecto a partir de 1999, esta ley estableció una sentencia mínima de 10 años en prisión por mostrar una pistola mientras cometen crímenes listados en la legislación, 20 años por disparar un arma, y 25 años por participar en un tiroteo y herir a alguien. Las leyes mínimas obligatorias son otro componente clave para las medidas de encarcelación con claras implicaciones racistas. Acerca de la lección del caso de Marissa, Victor Crist, el legislador del estado quien redactó el borrador de la ley 10-20 vida, lamentó que su legislación fue planeada con la meta “El gánster quien estaba robando en la tienda de licores”.
La absolución de George Zimmerman deja claro, que el sistema capitalista racista debe terminar – no a través de las reformas poco a poco, pero con la revolución radical. Marissa Alexander – quien se auto defendió de su agresor y rechazó ser intimidada con una falsa confesión que la condenara a una reducción de pena- es un modelo profesional de la lucha del que pueblo pobre y trabajador necesita para ganar su libertad. El crecimiento del movimiento para sacarla de prisión es una parte importante de la lucha contra el racismo y el sexismo y para la construcción de un mundo mejor.