Los últimos años han visto resurgir la lucha antiracista a escala nacional. Tuvimos los casos de los “6 de Jena”, Troy Davis y Trayvon Martin. Todos promovieron una actividad nacional y marchas. Todos tuvieron que ver con el sistema de justicia, en la región sur del país (Deep South), y la reacción nacional de las comunidades negras, reflejando la permanente conexión sicológica a la lucha contra la esclavitud y Jim Crow históricamente concentrada en esa región.
Actualmente Los Defensores del Sueño, un grupo básicamente de jóvenes negros de la Florida, están ocupando el Capitolio del Estado, demandando poner fin a leyes de “Defiende tu Posición” y la política de encarcelamiento masivo.
Su táctica de protestar es estar sentados todo el tiempo y ha inspirado a la gente en todo el país, indicando la emergencia de intensificar las tácticas en la batalla en contra del criminal sistema racista de justicia. Además, casos locales de brutalidad policial como el de Sean Bell y Oscar Grant, sin mencionar otros, han generado movimientos de protesta, la creación de nuevas organizaciones, y han penetrado en escenas cultural y artística.
Esto viene a la par del interés masivo en el fenómeno del encarcelamiento masivo (El nuevo Jim Crow), aunque la lucha contra el sistema carcelario se ha dado primariamente dentro de la prisión, con múltiples huelgas de hambre.
Estos movimientos de protesta tienen un genuino carácter masivo, especialmente entre los jóvenes. Esto significa que cientos de miles ahora tienen una experiencia de marchar, gritar consignas y luchar por la justicia, negada por el sistema. Una considerable cantidad de gente apoya esta lucha, en la calle, en los medios sociales, o simbólicamente participan, por ejemplo, vistiéndose con chaquetas con gorro, como el modo en que se vestía Trayvon.
Indudablemente, algunos que marcharon por los 6 de Jena fueron atraídos a marchar por Troy Davis y participaron en otras causas. Pero cada nuevo incidente, ha atraído miles más de personas a unirse a esta lucha. Para algunos, la capacidad de resistencia se manifiesta en cinismo (“Protestar no hace ninguna diferencia”), pero para otros es llenarse de fuerza y potencialmente una experiencia transformativa de energía espontánea y poder de la gente en movimiento. La tarea de los revolucionarios es avanzar la lucha y abogar también por el poder, por un sistema totalmente nuevo y transparente.
La lucha transforma conciencias
Ahora entendemos bien que en muchos momentos de la vida, las grandes transformaciones en la mente de la gente sucede a través de experiencias. Ha sido probado a lo largo de la historia de que trabajadores y gente oprimida, se abren a ideas y la ciencia de la lucha de clase (el marxismo) en el contexto de su participación en la lucha de clase. En la intención de transformar la sociedad, ellos mismos se transforman—y con frecuencia, rápidamente.
Participando en la lucha permite al individuo absorber profundamente las ideas y lecciones de la lucha, más que si pasan décadas leyendo volantes como observadores pacíficos.
No es de sorprender por qué el PSL hace su prioridad iniciar luchas y ampliar la participación en ellas.
Así es como la conciencia revolucionaria de clase puede ser construida. Esto también explica por qué los revolucionarios se unen a cualquier lucha social o democrática, sin importar si grande o pequeña, sin importar el grado de conciencia de la gente cuando entran.
La conciencia hoy día
Cómo ha sido transformada la conciencia de masas por la reciente ola de luchas anti racista? No hay nada nuevo en la lucha contra el racismo. Las masas negras no necesitan educarse en la realidad y permanencia de opresión racista en este país. El nuevo y dominante hecho político es de que esta vuelta de lucha anti racista se ha dado en una era cuando un abogado negro es el fiscal general de EEUU—el más alto oficial del país que hace cumplir la ley—y un presidente negro.
Esta realidad no ha resultado en un rechazo masivo a la política del Presidente Obama. Pero tampoco ha resultado en total pasividad. La dominante posición dentro de la comunidad negra—una parte, la decepción con Obama mientras otros lo defienden—es frecuentemente expresado en términos como “no es su culpa, él es sólo un hombre, él no puede cambiar el sistem”.
Los revolucionarios tienen que pensar cuidadosamente sobre estos sentimientos, los cuales expresan simultáneamente una defensa al ejecutivo del estado capitalista y a una noción potencialmente revolucionaria: que él no puede cambiar el sistema.
Sin importar la caracterización de Obama como quien individualmente dicta leyes, se mantiene: la presidencia de Obama ha demolido la idea de que un hombre puede ratificar la opresión de la gente negra o de que las elecciones pueden cambiar el sistema. Efectivamente, ha confirmado a millones que hay un “sistema” detrás del presidente que representa el “verdadero poder.
En la historia, hemos visto que hasta el último momento posible, gran número de gente frecuentemente cree que su líder de confianza está rodeado de malos asesores. En la Revolución Americana, muchos colonialistas culparon al Parlamento por engañar al Rey Jorge. Ellos continuaron pidiéndole al monarca, con completa fe de que él se pusiera de su lado contra su propio gobierno; su rechazo fue un factor significante estimulando la rebelión.
Lo mismo pasó en la Revolución Rusa. Los ministros del Zar eran altamente odiados, pero el Zar gozaba de amplio apoyo, poco antes de ser derrocado; eso fue hasta que las agudas contradicciones en la sociedad expusieron abiertamente el lado en que él estaba. Una vez que la ilusión popular sobre el Zar se rompió, se soltó un torrente de sentimientos revolucionarios y de conciencia.
Los asuntos de organización
La característica dominante de este movimiento anti racista ha sido su carácter episódico y esporádico. Las protestas duran solamente unos días o semanas antes de disminuir. En tan corto período de duración, pocos participantes se consolidan en organizaciones ya existentes y sólo algunas veces los jóvenes han formado su propio colectivo. Encontrar información sobre las protestas a través de los medios sociales, algunas veces los grupos estudiantiles, otras veces por los medios informativos, pero no un centro organizador ha sido el resultado.
Ninguna organización se ha levantado todavía para coordinar una acción nacional, que debata y sintetice las lecciones de cada ola de lucha, o que desarrolle un detallado programa para que esos uniéndose a la lucha puedan ser atraídos como suyo propio. En varias etapas, el Congreso Nacional Negro, el Comité Coordinador No-Violencia Estudiantil (SNCC) y la Conferencia de Liderazgo Cristiano del Sur (SCLC), y el Partido de Panteras Negras, cada uno jugó ese papel.
Las más conocidas figuras políticas anti racistas ahora son Jesse Jackson y Al Sharpton. Actuan con un modelo personal, no han levantando un movimiento. Esto es suficiente para organizar una protesta con buena publicidad, que son típicamente poco militante, rigurosamente controlada por los oficiales liberales y que puede ser suspendida si es necesario. No es suficiente para mantener un movimiento que despliegue una variedad de tácticas, despertando conciencia política y entrenando a nuevas generaciones de líderes. En este sentido, los líderes políticos facilitan el esporádico y episódico carácter del movimiento.
Si hubiera un liderazgo explicando simple y fuertemente de que el sistema es completamente racista, que debemos transformar toda la sociedad—por ejemplo, Martin Luther King y Malcolm X lo argumentaron en diferentes formas—esto impulsaría a mantener los esfuerzos de organización revolucionaria y de conciencia.
Nombrar el problema es mucho más simple que resolverlo.
Puede ser verdad de que Sharpton organizó 100 vigilias por Trayvon, como una forma de tener control del dinamismo de la protesta, el cual se redujo, y fue dirigido a medios sin riesgos, en la forma de peticiones al Departamento de Justicia. Es igualmente cierto de que no hay otra fuerza nacional, sólidamente establecida con conexiones y la capacidad de organizar 100 vigilias en la comunidad negra, en corto tiempo.
El asunto de liderazgo—y los falsos líderes en el movimiento—sólo puede ser probado en la práctica, a través de participación y sacrificio, mientras haya conexión política y personal con las capas de jóvenes a nivel nacional, que buscan una nueva dirección en la batalla contra la supremacía blanca.
Potencialmente sacudir un movimiento anti-racismo masivo, con base entre los jóvenes negros, es un hecho político de singular importancia para los revolucionarios en Estados Unidos. Tales movimientos a través de la historia, han sido la máquina causadora de grandes conmociones sociales en el país. Más conmociones están en camino. La tarea de los revolucionarios es prepararnos, y esos nuevos agregados a la lucha, ambos organizada y políticamente para la nueva etapa.