La huelga de Charleston por trabajadores afroamericanos de los hospitales en 1969 fue uno de los momentos claves en la historia del sindicalismo en el Sur. Charleston en Carolina del Sur siempre ha sido una de las ciudades principales del viejo Sur. Después de la Guerra Civil, la ciudad recayó económicamente pero el crecimiento después de la Segunda Guerra Mundial le dio a los dueños empresariales de la ciudad un empuje.
En la década de los 60, la gran población afroamericana de la ciudad se encontraba duramente empobrecida. Al comienzo de la huelga, 50 por ciento de la comunidad afroamericana en Charleston vivía bajo o al borde de la línea oficial de pobreza. Muchos trabajadores de los hospitales, por su mayoría mujeres, ganaban sólo $1,30 la hora.
En 1969, estos mismos trabajadores salieron en huelga, uniendo las organizaciones sindicales y de derechos civiles para movilizar miles de residentes por todo el país en apoyo. Un movimiento vigoroso resultó en 1.000 arrestados, y servió como una chispa para victorias de trabajadores de los hospitales por toda la Costa Oriental y abrió la puerta para más participación política significante de la comunidad afroamericana de Charleston.
La posición social de gente afroamericana en Charleston y por toda Carolina del Sur era una de casi subordinación completa donde no había ningún oficial electo afroamericano en la legislatura estatal y casi ninguno en las oficinas municipales. Los líderes de la ciudad siempre prefirieron la estrategia de cooptación en vez de la violencia extrema para tratar los disturbios causados por los movimientos sociales, y habían utilizado sólo medidas simbólicas para resolver desacuerdos hasta los primeros años de los 60.
Sin embargo, hubo grupos de activistas más militantes en la comunidad más amplia y entre los trabajadores de los hospitales. Bill Saunders, un veterano de la Guerra Coreana, fue un coordinador clave de una fuerza armada de defensa propia afroamericana que era semi-clandestina.
El Hospital Medical-College, el sitio de la huelga, empleaba ningún doctor ni enfermera afroamericano, empleándolos sólo para las categorías de asistentes de enfermeras y trabajadores de servicio—los peor pagados y físicamente demandantes tipos de trabajos.
Mary Moultrie fue una asistente de enfermera en el Hospital Medical-College, que se rehusó a respetar su Licencia de Enfermera sólo por su raza. Con Saunders, Moultrie comenzó a organizar un grupo de trabajadores afroamericanos alrededor de varias injusticias. El mero colmo para la huelga ocurrió en 1968, cuando una reunión sobre quejas con un administrador del hospital llevó a la despedida de doce trabajadores, incluyendo a Moultrie.
Los trabajadores habían estado en contacto con el sindicato de Nueva York, Local 1199, con la cual organizaron una local (1199B). Dirigidos por Moultrie, decidieron todos salir a huelga demandando la restitución de los trabajadores y el reconocimiento oficial de su sindicato.
La huelgo comienza, el país observa
A los inicios de marzo de 1969, los 400 trabajadores del nuevo Local 1199B en Charleston se unió al piqueteo. Los efectivos de Charleston respondieron rápidamente con un interdicto contra los huelguistas, limitando su habilidad de piquetear. Moultrie dijo a un mitin de apoyo en un estadio local en respuesta a la limitación legal: “es como sólo podríamos poner cinco personas en este campo de portería a portería. Pienso que hasta el gobernador, tan despacio que es, podría cruzar tal línea del piquete”.
De todos modos, el sindicato nunca esperaba ganar la lucha sólo en la línea del piquete. En Nueva York, la Local 1199 tenía una relación cercana con la Conferencia de Líderes Cristianos del Sur (SCLC por sus iniciales en inglés) formado por Martin Luther King Jr., quien una vez llamó la Local 1199 su “sindicato favorito”.
La Local 1199 invitó a la SCLC a unirse con la lucha de Charleston, y la organización de derechos civiles respondió haciendo a Charleston su enfoque central de trabajo. Similar a las otras campañas de gran escala que la SCLC había organizado durante la era de los derechos civiles, ellos aspiraron, junto con la Local 1199, a hacer a Charleston casi ingobernable, usando manifestaciones masivas y otras tácticas para paralizar la ciudad económicamente.
Marchas masivas comenzaron después del interdicto por el juez y continuaron durante la huelga; para la primavera, actividades fueron incrementadas considerablemente con un periodo durante el fin de abril que vio 10 marchas masivas en sólo 6 días. El Día de la Madres en 1969 vio una marcha de 10.000 residentes de Charleston, la mayoría afroamericanos, con líderes importantes nacionales como Walter Reuther de los United Autoworkers y Coretta Scott King. La SCLC también creó tácticas económicas para llenar los pasillos y en las tiendas locales.
En un segundo plano de las marchas masivas y otras acciones, Bill Saunders y otros usaron una “milicia comunitaria” para proteger a los huelguistas y manifestantes, también como acciones individualizadas. Estas acciones le puso en conflico con unos líderes de la campaña masiva pero actuó como otra forma de presión a los élites de la ciudad.
Para mayo, la lucha se había estancado, con los liberales del norte incrementando su llamado para mediación federal, algo que la administración de Nixon había señalado que estaba dispuesto hacer. Sin embargo, los aliados del Sur de Nixon estaban opuestos a esa posibilidad, previniendo un posible acuerdo en la última hora. Esto desencadenó una lucha intensa de dos semanas, que incluyó marchas por la noche donde frecuentemente enfrentó a la policía, hubo gran número de encarcelamientos, y antorchados varios edificios. La potencial para más disturbios sindicales fue significante, con trabajadores de los puertos considerando una huelga, y los partidarios de la Local 1199 preparándose para organizar la industria estatal de textiles.
Viendo la posibilidad de una lucha social más amplia, la administración de Nixon puso presión para que el hospital restituyera a los 12 trabajadores despedidos y otros huelguistas y que estableciera un proceso para quejas y una cooperativa de crédito. Esto puso fin a la huelga y los líderes sindicales sintieron que, aunque no tenían reconocimiento oficial, habían establecido una base sobre la cual trabajar.
Desafortunadamente, esta esperanza probó ser ilusoria cuando los administradores del hospital tomaron ventaja de las divisiones entre los trabajadores después de la huelga y la pérdida de la atención nacional comenzó a eliminar la influencia del sindicato. Hasta hoy en día, los trabajadores de los hospitales no han sido sindicalizados.
Lecciones de una derrota
Entonces, ¿fue la huelga una derrota? Aunque no obtuvo sus metas principales, los efectos inmediatos de la huelga fueron significantes. En Charleston, la huelga ayudó politizar a la población afroamericana, con un incremento en registración del voto, y la elección de los dos primeros afroamericanos en la legislatura estatal.
Sólo unos pocos meses después del fin de la lucha de Charleston, la Local 1199 había organizado 7.000 trabajadores en todos los hospitales de Baltimore, Maryland cuando la administración y los oficiales municipales decidieron que no querían “otra Charleston”. Otros intentos de organizar un sindicato en la región del medio-atlántico usaron el impulso de Charleston para organizar trabajadores en Philadelphia, Pennsylvania y por toda Nueva Inglaterra.
No era una sorpresa que otros hospitales y ciudades ofrecieron poca resistencia. Los trabajadores de Charleston habían ganado una victoria parcial en una de las bastiones claves del Sur conservador. Tomó casi todo el poder del gobierno estatal y la intervención de las autoridades federales para prevenir que 400 trabajadores huelguistas empujaran a todo el estado a un levantamiento. Esto claramente influenció a oficiales en otras partes.
Esto es el legado de la huelga de los trabajadores de los hospitales de Charleston en 1969: incluso cuando la batalla inmediata terminó en una derrota, la acción combinada de la gente trabajadora, oprimida y empobrecida es nuestra arma más poderosa contra la fuerza combinada de la clase capitalista, sus cortes, los políticos, y los medios.