El desempleo extremadamente alto y la creciente pobreza, las tendencias económicas que han caracterizado los últimos cuatro años, normalmente hubieran condenado a un presidente en mando. Sin embargo, Barack Obama fue reelegido para un segundo mandato, principalmente porque la mayoría de la población temía y rechazaba el programa de Romney, Ryan y la extrema derecha. El presidente Obama fue el beneficiario de un cambio progresivo en las actitudes populares en los Estados Unidos y la composición del electorado del país.
Noventa y tres por ciento de los votantes afroamericanos, 75 por ciento de los latinos y el 74 por ciento de los asiático-americanos apoyaron a Obama. Romney obtuvo una mayoría considerable de los votantes blancos, más que McCain en 2008 y similar a la tasa de Bush sobre Kerry en 2004, pero decenas de millones de personas de raza blanca de todas las clases sociales también votaron en favor de Obama. El cincuenta y cinco por ciento de las mujeres, el 60 por ciento de los jóvenes entre los 18 y 29 años de edad y el 77 por ciento de las personas lesbianas, gays, bisexuales y personas transgénero votaron a favor de su reelección.
En una encuesta de salida muy importante, el 66 por ciento de los votantes dijeron que estaban a favor de un “camino a la ciudadanía” para los indocumentados. La mayoría del electorado apoya el derecho al aborto. Por primera vez, la opinión mayoritaria en todo el país apoya la igualdad de matrimonio para las personas LGBT, no sólo a las uniones civiles. Los votantes de Maine, Maryland y Washington aprobaron medidas sometidas a votación para la legalización de los matrimonios del mismo sexo, y los votantes de Minnesota rechazaron una enmienda constitucional que define el matrimonio limitándolo entre un hombre y una mujer. Esta es la primera vez que en todo el estado han ganado las votaciones populares sobre la igualdad de matrimonio.
El presidente Obama fue el beneficiario del enorme esfuerzo organizado por los sindicatos, los mismos que movilizaron trabajadores en todo el país tocando de puerta en puerta, haciendo llamadas telefónicas en apoyo al presidente. Los miembros de sindicato votaron por él en un margen de más de 2 a 1.
El Partido Demócrata y la contradicción con su base
Tanto los republicanos como los demócratas son partidos capitalistas de la clase dominante. El presidente, en este caso el presidente Obama, es el administrador general del estado capitalista. Este estado existe para servir a los intereses de la clase capitalista y para luchar por sus intereses a nivel mundial. Ambos partidos en el poder sirven a los intereses de los grandes bancos, las compañías petroleras y el complejo militar-industrial. Son igualmente imperialistas. El partido Demócrata y el Republicano apoyan las guerras interminables, las ocupaciones, los ataques con aviones no tripulados, las sanciones económicas y todas las otras tácticas en el arsenal imperialista contra los pueblos y las naciones oprimidos del mundo.
La gran mayoría de las personas que votaron por el presidente Obama y el Partido Demócrata no lo hicieron porque están a favor del mandato de Wall Street. Ellos no lo hicieron porque apoyan los ataques con drones en Pakistán o Yemen, el bombardeo de Libia o la ocupación de Afganistán. La victoria del presidente Obama no se produjo a causa de un apoyo masivo a la política reaccionaria de su administración.
¿Por qué, entonces, tantos votaron por los demócratas el 6 de noviembre?
Esto fue el resultado del miedo y el odio sentido por una gran parte de la población al programa de Romney, que es un emblema de la supremacía blanca, racista antiinmigrante, y hostil a los derechos de la mujer, a los derechos LGBT y a los sindicatos.
Por eso podemos decir que estamos viendo un cambio progresivo de actitud de la población y en la composición del país. Esto es así, a pesar de que el Partido Demócrata sigue siendo totalmente imperialista y ha decidido llevar a cabo el programa derechista de Wall Street que conduce a una disminución adicional de las condiciones de vida. A pesar de las celebraciones populares momentáneas por la victoria de los demócratas, esta contradicción entre las aspiraciones del pueblo y el programa del Partido Demócrata debe salir a la luz.
¿Qué es lo que sucede después?
Después de haber ganado la reelección, el presidente Obama y el Partido Demócrata buscarán en los próximos meses llegar a un acuerdo con los republicanos y la extrema derecha para llevar a cabo el programa básico de los bancos y corporaciones, que consiste en recortar programas sociales vitales, incluyendo el Seguro Social y Medicare, y transferir la carga económica de la actual crisis sobre las espaldas de la clase trabajadora.
A pesar del papel central de los sindicatos en el esfuerzo de su reelección, muchos gobiernos estatales, e incluso algunos dirigidos por gobernadores del Partido Demócrata, planean restringir los derechos sindicales mientras continúan con los despidos masivos de trabajadores del sector público.
El establecimiento imperialista estaba esperando que se acabe el ciclo electoral para intensificar la guerra para el “cambio de régimen” en Siria. El presidente Obama, sabiendo que el país está “cansado de la guerra” y que se opone a una nueva intervención, puso el asunto al lado para evitar el problema antes de la elección, al igual que Romney. Pero en un plan coordinado con el imperialismo británico — anunció la mañana después de las elecciones — que las potencias de la OTAN están tomando medidas para intensificar su propia intervención directa.
Las principales luchas están en el horizonte: La oposición a la intervención intensificada en Siria y a las amenazas de guerra contra otros países; la oposición a la lucha contra los recortes presupuestarios letales que vendrán a nivel federal, estatal y local; la resistencia a la epidemia de la brutalidad policial racista y el encarcelamiento masivo, que son problemas nunca mencionados, ya sea Romney u Obama en la campaña. Hay las luchas en defensa a los derechos de las mujeres, que siguen siendo objetivo de ataques en todo el país; por los derechos plenos para los inmigrantes y la plena igualdad de las personas LGBT que aún enfrentan la intolerancia y la violencia generalizada. Y muchas más.
El elemento clave en el progreso real no es la urna, sino los movimientos de las masas en las calles, en los lugares de trabajo, en las comunidades y en las escuelas. El Partido Socialismo y Liberación se dedica a la construcción de ese movimiento.