Através de los Estados Unidos, quienes son y quienes fueron estudiantes, deben a los bancos y otras instituciones financieras miles de millones de dólares por haber decidido continuar con una educación universitaria. El estudiante se gradúa debe cerca de $25.000. Aproximadamente dos de cada tres estudiantes tiene que sacar préstamos para poder continuar con sus estudios. La deuda promedia, después de incluir los ajustes por la inflación, se ha duplicado durante la última década. Las deudas por préstamos para el estudio constituyen la fuente más grande de deudas personales en el país. Recientemente sobrepasaron a las deudas por tarjetas de crédito, automóviles y las deudas hipotecarias.
Para empeorar la situación, las deudas estudiantiles podrían generar una crisis económica en el futuro. Es muy posible que muchos estudiantes no terminen de pagar sus préstamos contraídos a crédito, especialmente por el panorama sombrío en el mercado laboral de empleos a que se enfrentan los estudiantes una vez que se gradúan. Dicho escenario puede conducir al resto de la economía a una estrepitosa caída. Un proceso similar tomó lugar en el mercado de bienes y raíces que resultó en la recesión actual.
La acumulación de grandes montos de deuda al comienzo de la mayoría de edad es uno de los temas más apremiantes que enfrenta la juventud. ¿Pero qué se puede hacer al respecto? El Partido por el Socialismo y Liberación apoya incondicionalmente la demanda del creciente movimiento estudiantil—cancelar todas las deudas estudiantiles. A pesar de la mezcla de horror y rechazo que provoca esta demanda en las esferas de los politiqueros, dicha demanda es completamente posible, siempre y cuando no nos dejemos ser atados a la supuesta inviolabilidad de relaciones de la propiedad privada del capitalismo.
Las deudas de los estudiantes podrían ser canceladas inmediatamente si tomamos las grandes instituciones financieras que expiden los préstamos. Al expropiar los bancos acabaríamos con las ganancias privadas en este asunto, y en su lugar, las decisiones estarían basadas en satisfacer las necesidades humanas. La administración democrática por parte de la clase trabajadora y nuestros aliados aseguraría que la liquidación de las deudas ya no fuera un problema. La sociedad no tendría que mantener el lujoso estilo de vida de los banqueros parásitos. De esta forma se tomarían los primeros pasos para abolir las relaciones de propiedad capitalista y pasar a la planificación democrática de la producción y la distribución en favor del bienestar social.
Los politiqueros del Partido Demócrata han hecho una variedad de propuestas relacionadas con el tema—los intereses más bajos, los pagos basados en los ingresos económicos, el perdón de las deudas después de hacer pagos durante 20 años y varias cosas por el estilo. El gobierno de Obama eliminó $60 millones que se le dio a los bancos para administrar préstamos e incremento en la asistencia directa a los estudiantes pobres. Pero todas esta medidas intencionalmente evitan tratar la causa del problema—bajo el capitalismo la educación es utilizada como una mercancía.
A menudo en los Estados Unidos, la educación universitaria solamente está disponible para aquellos que tienen dinero o para los que están dispuestos a obtener créditos que nunca podrán terminar de pagar. Por supuesto, poder cambiar esta dinámica para que la educación sea más accesible para la clase trabajadora es algo positivo y necesario apoyar. Sin embargo, mientras los préstamos para la educación continúen siendo una fuente de ganancias, es de esperarse que los capitalistas continúen explotando esta oportunidad.
Como partidarios que somos de la clase trabajadora, de la juventud y de todo sector oprimido de la sociedad bajo el capitalismo, desde nuestro punto de vista, la educación es un derecho básico. La educación es esencial para nuestra dignidad y sentido de respeto por si mismo. Los seres humanos tenemos una habilidad increíble para aprender, enseñar y escalar los límites del conocimiento. Negarle a alguna persona la oportunidad de participar en este proceso creador y liberador por el simple hecho de no tener suficiente dinero es algo inescrupuloso.
Las deudas estudiantiles son el subproducto de este sistema desigual e injusto. Pero como cualquier otra injusticia, lo podemos rectificar si organizamos y luchamos. Nos adherimos a los miles de organizadores estudiantiles y personas progresistas cuando decimos “cancelar todas las deudas estudiantiles”, no es una muestra de irresponsabilidad, si no como una afirmación de nuestros derechos básicos.