Las décadas de políticas de “cero tolerancia” en las escuelas han tenido un enorme impacto sobre el sistema educativo del país y el tratamiento de jóvenes latinos y afro-americanos en particular.
Al mismo tiempo que el sistema de justicia penal se enfocó en sentencias mandatarias y el encarcelamiento masivo, las doctrinas de “cero tolerancia” en las escuelas requirieron severas acciones disciplinarias que incluían suspensiones, expulsiones, y arrestos. Muchas de las ofensas que antes se consideraban como mal comportamiento ahora se declaran como “crímenes” y demandan la intervención de oficiales de la ley. Hay más departamentos de policía con fuerzas armadas en las escuelas que utilizan cámaras de vigilancia, detectores de metales, perros anti-droga, y esculcaciones aleatorias de sus estudiantes.
Como resultado, los estudiantes en las comunidades oprimidas interactúan con el sistema de justicia penal a una edad prematura, y seguido tienen un expediente para cuando se gradúan. Por lo menos 70 por ciento de estudiantes arrestados en la escuela o llevados a la policía era afroamericano o latino. (Huffington Post, 13 de marzo, 2012)
Los estudiantes con necesidades especiales también han enfrentado muchos castigos severos. Los estudiantes de educación especial representan 8,6 por ciento de los estudiantes en la escuela pública, pero 32 por ciento de jóvenes en detención juvenil al nivel nacional. Los estudiantes afro-americanos con desabilidades de aprendizaje son tres veces más probables de ser suspendidos que estudiantes blancos con desabilidades de aprendizaje y cuatro veces más probables de terminar en centros de correcciones (NYCLU, School to Prison Pipeline).
Según Russel Skiba, un profesor de educación de la Universidad de Indiana, “Las estadísticas muestran que la desproporcionalidad [en la disciplina] de afro-americanos se encuentra a su nivel más alto y está incrementando”. (Huffington Post)
George Galvis, un activista en el asunto de los prisiones de Oakland, Calif., explicó el 8 de enero en un artículo en “Rethinking Schools”: “Entre más policías se encuentran en las escuelas, caminando entre los pasillos y revisando grabaciones de vigilancia, más cosas que constituyen un crimen incrementan. Y mucho de lo que se considera ‘la manera en que jóvenes actúan’ vs. un comportamiento criminal tiene mucho que ver con la raza. Siempre pienso de las peleas que surgen en las fraternidades en el campus de Cal (la Universidad de California en Berkeley), y como estas peleas se interpretan en contraste a lo que la policía considera peleas relacionadas con pandillas, aunque el comportamiento es igual”.
Como está esto ligado al capitalismo
Las escuelas públicas fueron creadas en el siglo 19 para entrenar a los jóvenes de la clase obrera con las habilidades técnicas y manuales y al mismo tiempo crear una disciplina autoritaria de trabajo para llenar las filas de una fuerza laboral creciente e incrementar la productividad de la clase capitalista.
Sin embargo, durante las últimas décadas, la economía variable de la alta tecnología ha eliminado y exportado a millones de trabajos. Un cierto número de jóvenes obreros lucharon para entrar al colegio y obtuvieron posiciones profesionales, pero muchos rápidamente aprendieron que los únicos trabajos disponibles para ellos se encontraban en el sector de servicios que se caracteriza por bajos sueldos y de ser permanentemente inestables.
Las comunidades oprimidas de afro-americanos y latinos por su mayoría han sido canalizados hacia esta categoría, o en las filas de los permanentemente desempleados. Las grandes corporaciones—y sus políticos lambe-botas—en general miran a estas comunidades como la población excedente de trabajadores “indeseables”. Esto es el material de base por dos fenómenos profundamente relacionados: 1) el fenómeno de la encarcelación masiva, por el cual el estado encarcela sus trabajadores “excedentes”, y 2) el sistema educativo altamente desigual del país.
Mientras que el sistema de escuelas públicas en las comunidades oprimidas están siendo cada vez más desconectadas de oportunidades de trabajos, y los distritos escolares de altos recursos enviando a sus estudiantes a la educación avanzada, las escuelas pobres vienen siendo penetradas por las fuerzas de represión del estado: la policía, las cortes, y el sistema de cárceles. En vez de que la escuela ofrezca oportunidades para el avance social de todos, frecuentemente sirve para clasificar quien puede ser integrado a la sociedad, y quien se quedará afuera, con jóvenes “de alto riesgo” usualmente están puestos en vías rápidas hacia el sistema de prisiones.
En los últimos años, muchos progresistas han referido a esto como un conducto de la escuela a la prisión, pero lo hacen seguido sin identificar que es un síntoma del capitalismo en la era actual.
Lo datos de la Oficina de Derechos Civiles bajo el Departamento de Educación federal muestran que el número de estudiantes suspendidos o expulsados de las escuelas casi se ha duplicado de 1,7 millones en 1974 a 3 millones de estudiantes en el 2000.
Antes de la década de 1980, con excepto de las más serias violaciones, la mal conducta generalmente fue disciplinada dentro de la escuela. Decisiones de la Corte Suprema repetidamente afirmaron los derechos de la Cuarta Enmienda de los estudiantes, desalentando a los administradores de esculcar a los estudiantes sin causa probable.
A la vuelta del siglo veinte, todo esto cambió drásticamente. La legislación federal, apoyada por decisiones de la Corte Suprema, ligó los fondos del distrito con la adopción de “medidas de seguridad” intensificadas. Los estudiantes fueron robados de muchos de sus derechos a la privacidad y el debido proceso.
El PSL llama al desmantelamiento del complejo industrial de prisiones y la conducción de las escuelas a las prisiones. Nos oponemos a las políticas de la justicia penal hipócritas de “cero tolerancias” y la racista Guerra contra las Drogas, que deja a los criminales verdaderos y los narcotraficantes en Wall Street sin castigo. Luchamos por un sistema nuevo, socialismo, en el cual gente pobre y trabajadora tienen el poder, controlan y planifican su economía y el sistema de educación para el beneficio de todos.
Desconectadas de oportunidades de trabajos, las escuelas públicas vienen siendo penetradas por las fuerzas de represión del estado como la policía.