En una sociedad donde se invierten miles de millones de dólares en guerra, la cárcel y la policía, es realmente criminal que el pueblo carece de las necesidades básicas de la vida. Y crimen es precisamente la palabra que describe al sistema capitalista. En los Estados Unidos, la pobreza afecta a 46 millones de personas, aproximadamente el 15% de la población—eso es si aceptamos la absurda manera en que el gobierno determina el nivel de pobreza.
Si ignoramos las ridículas afirmaciones del Departamento de Salud y Servicios Sociales, que una familia de cuatro puede sobrevivir con $22,000 anuales; nos daremos cuenta de que los niveles de pobreza son aún más elevados. Si utilizamos otro método más razonable para medir la pobreza, y definimos a una familia pobre como a toda familia que se hunda bajo los niveles de pobreza establecidos por el gobierno a causa de una emergencia—como una enfermedad grave o pérdida del empleo—observaremos que el 43% de los hogares están en la pobreza.
Como todas las injusticias engendradas en el sistema capitalista, se nos presenta a la pobreza como una característica natural e inevitable de la sociedad. La línea racista, hipócrita y derechista nos repite que “hay que lograr salir adelante por el propio esfuerzo de uno,” y “los pobres son así por que son irresponsables.” Por otro lado, los que justifican al capitalismo dentro de las tendencias liberales y de la socialdemocracia, argumentan que lo único malo del capitalismo es que los pobres han sido marginalizados. Ellos argumentan que a los pobres hay que incorporarlos a la sociedad por medio de programas y normas sociales que le darán al capitalismo una índole más humana.
Pero de hecho, el problema es todo lo contrario. Los pobres sufren precisamente porque son parte de un sistema social al cual Marx describió como un sistema basado en la “acumulación de riquezas en un polo” y la “acumulación de miseria en el otro”. Los trabajadores pobres son parte integral del sistema. A cambio de las inmensas riquezas que producen y por la cuales son explotados al máximo, los trabajadores solamente reciben una mínima fracción de todo lo producido.
Los desempleados, el “ejercito laboral de reserva”, también son parte integral de esta sociedad. Apenas se mantienen vivos, subsistiendo en condiciones de carencia, su reactivación laboral depende de la merced de la producción capitalista y de la fase en que se encuentre el ciclo industrial.
Determinar cómo funciona la creación y la distribución de la riqueza bajo el capitalismo no es tan difícil. Todos los productos y servicios son producidos por la fuerza colectiva de la clase trabajadora. La clase capitalista determina la distribución de lo producido porque son los dueños—por simple posesión—de las fábricas, las oficinas, la materia prima y todo lo necesario para generar riquezas. Los capitalistas intentan pagarles a los trabajadores lo menos posible y embolsarse todo lo que puedan. Más para los patrones significa menos para los trabajadores—verda-deramente es así de sencillo.
Los economistas de derecha argumentan que “cuando la economía crece todo el mundo prospera,” que cuando una empresa es rentable, la prosperidad beneficia a sus empleados. La esencia de este argumento es la creencia de que durante ese auge económico, los nobles y generosos capitalistas sentirán obligación de pagarle más a sus empleados si las ganancias aumenten.
Aún si el crecimiento económico real le de a los trabajadores más ventajas para luchar por mejores condiciones y salarios, la clase capitalista siempre tratará de explotar más a los trabajadores, inclusive más aun que cuando no haya crecimiento.
No obstante, aunque los capitalistas intentan empobrecer a cuantos trabajadores puedan para maximizar sus ganancias, en algunas ocasiones los capitalistas responden a las luchas de las masas y conceden reformas para atenuar la pobreza y de esta manera proteger al sistema capitalista.
La solución socialista
Una sociedad socialista elimina las relaciones injustas entre labor y capital que generan la pobreza. Al despojar a los capitalistas de su derecho a explotar al trabajador, la clase trabajadora estaría en condiciones para decidir cómo serían utilizados los frutos de nuestro trabajo. Sin duda, bajo este nuevo sistema nadie carecerá de ninguna necesidad básica.
Esto puede lograrse por medio de una economía planificada. En vez de ser propiedad privada de la clase capitalista, todos los medios relacionados con la producción de riquezas serían propiedad de toda la sociedad. Através de un proceso democrático para tomar decisiones y en consulta con las organizaciones de masas del pueblo, se diseñaría un plan para la distribución de la riqueza para que todos tengan salud, educación, vivienda, empleo y cualquiera necesidad para una vida digna.
Actualmente, sobran los recursos para satisfacer las necesidades de toda la sociedad, pero cuando liberemos al vasto potencial creador humano de la demoledora enajenación y opresión del capitalismo, la capacidad de una economía socialista para satisfacer las necesidades de la humanidad, mientras simultáneamente protege al medioambiente, crecerá enormemente. Recibir educación gratuita desde la edad preescolar hasta la universidad permitirá que la innovación tecnológica florezca.
Esto no es una visualización utópica—en las economías socialistas y planificadas se utilizan todos los recursos para eliminar la pobreza, a pesar de la atroz agresión de las potencias imperialistas del mundo. Inmediatamente después de la Revolución Rusa, el nuevo gobierno soviético luchó para garantizar empleo para todos los trabajadores y estableció una extensiva red de servicios y la seguridad social, eliminando a la pobreza.
A pesar del devastador bloqueo impuesto por Estados Unidos y de siglos del subdesarrollo y del colonialismo, Cuba socialista alcanzó el lugar número 17 en el Indicador de Pobreza Humana, significando gran disminución de la pobreza. Aunque los exorbitantes gastos médicos son la principal causa de la bancarrota personal en Estados Unidos, toda la población en Cuba tiene acceso a la salud gratuita y de alta calidad. Por esta razón, los cubanos disfrutan de una baja tasa de mortalidad materna e infantil, y gozan de largas expectativas de vida.
El pueblo de Cuba, la Unión Soviética y otros países fue ron capaces de eliminar la pobreza porque se organizaron y lucharon—no para reformar al sistema existente, pero para hacer la revolución. El pueblo trabajador en Estados Unidos puede eliminar la pobreza de una vez y dar paso a una nueva era de paz, igualdad y prosperidad. Para lograrlo, tenemos que luchar por el socialismo.