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Fases de estrategia imperialista en África

Durante la mayor parte de la última década, el Gobierno Federal Transicional de Somalia ha fracasado en gobernar hasta en lo más mínimo. Su dominio sólo se ha extendido poco más de unas cuadras de la capital, Mogadiscio, sin importar que el GFT continua recibiendo fondos y armas de los Estados Unidos y otras naciones occidentales. Los Estados Unidos maneja la cárcel de la CIA en Mogadiscio y agresivamente usa ataques con aviones sin-piloto por toda la parte sur del país. Como si esto no fuera suficiente, el apoyo estadounidense siguió numerosas invasiones regionales e intervenciones que han mantenido al país dividido, empobrecido, y arruinado por la violencia.

Las acciones de los EE.UU. en Somalia son típicas del comportamiento imperialista occidental hacia África desde el periodo colonial. Las políticas imperialistas han estado concernidas no con el bienestar o humanidad de los africanos, sino con la riqueza que se da gracias a los recursos y labor de África, igual que la posición general geoestratégica.

Durante la década de los 1870, los poderes europeos habían estado explotando a África por cientos de años. La esclavización de los pueblos africanos y el posterior comercio de mercancias resultaron en contactos extensivos entre europeos y africanos, pero trajo poco control directo occidental fuera de las colonias costales de comercio y estados siervos africanos.

Para el fin de los 1870, la estrategia imperialista cambió. Unas cuantas naciones se movieron agresivamente para poner enormes secciones del rico interior africano bajo sus esferas de autoridad. El rey Leopold de Bélgica, en particular, buscó controlar regiones a los cuales Francia y Portugal también habían hecho un tipo de reclamo, y los cuales Alemania e Inglaterra querían abrir a sus comerciantes.

La Conferencia de Berlín reparte a África

Esto resultó en la conferencia de Berlín de 1884-1885, donde los poderes imperialistas europeos se unieron para discutir este tema, bajo la finta cínica de ser una conferencia para poner fin a la esclavitud en el continente africano.  La conferencia de Berlín puso el área hoy conocida como la República Democrática del Congo bajo el control personal del rey Leopold, pero la dejaron abierta a inversión por parte de todos. La conferencia delineó las fronteras generales del futuro control colonial, asignando ciertos países imperialistas esferas de influencia.

Adicionalmente, la conferencia estableció reglas requiriendo una presencia física del poder colonial en un área que se hubiese reclamado para poder mantener un control absoluto. Esto resultó en casi dos décadas de sermones, intrigas, matanzas, y saqueos mientras los poderes europeos consolidaban control sobre sus áreas particulares de “influencia”. Esta época fue testigo de una supresión viciosa contra la resistencia africana y el establecimiento de colonias de las cuales los imperialistas europeos controlaban directamente la tierra, recursos, y los pueblos.

Después de la Segunda Guerra Mundial

La creciente ola de nacionalismo africano siguiendo la Segunda Guerra Mundial requería cambiar la estrategia imperialista, a la vez que observaba la entrada de un nuevo jugador: los Estados Unidos. El neo-colonialismo se hizo la norma mientras que los poderes occidentales usaron las previas redes y el patrocinio de la Guerra Fría para establecer nuevas esferas de influencia en las naciones gobernadas por los élites pro-imperialistas quienes abrieron sus países al capital imperialista. Los Estados Unidos también apoyó los baluartes de la supremacía blanca en Sudáfrica, Rhodesia, y en las colonias portuguesas al sur de África.

Otros nacionalistas más militantes y socialistas revolucionarios buscaron la ayuda del campo socialista y otros países en desarrollo, queriendo desarrollar los antiguos territorios coloniales en vez de perpetuar la dominación “norte-sur” de las economías africanas.

La caída de la Unión Soviética aceleró considerable el cambio imperialista hacia la neo-colonización, porque los estados africanos radicales perdieron su contra-balance internacional frente a los Estados Unidos y Europa. La previa existencia del bloque socialista permitía a los estados africanos un espacio más ámplio para maniobrar.

El proyecto neo-colonial en África

Es en este contexto que las naciones imperialistas usan su control sobre los términos de comercio, asistencia de desarrollo, fondos militares, y finalmente, la amenaza de fuerza armada en mantener el proyecto neo-colonial.

Del otro lado, el surgimiento de poderes regionales en el continente africano que por la corporación del “sur-a-sur” con otras naciones en desarrollo, y con el incremento de recursos por casi una década, reforzado especialmente por las relaciones comerciales ampliadas con China, ha cambiado la ecuación un poco, tanto que hasta los aliados occidentales pueden actuar con más independencia.
Los Estados Unidos usa la “cooperación de seguridad” como un punto significante de apalancamiento. Su nuevo comando militar, U.S. AFRICOM, es una fuerza masiva diseñada para intervenir en los asuntos internos de paises africanos, usualmente bajo la vestimenta de la “guerra contra el terror.” En el año pasado, os poderes estadounidenses y europeos tomaron ventaja de los conflictos internos para lanzar golpes en Libia y la Costa de Marfil.

El tema principal subrayando las acciones imperialistas en África es el deseo de controlar los recursos minerales, negando ventajas a enemigos y manteniendo control sobre áreas importantes como el Cuerno de África que bordea rutas importantes de comercio. Al final de cuentas, la política occidental en África no está dirigida por una ideología de esta o la otra administración, sino por la insaciable codicia del sistema por ganancias. Entonces, para rectificar cientos de años de crímenes cometidos contra el continente africano se va a requerir más que una nueva política extranjera—requerirá un cambio sistemático.

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