Hace
126 años que los dirigentes de 14 potencias capitalistas en Europa,
más los Estados Unidos, celebraron una conferencia en Berlín para
elaborar la repartición entre ellos de todas las tierras y los
vastos recursos del continente africano, en calidad de colonias y
zonas de control. No fueron invitados personajes africanos a
la conferencia.
La
Conferencia de Berlín de 1884, más que cualquier otro hecho, fue
emblemático de la dinámica transformación del capitalismo en un
sistema de imperialismo global.
Para
1902, el 90 por ciento del territorio de África estaba bajo control
europeo. La autodeterminación africana fue erradicada en la mayor
parte del continente. Sólo Etiopía permanecía independiente.
Liberia también era calificada como independiente, pero en la
realidad estaba bajo el control de los Estados Unidos.
La
denominada “Pelea por África” entre Inglaterra, Francia,
Bélgica, Italia, Alemania, los Estados Unidos y las otras potencias
capitalistas aseguró el crecimiento y enriquecimiento de la clase
capitalista de hoy, que comprendía los propietarios de los más
grandes bancos, consorcios y monopolios.
África
fue saqueada y pillada y, como consecuencia, los capitalistas
occidentales comenzaron el siglo 20 con las más grandes fortunas que
se habían visto en toda la historia.
La
‘Pelea por África’ continua
Uno
no puede sino pensar en la Conferencia de Berlín de 1884 cuando
analiza la Conferencia de Londres de 2011, que se celebró el 29 de
marzo este año. La convocaron los mismos gobiernos imperialistas que
participaron en la reunión de 1884. Esta vez sí, invitaron a los
africanos, pero la Unión Africana rehusó asistir. De hecho,
faltaron casi todas las naciones africanas, y sólo Túnez y
Marruecos enviaron representantes.
Aunque
China, Rusia, India y Pakistán decidieron no asistir a la
Conferencia de Londres sobre Libia, el titular de la portada del
Washington Post rezaba, “Líderes mundiales señalan que seguirá
la campaña militar hasta lograr el derrocamiento” [de Gaddafi].
El diario sugiere que “líderes” del mundo se reunieran y
tomaran la decisión de seguir bombardeando el país hasta aplastar
al gobierno actual y cambiarlo por uno que el imperialismo encuentre
aceptable.
Es
difícil imaginarse una actitud más arrogante. Los grandes pensantes
del Washington Post quieren decirnos quiénes son los “líderes
mundiales”, a pesar de que la mayor parte de África, China,
Rusia e India se ausentan y, de hecho, se oponen al bombardeo
despiadado de Libia que tiene como fin acabar con su soberanía.
Para
evitar dar la impresión de que estemos haciendo una analogía exacta
entre la Conferencia de Berlín de 1884 y el que se realizó el 29 de
marzo, vale la pena reconocer que han cambiado algunas cosas desde
1884.
Los
imperialistas que se reunieron en Berlín, por ejemplo, no tuvieron
que perder su tiempo fingiendo que les importaran los derechos
humanos de los africanos, ni menos la democracia en África. Los
banqueros y magnates de siglo 19 podían hablar francamente acerca de
sus “intereses vitales” sin ocultar sus ambiciones
coloniales para pillar los territorios, recursos y mano de obra de
África. Poco les importaba en 1884 la “opinión pública”.
A
diferencia de entonces, las proclamaciones públicas por parte de los
gobiernos imperialistas de hoy tienen que jurar que no tienen
intereses imperiales ni materiales cuando invaden, bombardean y
ocupan países, y que sus motivos son puros — salvar vidas y
fomentar la libertad. En el caso de Libia, les motiva la necesidad de
“proteger las vidas civiles”.
Otra
diferencia principal es la emergencia del neocolonialismo como
sustituto para el colonialismo antiguo. Los levantamientos
anticoloniales en las décadas de 1940, 1950 y 1960 por los pueblos
de África, Asia y el Medio Oriente coincidieron con el
debilitamiento de Inglaterra, Francia y el resto de las potencias
capitalistas como consecuencia de la destrucción que sufrieron en la
Segunda Guerra Mundial. Mientras las potencias imperialistas trataban
de suprimir los movimientos anticoloniales, aquellos que se resistían
al colonialismo recibían apoyo material de la Unión Soviética
China, Corea del Norte, Alemania Oriental, Checoslovaquia y, más
tarde, Cuba. Las colonias lograron su independencia formal.
‘Intereses
vitales’ en Libia
Libia
había sido colonia de Italia y fue ocupada por fuerzas británicas y
francesas en 1942. La Organización de las Naciones Unidas ratificó
la independencia de Libia en 1951 bajo el gobierno de un monarca
heredero. En 1969 Gaddafi dirigió un golpe militar que derrocó esta
monarquía.
Libia
tiene las más grandes reservas de petróleo de África. También
forma parte del Medio Oriente, rico en recursos petroleros, que el
imperialismo estadounidense considera como región codiciada que
requiere el ejercicio del control al estilo colonial. Eso es lo que
quiere decir el Secretario de Defensa Robert Gates cuando repite a
cada rato en la televisión que Libia está siendo bombardeado porque
la región representa un “interés vital” de los Estados
Unidos.
La
Conferencia de Londres está bajo el dominio de los imperialistas y
de las antiguas potencias coloniales. Quieren instalar un gobierno
títere en Trípoli o, como alternativa, partir al país y crear un
gobierno lacayo o títere que gobierne Benghazi y el oriente de Libia
que está rico en petróleo. El nuevo líder militar de las fuerzas
rebeldes de Libia acaba de llegar a Benghazi después de haber pasado
las últimas dos décadas en un suburbio de Virginia, de acuerdo con
un reportaje publicado el 26 de marzo en los periódicos McClatchy.
Los
Estados Unidos, Inglaterra y Francia han gastado más de $600
millones lanzando bombas y misiles contra Libia sólo en la última
semana pasada. Pero no esperan, si son victoriosos, volverse el poder
colonialista en territorio libio. El ejercicio de su control
probablemente tomaría una forma diferente.
El
neocolonialismo: Viejos amos, nuevos métodos
El
colonialismo clásico consistía en la adquisición por parte de la
entidad colonialista del poder formal del estado, y con él las
obligaciones administrativas y militares formales y legales que
corresponden a un gobierno. El pueblo local suministra el personal,
funcionarios, burócratas y soldados bajo el mando de la autoridad
jerárquica de los colonizadores.
El
colonialismo clásico también era caracterizado por un control y una
dirección global de la economía local por parte de la entidad
colonialista con el fin de adquirir los recursos naturales, mano de
obra barata y acceso a los mercados para los intereses industriales y
comerciales del colonizador. Esta característica está igualmente
presente tanto en el colonialismo clásico como el neocolonialismo.
Kwame
Nkrumah, el primer presidente y primer ministro de Ghana, y un líder
del Movimiento Pan-Africano, describió las características de lo
que él llamaba el neocolonialismo: “La esencia del
neocolonialismo es que el Estado que está supeditado a él, es en
teoría, independiente y tiene todos los símbolos externos de la
soberanía nacional. En la realidad su sistema económico y por lo
tanto sus políticas son dirigidas desde afuera.
“Los
métodos y la forma de esta dirección pueden asumir varias formas.
Por ejemplo, en un caso extremo las tropas de la potencia imperial
pueden acuartelar el territorio del Estado neo-colonial y controlar
su gobierno. Más común, sin embargo, es que se ejerza el control
neocolonialista a través de medios económicos o monetarios”.
Kwame
Nkrumah fue derrocado en un golpe militar respaldado por la CIA en
1965 mientras hacía una visita de estado a China y Vietnam del
Norte. Nkrumah era un marxista y un pan-africanista. Fundador de la
Organización para la Unidad Africana (OUA), Nkrumah fue galardoneado
en 1963 con el Premio de la Paz Lenin, la versión soviética del
Premio Nóbel de la Paz. Cuando lo derrocó la CIA, todos los
gobiernos imperialistas del occidente se mostraron jubilosos. Así
su amor por la democracia.
La
guerra de bombardeos contra Libia hoy debería ser condenada sin
titubeos por todas las personas progresistas. Esta es una guerra de
los ricos. El orden imperialista global que se formó en la década
de 1880 y sigue hoy es el más grande violador de los derechos
humanos en todas partes y el gobierno EEUU es, en las famosas
palabras del Dr. Martin Luther King Jr., “el más grande
proveedor de la violencia en el mundo de hoy”.