Tanto los demócratas como los republicanos, han estado haciendo toda clase de maniobras para convencer a la clase trabajadora que es por nuestro bien, que debemos entregar, a una insignificante élite de banqueros y prestamistas ricos, cientos de billones de dólares de nuestros impuestos. A pesar de la furiosa protesta de las masas, por el complot creado por Wall Street para el gran robo, la dirigencia de los dos partidos, ahora está tratando de pasar, por segunda vez, por el Congreso, la confabulación del rescate.
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Sin embargo, una provisión que no duró mucho tiempo, fue desechada rápidamente del plan que pudo haber proporcionado, un alivio real a muchísimos propietarios de casas, que están cayendose en bancarrota. La medida hubiera podido flexionar las reglas del capítulo 13 de bancarrota, para que hubieran sido los jueces, en vez de los prestamistas, los que hubieran reajustado la tasa de interés de las hipotecas, para reducirlas a precios accesibles a su discreción y evitar la bancarrota.
Esta propuesta simple y accesible hubiera permitido que cientos de miles de propietarios de casa, se hubieran podido quedar con sus hogares; sin embargo, fue rechazada. ¿Por qué?
Si los jueces hubieran reducido la tasa de las hipotecas, hubieran rescatado a los que compraron casas—pero también, de un solo golpe y arbitrariamente, hubieran reducido, el valor de las ganancias de las ejecuciones hipotecarias de los banqueros y los prestamistas. Los propietarios de casa, aun tuvieran un techo en donde vivir, pero la decisión de obtener ganancias máximas hubiera sido socavada por la decisión judicial. Cuando los intereses de los trabajadores y de los capitalistas chocan, los políticos se ponen de lado de sus patrones de las corporaciones, y están listos para defender los intereses de los mismos.
La simpatía del gobierno frente al dilema de Wall Street va mano a mano, con su desprecio de las necesidades de los trabajadores, y solamente confirma que está completamente de lado de los bancos y las corporaciones. El gobierno federal, los candidatos, los banqueros y los prestamistas declaran que están interesados de corazón por los ?americanos comunes?, mientras que al mismo tiempo, todos ellos apoyan el robo del dinero de los impuestos para rescatar a los ricos.
¿Se pudo haber prevenido la crisis?
Si en la actualidad, se hubiera reducido la tasa de interés, se hubiera podido ayudar a los que compraron sus casas; entonces, ¿qué se hubiera podido hacer para prevenir que la crisis sucediera?
Uno de los principales factores que contribuyó a la crisis de las ejecuciones hipotecarias, fue la forma de hacer los préstamos llamadas ?subprime?. Las hipotecas tradicionales, tiene una tasa de interés fija y se espera que el pago total se haga en un determinado número de años. Los préstamos subprime, sin embargo, seducen a los acreedores con tasas de interés inicial “vacilantes” bajas, que son alteradas después de un intervalo de tres años, en el cual se aumenta significativamente los pagos mensuales.
Cuando las nuevas tasas de interés se implementaron, los pagos mensuales de los acreedores se dispararon. Millones de personas no pudieron continuar haciendo sus pagos y los bancos confiscaron sus viviendas; y, así fue como surgió la presente crisis hipotecaria, que ha tenido proporciones sin precedentes.
Sin embargo, se pudo haber declarado que se congelen a nivel nacional las tasas de interés. Esto hubiera permitido que millones de dueños de casa continuaran pagando sus hipotecas y quedarse con sus hogares, con lo cual, consecuentemente, se hubiese evitado el agudo incremento de indigentes. Los prestamistas hubieran continuado recibiendo sus pagos mensuales, aunque a una tasa más baja que la inicialmente anticipada. En toda la nación, los valores no habrían caído, permitiendo que millones de dueños de casa se salvaran de perder grandes porciones de su equidad que lo ganaron a base de mucho esfuerzo.
Tal medida no se hubiera aproximado para nada a un moratorio a las ejecuciones hipotecarias—el cual es indispensable y justificado—no obstante, ni siquiera esta modesta medida pudo ser implementada por el gobierno capitalista. Si es que Washington hubiera declarado que se congelen las tasas de interés, entonces, arbitrariamente, hubiera devaluado las ganancias de los grandes bancos. Los bancos inversionistas ya habían gastado fuertes sumas en seguros respaldados en las hipotecas y anticipaban grandes devoluciones basadas en las tasas de interés que habían sido reajustadas. Cualquier intervención por parte del gobierno en este sentido hubiera contradicho el papel de defensor de los intereses del capitalismo, entre los que se incluye, el sagrado derecho a obtener ganancias.
Eso hubiera sido un paso progresista, pero los políticos de carrera piensan que los impuestos pagados por los trabajadores están mejor invertidos rescatando a los ricos. Como las recientes acciones de Washington en Wall Street lo demuestran, este está dispuesto a absorber gigantescas cantidades de deuda. La pregunta es: ¿en beneficio de quién? Si lo puede hacer por los banqueros multimillonarios, ¿por qué no por los trabajadores dueños de casa?
Con aquellas opciones sobre el tapete, el gobierno, como era previsible, abandonó a los trabajadores a su suerte.
Un gobierno de, por, y para los multimillonarios
Los políticos de Washington están íntimamente relacionados con la industria banquera. Tanto la campaña de Obama como la de McCain están cargadas de dinero de Wall Street. Durante el mes de julio del año en curso, Obama recibió $9,9 millones de las industrias inversionistas de seguros. McCain recibió $6,9 millones en el mismo período. Contribuciones agregadas de los empleados de Goldman Sachs representan el principal recurso más grande para la campaña de Obama, y el presidente de Merrill Lynch hizo una entrega de más de medio millón de dólares a la campaña de McCain.
Hasta la legislación que aparenta ser progresista en la superficie, resulta en realidad, ser partidaria de los intereses de los capitalistas. La ?Ley de Prevención de Ejucución Hipotecaria? del senado, debería llamarse ?Ley de Beneficio para los Prestamistas y los Constructores?, ya que esta ley benefició a los banqueros y a las industrias constructoras, y no hizo nada por los dueños de casa. Así como se desechó la medida especial de bancarrota del plan de rescate, medidas que hubieran podido evitar que se hipotequen medio millón de casas, fueron eliminadas, a favor de la industria prestamista. Más del 90 por ciento de los gastos fueron en forma de devolución de impuestos para los negocios.
Este asunto expone la asociación de Washington con la Wall Street. La responsabilidad de las ejecuciones hipotecarias, recae directamente en los hombros de los banqueros, que atraparon a las familias de la clase obrera con tasas de interés altísimas, y luego apostaron frenéticamente en el juego de la compra y la venta especulativa. A pesar de todo lo sucedido, el gobierno está rescatando a Wall Street de sus apuestas y cargando la deuda en las espaldas de los que pagamos impuestos.
A pesar del cínico mensaje de cambio que ha sido predicado por los dos partidos gemelos de la Wall Street, está claro que Washingtón no saldrá a favor de los millones de trabajadores dueños de casa, que han sido despojados debido a las ejecuciones hipotecarias. Lo que es necesario para conseguir un cambio real es un movimiento de masas organizado que represente los intereses de la gran mayoría, la clase trabajadora.