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La victoria del presidente Maduro y la Revolución Bolivariana bajo amenaza del imperialismo estadounidense

Foto: Los venezolanos celebran el discurso de victoria de Nicolás Maduro en Caracas, Venezuela; foto de Zoe Alexandra.

A pesar de la victoria de reelección del presidente venezolano Nicolás Maduro el domingo, certificada por la Comisión Nacional Electoral (CNE), el candidato de la oposición de derecha Edmundo González de inmediato declaró fraudulentas las elecciones y se negó a aceptar el resultado, poniendo en marcha un estallido violento en las calles.

Este no es un ataque espontáneo, sino una operación planificada y multiforme cuyo autor es la CIA. 

A las 6 p. m. del lunes, la ultraderechista María Corina Machado realizó una conferencia de prensa con González, donde le atribuyó un fantástico 73% de votos a él, sin prueba ni evidencia, y sin forma de que la oposición haya contado las boletas en un día, como ella afirmó.

El conteo oficial del CNE es Nicolás Maduro con 51.2% o 5,150,092 de votos. González recibió el 44.2% de los votos o 4,445,978, una diferencia de 704,114 votos. La participación electoral fue del 59%. 

Horas antes de que abrieran las urnas, el CNE fue azotado por un gran ataque cibernético. El presidente del CNE, Elvis Amoroso, exigió una investigación sobre el atentado terrorista. El sistema del CNE no está conectado al Internet, lo que protegió el proceso de votación, pero retrasó el anuncio de los resultados.

El Fiscal General Tarek William Saab acusó públicamente al activista de derecha, Lester Toledo, del ataque terrorista, que se originó en Macedonia del Norte. Leopoldo López y María Corina Machado fueron señalados como cómplices.

La violencia estalló al mismo tiempo que los gobiernos pro Estados Unidos en la región denunciaron rápidamente los resultados electorales. El Ministerio de Relaciones Exteriores de Venezuela ha expulsado a diplomáticos de Argentina, Chile, Costa Rica, Perú, Panamá, República Dominicana y Uruguay debido a su hostilidad hacia el proceso electoral de Venezuela. 

El gobierno también emitió un comunicado para anunciar la cancelación de vuelos hacia y desde Panamá y República Dominicana a partir del miércoles, 31 de julio a las 8 p. m.

Los líderes de Cuba, Nicaragua, China, Rusia y Honduras felicitaron la victoria de Maduro. Nueve países latinoamericanos han convocado una sesión de emergencia de la Organización de los Estados Americanos (OEA), sin duda para actuar contra el gobierno de Maduro.

El lunes, pandillas itinerantes comenzaron a perpetrar ataques violentos en las calles, saqueando e incendiando edificios, incluido un hospital en el distrito Chaqueño de Caracas. Al menos una estatua del líder revolucionario Hugo Chávez fue derribada, en el estado La Guaira.

Cuando las fuerzas de derecha comenzaron a marchar hacia el palacio presidencial de Miraflores, el Partido Socialista Unido de Venezuela (PSUV) llamó a sus partidarios a rodear y defender Miraflores de los ataques. El vicepresidente del PSUV, Diosdado Cabello, se dirigió a la multitud de partidarios que permanecieron durante la noche, dentro de los terrenos del palacio.

“Si quieren generar violencia, aquí nos encontrarán, nos encontrarán listos para defender el palacio, la Revolución, la Constitución y la victoria del Presidente Nicolás Maduro, que es la victoria de Chávez y de nuestro pueblo”, dijo Cabello.

“Estamos tranquilos”, continuó. “Son ellos los que buscan la violencia. No queremos violencia, pero sabemos defendernos y pasar de inmediato al contraataque”.

El presidente Maduro denunció a los perpetradores: “Ordenaron ataques a las oficinas del Partido Socialista Unido de Venezuela. ¿Cómo se llama eso? ¡Terrorismo! Atacaron y quemaron oficinas del CNE y dañaron maquinaria. Algunos de los involucrados activamente fueron capturados y confesaron que les pagaron”.

“Les hemos dicho a los miembros [del PSUV] que no caigan en provocaciones porque su objetivo al atacar las oficinas es crear un baño de sangre”, afirmó Maduro.

El papel de Washington no es un misterio

Este conflicto se ha estado gestando durante meses, con Estados Unidos decidido a derrocar al gobierno revolucionario bolivariano, ya sea mediante el voto o la violencia. No es la primera vez, solo la última.

La más notoria instancia fue la negativa de Estados Unidos a reconocer la segunda investidura de Maduro el 10 de enero de 2019. Trece días después, un político relativamente desconocido, Juan Guaidó, apareció repentinamente ante la prensa para declararse  a sí mismo el nuevo presidente de Venezuela. Esa ficción duró varios años, y EE. UU. se robó los activos de la petrolera CITGO, el oro y los depósitos de dinero del país con la aquiescencia de Guaidó.

Los ingresos petroleros, que financian el gasto público, cayeron un 99% y la inflación alcanzó el 344.000%. Más de 970 sanciones económicas han sido impuestas por las administraciones de Trump —y ahora Biden—. La guerra económica estadounidense ha devastado el nivel de vida de la población. Pero, por supuesto, se culpa al gobierno revolucionario.

En un puro acto de hipocresía, Biden otorgó en octubre pasado estatus legal a 500,000 venezolanos recién llegados a Estados Unidos. Esta orden les da permiso inmediato para trabajar, con residencia permanente después de un año. Su táctica es estrangular al país con sanciones y luego atraer a los venezolanos a irse en masa a Estados Unidos. Es muy similar a la política de Estados Unidos hacia Cuba.

Y, sin embargo, gracias a la pura determinación de las personas organizadas en colectivos y comunas, con el apoyo del gobierno a la industria agrícola, la producción nacional de alimentos ha reemplazado en gran medida a las importaciones.  

Una nueva oportunidad golpista

Las elecciones presidenciales de Venezuela se celebran cada cinco años. El 28 de julio fue elegido para las elecciones de este año, el 70.o aniversario del natalicio de Hugo Chávez. Murió en 2013.

Washington usó la táctica de la zanahoria y el garrote con el gobierno de Maduro meses antes, ofreciendo aliviar algunas sanciones si Venezuela permitía que se postulara una candidata de derecha, la neofascista María Corina Machado.

Pero se le prohibió postularse, debido a una condena por representar a otro gobierno en su calidad de delegada de la Asamblea Nacional. Entonces unió fuerzas con González y se convirtió en la candidata de facto.

Durante la campaña, Machado prometió “acabar con el socialismo para siempre”, privatizar la industria petrolera de Venezuela y dar título de propiedad a los residentes de los 5.1 millones de hogares construidos por la Revolución Bolivariana. Actualmente, la mayoría de las casas nuevas se entregan de forma gratuita mientras los residentes vivan allí. La propuesta de Machado de darle a cada ciudadano el derecho a vender su casa, puede resultar atractiva para cualquiera que sienta el golpe económico de las sanciones. Los desarrolladores inmobiliarios y los bancos estarían listos para apoderarse de las propiedades recientemente privatizadas.

Como líder del partido ultraderechista Vente Venezuela, Corina Machado es conocida por instar a la violencia. Llamó abiertamente al derrocamiento del gobierno durante los momentos más violentos de 2017. En un momento de 2018, pidió a Israel que invadiera “y rescatara” a Venezuela. 

Machado, actuando en nombre de los intereses imperialistas estadounidenses, podría declarar un “gobierno paralelo” que sería reconocido por la administración Biden, pretexto para imponer sanciones más profundas por parte de EE. UU. y otras potencias occidentales. No debemos descartar la amenaza de una invasión militar.

El genocidio en Gaza, la guerra impulsada por Estados Unidos en Ucrania, el bloqueo de Cuba, los preparativos estadounidenses para la guerra con China y Rusia, la creciente presencia militar en África, esta es la verdadera naturaleza del imperialismo estadounidense. Todo lo que se habla de democracia y libertad es simplemente código para la dominación imperialista mundial.

Lo que suceda en Venezuela tendrá consecuencias estremecedoras. Todas las fuerzas progresistas del mundo deben tomar una posición activa con la Revolución Bolivariana de Venezuela y sus aspiraciones socialistas.

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