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El Vaticano renuncia a la “Doctrina de descubrimiento”. ¿Cuándo será que el Tribunal Supremo de EE.UU. haga lo mismo? 

Más de cinco siglos después de que se formuló en una serie de decretos papales, el Vaticano publicó una declaración formal el 30 de marzo repudiando la política euro-supremacista de la “Doctrina de descubrimiento”. Básicamente, la “doctrina” decía que todas las tierras no ocupadas por “cristianos” se hacían propiedad de los conquistadores europeos en cuanto fueran “descubiertos”, y que sus habitantes se hacían esclavos. 

Compuesta de decretos publicados entre 1452 y 1497, funcionaba como la justificación cuasi-legal para la expropiación de continentes enteros en el nombre de extender la fe católica. El rechazo por parte del Papá es la culminación de décadas de lucha por los pueblos indígenas de los Estados Unidos, Canadá y de todo el mundo exigiendo su retiro. 

Pero mientras que el Papa ha renunciado a ella, el Tribunal Supremo de los EE.UU. aún no lo ha hecho. El alto tribunal sigue tratando a la “doctrina” como una base integral de la ley de EE.UU., particularmente con respecto a los derechos – o la falta de ellos – de los pueblos indígenas. 

Uno de los eventos destacados en el uso de esta doctrina en tiempos recientes fue la decisión escrita por la difunta jueza liberal Ruth Bader Ginsburg en 2005, quien invocó a la “Doctrina de descubrimiento” en su fallo de mayoridad contra la nación indígena Oneida. Los Oneida buscaban recuperar tierras y derechos en el centro del estado de Nueva York que les fueron garantizados en el Tratado de Canandaigua de 1794 con los EE.UU., firmado por George Washington, el presidente de aquel entonces. 

A los Oneida, una de las seis naciones del Confederado Haudenosaunee (Iroquois), les fueron otorgados 300.000 acres “a perpetuidad” por el tratado. Para el siglo XX, casi toda esa tierra había sido expropiada. En los años 1970, los Oneida comenzaron a comprar parcelas pequeñas en lo que originalmente fue la tierra de su reserva, incluyendo la ciudad pequeña de Sherill, Nueva York. Se opusieron a la demanda de la ciudad de que pagaran impuestos sobre el patrimonio con el argumento de que eran una nación soberana. Mientras los Oneida vencieron en las cortes federales más bajas, el Tribunal Supremo decidió en contra de ellos con 8 a favor y 1 en contra, con Ginsburg cabezando la decisión:  

“Bajo la Doctrina de descubrimiento, cuando llegaron los colonizadores, el título de propiedad a la tierra ocupada por indios fue recogido por el soberano – primero de la nación europea que la descubrió, y luego por los estados locales y los Estados Unidos… 

“Dado el carácter no-indio duradero del área y sus habitantes, la autoridad regulatoria constantemente ejercida por el estado de Nueva York y sus condados y ciudades, y el retraso largo de los Oneida en buscar alivio judicial contra partes distintas a los Estados Unidos, mantenemos que la tribu no puede recuperar unilateralmente su soberanía antigua, en su conjunto o en parte, sobre las parcelas en cuestión.” 

En el 2020, por 5 votos a favor y 4 en contra, el Tribunal Supremo mantuvo el derecho de las naciones indígenas a reservas cuyos territorios hubieran incluido casi la mitad de Oklahoma. Mientras esto fue una victoria para la coalición de naciones indígenas, el juez de derecha Neil Gorsuch mantuvo la opinión de mayoridad manteniendo el poder del gobierno para privar a los pueblos indígenas el derecho a la autodeterminación. 

“En cuanto se instituye una reserva, retiene su estatus hasta que el Congreso explícitamente indique lo contrario,” escribió Gorsuch. “Solo el Congreso puede cambiar los términos de un tratado indio para disminuir una reserva, y su intención de hacerlo necesita ser clara y pura.” 

¿Cómo puede ser que una “doctrina” aborrecible creada en las épocas feudales llegue a tener lo que los jueces del Tribunal Supremo, ambos liberales y conservadores, consideran una base legítima en la ley de los EE.UU.? 

Fue la misma Corte Suprema la que incorporó la “doctrina” a la ley estadounidense, la cual se hizo fundamental en lidiar con las naciones indígenas como lo fue el caso de 1823, Johnson v. McIntosh. 

La decisión del presidente del Tribunal Supremo John Marshall declaró que, de acuerdo con la “Doctrina del descubrimiento,” los pueblos nativos solo tenían el “derecho a ocupación” de tierra y no el derecho al título ni la posesión de ella. Solo el gobierno federal, dictó Marshall, podía poseer y vender las tierras indígenas y que “el principio de descubrimiento otorgó a las naciones europeas un derecho absoluto a las tierras del mundo nuevo.” 

Tras el rechazo del Vaticano a la “Doctrina del descubrimiento”, se intensificará la lucha para que el gobierno de EE.UU. haga igual.

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