Foto: El presidente de la Reserva Federal y millonario banquero Jerome Powell hablando en una rueda de prensa el 27 de julio. Crédito – Federalreserve (Flickr)
El gobierno de Biden y sus defensores presentaron el informe de empleo de julio como una señal de que la economía es fuerte y que los temores de una recesión son exagerados. El informe publicado ayer, muestra que el mes pasado se crearon 528.000 nuevos puestos de trabajo. Sin embargo, estas prematuras celebraciones no pueden ocultar las inmensas dificultades económicas que enfrentan las y los trabajadores en Estados Unidos. Es más, este informe puede llevar a la Reserva Federal a intensificar su campaña de hundir intencionalmente la economía para resolver la crisis de la inflación a costas de las y los trabajadores a la vez que se les restringe su poder de negociación.
Cuando las y los trabajadores van a la tienda de abarrotes o a la gasolinera, no perciben la recuperación de la economía de la que habla la administración de Biden. Por el contrario, es evidente que los bienes básicos de consumo se han vuelto aplastantemente caros. El precio del galón de gasolina ha subido un 29% comparado al año pasado. En julio, el alquiler era un 12,3% más caro en el país. El coste de una libra de pollo ha subido un 26% comparado al año pasado, y el precio de una docena de huevos ha subido un 40%.
El informe de ayer sobre el empleo revela que el salario promedio por hora ha aumentado un 5,2% en comparación con el de hace un año. Pero esto no se acerca al ritmo de la abrasadora inflación que está asolando la economía. El último informe sobre la inflación registró un aumento de los precios del 9,1% en todo el país en comparación con el año pasado. ¿Qué clase de “recuperación” es ésta cuando las y los trabajadores son cada vez más pobres?
No está claro si el número relativamente alto de empleos creados este mes es una anomalía o forma parte de una tendencia. Sin embargo, en la medida en que represente un atisbo de noticias positivas para los trabajadores, irónicamente, una interpretación optimista no hará más que profundizar la determinación de la Reserva Federal por hundir la economía.
La Reserva Federal es el banco central de Estados Unidos, responsable de áreas clave de la política económica y con consecuencias de gran alcance. Es una institución completamente antidemocrática, controlada por los capitalistas financieros y gestionando la economía en interés de los grandes bancos. El actual jefe de la Reserva Federal, Jerome Powell, es un banquero rico con una larga carrera en finanzas, incluyendo su participación como socio de la firma The Carlyle Group valuada en 376.000 millones de dólares. Jerome fue nominado primero por Trump y luego renombrado por Biden a principios de este año.
Una de las herramientas más importantes de las que dispone la Reserva Federal es la fijación de las tasas de interés: bajar las tasas tiende a hacer que el crecimiento económico se acelere y subirlas hace que la economía se ralentice, o incluso que entre en recesión si las subidas son lo suficientemente extremas. En una crisis económica, la inflación suele bajar, ya que los trabajadores no pueden gastar en la misma medida en que lo hacían y la demanda global de bienes y servicios disminuye considerablemente. Esto significa un gran sufrimiento para las y los trabajadores. Pero para la Reserva Federal es solo un pequeño precio a pagar. Por supuesto, sus autoridades no están dispuestas a considerar otras medidas para controlar la inflación, como la imposición de una congelación de precios a las grandes empresas que están disfrutando de un récord de ganancias a costas de las y los trabajadores.
La Reserva Federal y la clase capitalista en conjunto están especialmente ansiosas por crear un mercado laboral más “flojo”, lo que significa que quieren hacer mucho más difícil que las y los trabajadores encuentren trabajo. Si es más difícil encontrar trabajo, las personas se sentirán obligadas a aceptar salarios más bajos. Los salarios más bajos significan mayores ganancias para los capitalistas, así como la escasez de puestos de trabajo también tiene el efecto de frenar la confianza de las y los trabajadores para luchar por un sindicato o ir a huelga. Un memorándum de un alto economista del Banco de America (Bank of America) filtrado recientemente por el medio The Intercept decía: ”Para finales del año que viene, esperamos que la proporción de puestos de trabajo abiertos a los desempleados descienda a los máximos normales del último ciclo económico”. Es decir, los capitalistas esperan que aumente el desempleo.
Para la Reserva Federal, las buenas noticias son malas. Si hay indicios de que sigue siendo relativamente fácil para las y los trabajadores encontrar un empleo, o de que sus salarios no han disminuido al ritmo extremo que esperaban, entonces la Reserva Federal probablemente llegará a la conclusión de que necesita ser más agresiva para que su estrategia tenga éxito. Esto alimentará subidas de tipos de interés aún mayores y, potencialmente, una recesión aún más profunda que la que ya existe. Tal es la lógica absurda del sistema capitalista.