La Administración Trump y los medios de comunicación han emprendido una campaña de críticas sobre la respuesta de China a la pandemia de COVID-19. Gran parte de ellas desvían la atención del descuido de la administración Trump y los funcionarios electos en la lucha contra el virus aquí, en Estados Unidos. El siguiente artículo está destinado a desacreditar estos mitos, a enfocar cuales son las necesidades en los EE.UU. para salvar vidas, y a exigir responsabilidades a las personas pertinentes.
Mito 1: COVID-19 es un virus chino, y China y su gente tienen la culpa.
Realidad: Esa es una visión racista de los hechos, y una desviación en la lucha contra el virus.
El presidente de los EE.UU. Donald Trump ha denominado el COVID-19 repetidamente como el “virus chino”. El secretario de Estado Mike Pompeo lo llama el “virus de Wuhan”. Los expertos en salud, sin embargo, señalan que esta es una lucha entre un virus y la humanidad. Llamarlo “chino” atribuye erróneamente la culpa y crea divisiones cuando la cooperación en estos momentos es esencial para salvar vidas.
“Los virus no conocen fronteras y no les importa tu origen étnico, el color de tu piel o la cantidad de dinero que tienes en el banco. Por lo tanto, es muy importante que tengamos cuidado con el lenguaje que usamos para que no conduzca a la asociación de determinadas personas con el virus”, dijo el Dr. Mike Ryan, director ejecutivo del programa de emergencias de la Organización Mundial de la Salud.
“Este es un momento para la solidaridad, este es un momento para los hechos, es un momento para avanzar juntos, para luchar juntos contra este virus. No hay culpas en esto”, dijo, advirtiendo que la culpa podría conducir a un comportamiento xenófobo y a una distracción ante la lucha contra el virus.
Las culpas constantes a China ya han conducido a la violencia racista. Los estadounidenses de origen chino en todo el país informaron que la histeria generada contra ellos ha provocado que sean “escupidos, gritados y atacados”.
Un mito corolario es que el virus se propagó de los murciélagos a los humanos, debido a que algunas personas en China comen murciélagos. La realidad es que fue la destrucción mundial de hábitats la cual ha creado vías para que virus como el COVID-19 infecten a los humanos.
No se trata de comer murciélagos, y no se ha demostrado que el virus se haya originado en el mercado en cuestión, ni siquiera en Wuhan. Sin embargo, hubo un grupo de casos en torno a un mercado húmedo de mariscos en Wuhan. De todas formas, para estar seguros, el gobierno chino cerró el mercado el 1 de enero, y todo el comercio de vida silvestre fue prohibido el 26 de enero.
COVID-19 y otros virus han sido vinculados a los murciélagos, y fueron transferidos a los humanos a través de otros animales. A pesar de que el COVID-19 se volvió contagioso por primera vez en China, se desconoce dónde y cuándo tuvo lugar el salto original a los humanos. Otros virus los cuales también se estima proceden de murciélagos incluyen la rabia, el ébola, los MERS y los SAR.
COVID-19 es el séptimo coronavirus en infectar a los humanos. Desde 1940, cientos de patógenos microbianos han emergido o reemergido en un nuevo territorio donde nunca antes se los había visto. Estos incluyen el VIH, el Ébola en África Occidental, el Zika en las Américas, y el MERS en Oriente Medio. Muchos de estos virus provinieron de vida silvestre. Una fuente fundamental es la rápida deforestación y la pérdida acelerada de hábitat. Esto creó caminos para que los microbios animales se adoptaran al cuerpo humano.
Mito 2: COVID-19 es un arma biológica desarrollada en un laboratorio chino.
Realidad: el virus se originó en la naturaleza.
Esta historia del desarrollo del virus como arma biológica se originó en una página web cercana al ex estratega jefe de administración Trump, Steve Bannon. Bannon ha abogado durante mucho tiempo por una guerra contra China, y fue demasiado extremo en esta cuestión incluso para la administración Trump, la cual se deshizo de él. La historia fue expuesta como falsa por el grupo de verificación de hechos Politifact.
La secuenciación de genes revela que el COVID-19 es de origen natural y no de origen humano, relacionado con otros virus encontrados en la naturaleza y demasiado complejo para haber sido producido en un laboratorio.
Mito 3: China evitó que expertos estadounidenses ingresaran al país para ayudar
Realidad: Trump sacó a los expertos en salud de EE.UU. de China antes de la epidemia.
Trump aseguró que China estaba practicando la censura y que no permitiría que expertos epidemiólogos estadounidenses ingresaran al país. De hecho, en julio de 2019, fue la administración Trump la que eliminó una posición clave de salud pública de EE.UU. en Beijing, la cual estaba destinada a colaborar en la detección de brotes de enfermedades en China. Una epidemióloga médica de EE.UU., financiada por los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades de EE.UU., había trabajado en la agencia de control de enfermedades de China desde al menos 2007. La experta estadounidense, la Dra. Linda Quick, fue instructora de epidemiólogos de campo chinos que luego fueron enviados a los centros de la epidemia para ayudar a rastrear, contener e investigar las enfermedades. “Fue desgarrador verlo”, dijo Bao-Ping Zhu, un epidemiólogo de campo chino-estadounidense que formó parte de esas operaciones.
En 2018, Trump eliminó el Equipo de Respuesta de Pandemias conectado al Consejo de Seguridad Nacional, citando los costes. El objetivo del equipo era monitorear las pandemias, así como su posible impacto en los EE.UU. Ese corte se hizo en contra del mejor juicio de los científicos, quienes señalaron el aumento de nuevos virus como el MERS, Ébola y SAR, y explicaron la alta probabilidad de futuros brotes.
Mito 4: El gobierno chino inicialmente cubrió el virus. Un médico, que fue el primero en hacer sonar la alarma sobre el virus, fue arrestado y silenciado.
Realidad: El médico, ni fue arrestado ni proporcionó una advertencia sobre el virus antes de que lo hiciera el gobierno. Por otro lado, en los Estados Unidos, los hospitales amenazan con despedir a los trabajadores médicos que comparten con los medios sus preocupaciones sobre el tratamiento de los pacientes con COVID-19.
El 30 de diciembre, el Dr. Li Wenliang, un oftalmólogo de Wuhan, publicó una advertencia a sus colegas sobre un grupo de pacientes (que no eran suyos), en la que decía que habían sido diagnosticados con SAR. El Dr. Li, quien desafortunadamente murió más tarde por el virus COVID-19, no fue arrestado, pero las autoridades lo reprendieron por difundir rumores falsos, por temor a que su declaración causara pánico. El virus no era SAR, sino un nuevo virus que se estaba investigando. Todos los pacientes fueron puestos en cuarentena. El Dr. Li no se adelantó al gobierno al emitir una advertencia, ya que el gobierno entregó su propia advertencia pública el mismo día que la publicación del Dr. Li.
Sin embargo, aquí en los EE.UU., varios trabajadores de sanidad han informado de que los hospitales amenazan con despedirlos por hablar en los medios de comunicación, o por publicar en las redes sociales sus preocupaciones sobre el tratamiento de los pacientes con COVID-19. Ming Lin, un médico de la sala de emergencias en el Centro Médico PeaceHealth St. Joseph en Bellingham, Washington, ya perdió su trabajo. Fue despedido por hablar con un periódico sobre la falta de pruebas y equipo de protección.
Mito 5: la incompetencia, los retrasos y la falta de transparencia por parte de China provocaron la propagación del virus.
Realidad: la rápida respuesta de China detuvo el virus y salvó vidas.
Cuando una nueva enfermedad aparece repentinamente, identificarla y contenerla no es una tarea simple, y siempre hay errores. Una vez quedó claro qué tan grave era la crisis, China actuó de inmediato. China utilizó una base de datos centralizada y un llamado a la población en su conjunto para aislar, identificar, secuenciar y tomar medidas públicas rápidamente, siguiendo las pautas internacionales de epidemia de salud pública.
Con total transparencia, China notificó a la Organización Mundial de la Salud el 31 de diciembre sobre “casos de neumonía de etiología desconocida” en Wuhan, incluso antes de que el virus fuera completamente identificado. China compartió rápidamente la secuenciación genética del nuevo coronavirus en todo el mundo una vez que se descubrió el 7 de enero, para que varios equipos pudieran trabajar en el desarrollo de una inmunización. Los líderes de gobierno fueron notificados, incluido Donald Trump. El 23 de enero, menos de tres días después de que se conociera la primera transmisión de persona a persona, los 14 millones de habitantes en Wuhan fueron puestos en cuarentena. Esta detención de movimiento se llevó a cabo justo antes del Año Nuevo chino, cuando tiene lugar la mayor migración anual del mundo. Dos días después, la limitación de actividad se extendió a más de 50 millones de chinos.
La OMS, y otras agencias y expertos en salud pública, describen la respuesta de China como el establecimiento de estándares y prácticas nuevas e innovadoras en la detección y respuesta de brotes. Funcionarios de la OMS dijeron que la respuesta rápida de China ayudó a contener la propagación y salvar vidas en todo el mundo.
Mito 6: la escasez de hospitales y suministros en China expuso a su gente ante el peligro.
Realidad: China movilizó al país para proporcionar rápidamente lo que se necesitaba.
Ningún país tiene suficientes suministros de equipos para enfrentar una gran epidemia. Para contener la propagación del virus, China declaró de inmediato que todo tratamiento sería gratuito. En un mes, 86 hospitales fueron designados para tratar pacientes con COVID-19, dos nuevos hospitales se construyeron desde cero en solo dos semanas, y 16 salas de exhibición y recintos deportivos se convirtieron en hospitales improvisados, abriendo 60,000 camas para pacientes con COVID-19. Se enviaron a Hubei unos 42.600 médicos de todo el país, incluidos los principales expertos en enfermedades respiratorias y enfermedades infecciosas, y una décima parte de los especialistas de cuidados intensivos del país. En todo el país, miles de fábricas fueron acondicionadas para producir máscaras, respiradores y otros suministros necesarios.
Con estos esfuerzos combinados y centralizados, para el 23 de marzo, los funcionarios de salud reportaron una sola transmisión local de COVID-19 en China durante los cinco días anteriores. Los funcionarios mundiales de salud pública consideraron que la gran capacidad de China para contener el virus internamente frenó la propagación de la infección a nivel internacional.
En los EE.UU., donde los casos de COVID-19 están aumentando, la administración Trump hasta ahora no ha hecho ningún gran esfuerzo para centralizar una respuesta, o incluso para priorizar suministros como equipos de protección y ventiladores. En cambio, Trump ha ordenado a los estados que compren sus propios suministros médicos. El resultado es que los estados, así como el gobierno federal, actualmente ofertan unos contra otros para conseguir los suministros necesarios para luchar contra el virus.
Mito 7: el bloqueo de China en la producción médica amenaza los suministros mundiales.
Realidad: China está suministrando equipos médicos, profesionales médicos y expertos a países de todo el mundo.
China es el mayor productor de medicamentos y equipos médicos del mundo. Muchas empresas occidentales y estadounidenses tienen fábricas que fabrican tales equipos y medicamentos en China porque les resulta más barato. En las etapas iniciales del virus, cuando China fue el epicentro, el gobierno dejó de exportar máscaras debido a la gravedad del brote y la necesidad interna. Desde entonces, China ha vuelto a exportar máscaras, donando decenas de miles de ellas.
China fabricaba 20 millones de máscaras al día antes de la epidemia de coronavirus. Ahora fabrica 100 millones de máscaras de varios tipos cada día.
El gobierno chino actualmente ofrece su experiencia, medicamentos, profesionales médicos y suministros médicos para combatir la pandemia. Para el 13 de marzo, el gobierno chino ya había proporcionado nueve envíos de equipos sanitarios y médicos a Irán, que está bajo las sanciones de Estados Unidos. China envió médicos y suministros a Italia cuando ningún país de la UE los proporcionaba.
China está enviando millones de máscaras y otros suministros a Europa. Sus suministros médicos han sido enviados a la Unión Africana y a países de Asia, incluida la República de Corea, Filipinas, Irak y Myanmar. China está asesorando a los gobiernos de América Latina sobre control y tratamiento.
En los Estados Unidos, donde el estado de Nueva York es el epicentro, los funcionarios estatales han sido rechazados por la administración Trump en su petición de más ventiladores. Incapaces de encontrar suficientes ventiladores en los EE.UU., enviaron representantes a China el 19 de marzo para comprar 15,000 ventiladores.