Foto: Protesta en Milwaukee en diciembre de 2019. Foto de Liberation.
1. Mito: Las y los inmigrantes vienen aquí a recibir servicios gratuitos.
Realidad: Las sanciones impuestas por Estados Unidos, las intervenciones y las prácticas económicas neoliberales hacen imposible que sobrevivan en sus países de origen.
El gobierno de Estados Unidos ha impuesto sanciones económicas al 30% de los países del mundo, incluyendo al 60% de los países pobres. Las sanciones impiden el comercio exterior, lo que a menudo provoca que las economías de estos países se hundan en profundas crisis económicas y humanitarias. Imponen hambre y desesperación, y dejan a las y los trabajadores con pocas opciones más que huir.
Cuba, por ejemplo, ha sufrido un bloqueo criminal impuesto por Estados Unidos durante 62 años. El presidente Donald Trump impuso más de 200 sanciones adicionales contra Cuba y colocó erróneamente al país en la lista de patrocinadores del terrorismo del Departamento de Estado, lo que aumentó aún más las dificultades económicas. Esto impide que Cuba compre productos de necesidades básicas como alimentos, medicinas y combustible. Desde 2022 hasta 2023, se estima que el 10% de la población cubana, es decir, más de un millón de personas, ha dejado el país.
Las sanciones económicas desatadas por Estados Unidos contra Venezuela han apuntado a la empresa estatal petrolera PDVSA y a la empresa minera estatal Minerva. Estados Unidos impuso un embargo a las exportaciones de petróleo y al sistema bancario público de Venezuela, lo que incluyó al país en una lista negra para impedirle acceder a instituciones financieras internacionales. Desde 2014, más de 7.7 millones de venezolanos han dejado el país.
Las y los mexicanos son el grupo inmigrante más grande en Estados Unidos. El Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN) de 1994 con México permitió que las empresas estadounidenses compraran enormes extensiones de tierra, destruyendo 1.3 millones de empleos agrícolas allí. El acuerdo permitió que las plantas estadounidenses se trasladaran a México y explotaran aún más a las y los trabajadores mexicanos, negándoles derechos laborales y protección sanitaria, mientras se les pagaba muy poco. El desplazamiento y la destrucción ambiental causados por el TLCAN obligaron a muchos mexicanos a huir de sus pueblos y venir aquí.
El TLCAN también creó una crisis devastadora para las y los trabajadores estadounidenses. Permitió que las empresas manufactureras de Estados Unidos trasladaran sus plantas a México debido a la mano de obra barata, mientras retiraban parte de la producción en Estados Unidos, lo que dejó a cientos de miles de personas sin trabajo. Mientras tanto, las empresas que permanecieron en Estados Unidos usaron sus plantas en México para amenazar a la sy los trabajadores con el cierre de fábricas si no aceptaban salarios bajos, o si organizaban un sindicato para mejorar las condiciones laborales.
2. Mito: Las y los trabajadores indocumentados que ingresan a los Estados Unidos son criminales y una amenaza para todos nosotros.
Realidad: Las personas indocumentadas cometen menos crímenes que los ciudadanos.
No existen estadísticas que respalden la afirmación de que los inmigrantes indocumentados representan un peligro para las y los trabajadores en Estados Unidos. El Consejo de Inmigración de América publicó recientemente una hoja informativa desmintiendo este mito. Señala que, desde 1980 hasta 2022, la proporción de inmigrantes en la población de Estados Unidos se más que duplicó, mientras que la tasa total de criminalidad disminuyó en un 60.4%. El Consejo encontró que los inmigrantes son menos propensos a cometer crímenes que los nacidos en EE. UU., y que darles la bienvenida en las comunidades estadounidenses puede incluso aumentar la seguridad pública. El gobierno entrega un informe que los inmigrantes no representan una amenaza para la seguridad nacional.
3. Mito: Los trabajadores indocumentados no quieren pasar por el proceso habitual para convertirse en ciudadanos estadounidenses legalmente.
Realidad: Aunque los trabajadores inmigrantes pagan impuestos, trabajan arduamente y contribuyen a sus comunidades, no existe una vía legal clara para la ciudadanía.
El sistema de inmigración en los Estados Unidos es altamente restrictivo, complicado, difícil de navegar y ha necesitado una actualización durante mucho tiempo. No proporciona una vía clara para la legalización y hace casi imposible que las y los trabajadores indocumentados cumplan con los criterios de elegibilidad. Los gastos en costos de inmigración pueden acumularse hasta miles de dólares. Incluso aquellos que están protegidos por la política de Acción Diferida para los Llegados en la Infancia (DACA) luchan por cumplir con los criterios de elegibilidad, a pesar de haber vivido la mayor parte de sus vidas aquí y pagar impuestos.
El sistema de inmigración que procesa las entradas legales y las solicitudes de asilo está subfinanciado, mientras que el gobierno de EE. UU. invierte millones de dólares en seguridad fronteriza. El Departamento de Seguridad Nacional expone consistentemente su propia hipocresía al relajar selectivamente las restricciones migratorias y asignar fondos para reasentar refugiados de países en los que Estados Unidos tiene intereses geopolíticos, como es el caso de Ucrania.
El camino hacia la legalización será aún más desafiante bajo otra administración de Trump. Thomas Homan, el nuevo “zar de la frontera” de la administración, ya se ha comprometido a “dirigir la operación de deportación más grande que este país haya visto jamás.”
4. Mito: Las y los inmigrantes quitan los servicios sociales que deberían ir a los nacidos en el país.
Realidad: Las y los trabajadores indocumentados pagaron $100 mil millones en impuestos en los EE.UU. en la última década, pero no son elegibles para los servicios sociales más básicos del gobierno.
Aunque la población inmigrante en este país representa una gran parte de la fuerza laboral en industrias críticas como la agricultura, la construcción, la atención médica y la tecnología, las y los trabajadores indocumentados no son elegibles para beneficios públicos como asistencia social, cupones de alimentos o Medicaid. Incluso las y los inmigrantes que están pasando por el proceso legal para convertirse en ciudadanos a menudo tienen que esperar largos períodos antes de acceder a muchos servicios.
Las y los trabajadores migrantes, independientemente de su estatus migratorio, contribuyen enormemente a la economía de los Estados Unidos, ya que pagan impuestos sobre la renta a nivel local, estatal y federal. Aunque las y los trabajadores indocumentados no tienen un número de Seguro Social (SSN) ni son elegibles para reclamar los beneficios de Seguro Social (pensiones), han contribuido con más de $100 mil millones en la última década. Aquellos sin un SSN presentan sus impuestos con un Número de Identificación del Contribuyente Individual (ITIN), lo que les permite cumplir con las leyes fiscales sin autorización legal para trabajar.
Fuente: Oficina de Presupuesto del Congreso y Departamento de Salud y Servicios Humanos de los EE. UU.
5. Mito: Las y los inmigrantes nos están quitando nuestros trabajos.
Realidad: Las corporaciones estadounidenses son las que explotan a las y los trabajadores, independientemente de su estatus migratorio. Mueven fábricas al extranjero, reemplazan a los trabajadores con máquinas, roban $50 mil millones anuales de los salarios de las y los trabajadores e invierten mucho dinero en desmantelar sindicatos, lo que dificulta que las y los trabajadores se defiendan.
Estudios han encontrado que no hay una correlación directa entre el aumento de la inmigración y la pérdida de empleos de los ciudadanos estadounidenses. Los buenos empleos desaparecen de tantas comunidades no porque los migrantes hayan llegado, sino porque los ejecutivos corporativos cierran fábricas y otros lugares de trabajo, o reemplazan a las y los trabajadores con computadoras y máquinas. Muchos trabajos que antes pagaban un salario digno ya no pueden sostener a una familia debido a la desarticulación de los sindicatos. Las corporaciones cometen estas violaciones laborales, incluyendo el robo de salarios, con unos $50 mil millones robados de los salarios de las y los trabajadores estadounidenses cada año, por parte de sus empleadores. Al mismo tiempo, el gobierno ha reducido el apoyo a las agencias que hacen cumplir los estándares laborales y protegen los derechos de las y los trabajadores a los sindicatos y la negociación colectiva, a condiciones de trabajo seguras, y a un salario mínimo y horas extras.
6. Mito: Las personas trabajadoras tendrán una vida mejor una vez que deportemos masivamente a los inmigrantes.
Realidad: Todos las y los trabajadores tendrán una vida mejor al decir no a las deportaciones masivas y unirse contra los capitalistas.
Las deportaciones masivas no elevarán el nivel de vida de las y los trabajadores estadounidenses porque los inmigrantes no son responsables de la disminución de los estándares de vida. Fueron las prácticas corporativas y gubernamentales las que lo causaron.
Las personas inmigrantes no son responsables del aumento del 50% en la pobreza infantil en los últimos años. Esto fue causado por la administración de Biden, que, bajo la presión de las corporaciones, recortó los programas de ayuda que se otorgaron durante la pandemia de COVID-19, incluido el crédito tributario por hijos, poniendo a millones de familias en crisis económica.
Las personas inmigrantes no son responsables de la inflación. El aumento de las ganancias corporativas representa más del 40% del aumento de los precios entre finales de 2019 y mediados de 2022, en comparación con las ganancias que normalmente representan alrededor del 11-12% de los precios.
La verdadera razón por la que las personas trabajadoras, nacidas aquí o en el extranjero, experimentan tantas dificultades, es que la riqueza que creamos va a un pequeño puñado de personas millonarias, y las corporaciones que poseen, y al gobierno que los representa.
Las y los políticos convierten a las personas trabajadores indocumentados en chivos expiatorios para sembrar división en la clase trabajadora y distraer a las y los trabajadores nacidos en EE. UU. de darse cuenta de que son los jefes quienes se benefician de la explotación de nuestro trabajo. Quieren distraernos de la realidad de que la clase trabajadora nacida en EE. UU. tiene mucho más en común con la población indocumentada de lo que nunca tendrá con este pequeño grupo de multimillonarios.
De hecho, creer falsamente que las y los inmigrantes son la causa de los problemas de los nacidos en EE. UU. realmente perjudica a los nacidos aquí. Por ejemplo, los planes de Trump para gastar miles de millones de dólares para deportar a 13 millones de inmigrantes indocumentados perjudicarán a las y los trabajadores aquí porque se necesitarán miles de millones de dólares en impuestos para implementar la medida, dinero que podría destinarse a servicios sociales.
Otra razón por la que perjudica a las y los trabajadores aquí es que un ataque exitoso a una sección de la fuerza laboral debilita a toda la clase trabajadora. Si la nueva administración de Trump puede salirse con la suya desatando un reinado de terror contra las y los inmigrantes, ¿por qué se detendría ahí? Cualquier número de grupos podría ser etiquetado como “el enemigo interno” y sometido al mismo trato. Los sindicalistas, las personas que se oponen a la guerra y el genocidio, las comunidades que se levantan contra la violencia policial, es decir, cualquiera que se cruce en el camino de Trump y sus socios multimillonarios podría ser el siguiente.
Si queremos que eso cambie, debemos unirnos y luchar por la reorganización total de la economía de una manera que garantice que todas las personas en la sociedad tengan cubiertas sus necesidades básicas.
Existen recursos para resolver los problemas que enfrenta la humanidad. En lugar de que un pequeño grupo de multimillonarios controle y decida todo por nosotros, la clase trabajadora, que produce todo lo que tiene valor, debería ser la verdadera impulsora de la economía del país. Una forma en que esto podría comenzar, es apoderándose de las 100 corporaciones más grandes de América de sus propietarios multimillonarios y convirtiéndolas en propiedad pública, propiedad de la clase trabajadora multinacional quien ha sido que ha creado esta vasta riqueza.