Ahmed Sharif, taxista en Nueva York, muestra sus heridas unos días después de ser atacado por un pasajero racista y anti-musulmán. |
Los principales titulares recientemente se enfocan en los planes para construir un Centro Islámico en Manhattan, Ciudad de Nueva York, a varias cuadras del sitio donde se ubicaba el Centro de Comercio Mundial, donde se llevaron a cabo los ataques del 11 de septiembre del 2001. Este lugar ha sido utilizado por más de un año como un sitio de oración musulmán; la nueva construcción lo ampliará en un centro comunitario y un salón de oración.
A pesar de que no debería haber nada controversial con la expansión de un centro de oración, el Partido Republicano, y su ala el Partido Té han saltado sobre el asunto para avanzar una de las peores retóricas antimusulmanes plagada de prejuicio como este país no ha vuelto a escuchar desde los ataques del 11 de septiembre. Argumentan que el lugar donde el Centro Islámica será colocado es una falta de respeto contra las vidas perdidas el 11 de septiembre, o lo que es aún más ridículo, que este lugar se convertiría en un “comando central” o una “casa de seguridad” terrorista.
En efecto, las protestas para detener la construcción del centro comunitario no tienen nada que ver con los eventos trágicos del 11 de septiembre, ni con la localidad. Si se presta atención a los afiches de los manifestantes y a las efigies árabes y musulmanas, entonces está claro que esta compañía está motivada por el prejuicio antimusulmana y el racismo antiárabe. A pesar de que la Islam es una religión con millones de fieles en todo el mundo—de varias nacionalidades y etnias—sería miope calificar la ola antimusulmana como un mero ataque a la religión.
Esto quedó vivamente demostrado cuando el 22 de agosto, una protesta grande contra la mezquita le rodió y verbalmente le atacó a un hombre africanoamericano que llevaba puesto algo que pudo haberse interpretado como un gorro en la cabeza mientras caminaba por la “Zona Cero,” donde existían antes las temedas. El hombre no era musulmán, pero como pensaron que tal vez lo era, fue sujeto a la furia racista de la multitud. La policía tuvo que escoltarlo fuera del lugar por su seguridad personal.
La furia contra la “mezquita” (en realidad es un centro comunitario) no tiene nada que ver con la ubicación. Si ese fuera el caso, entonces por qué se están realizando protestas similares en contra de la construcción de nuevas mezquitas en otros lugares del país? En Murfreesboro, Tennessee, los oponentes a un plan de construir un centro islámico lo han llamado “lugar de entrenamiento para musulmanes” que “será utilizado para atacarnos” y que todas las mezquitas son “un símbolo de que los musulmanes han conquistado América.” Algunos arsinitas incendiaron una mezquita el 28 de agosto y los musulmanes que fueron a investigar el asunto escucharon balas de fuego.
En Temecula, California—muy lejos de la Zona Cero—activistas del partido Té han protestado contra la construcción de una mezquita local. Las manifestantes hicieron un llamado a su gente para que saliera con perros porque acusan a los musulmanes odian a los perros.
¿Por qué ahora?
Han habido mezquitas en los Estados Unidos por generaciones. Hablando solo de la ciudad de Nueva York, hay cerca de 600 mil residentes musulmanes. Existen cera de mil mezquitas desde Nueva York, a Tennessee a California inclusive hay una mezquita—no un centro comunitario—a cuatro cuadras de la Zona Cero. Entonces, vale preguntarse: ¿por qué están siendo los musulmanas ahora sujetos de tal alto grado de hostilidad y prejuicio?
El incremento de islamafobia actual no está simplemente siendo impulsado por un grupo periférico de conservadores que odian a los musulmanes. La tendencia es una motivación política impulsada por el sistema capitalista de guerra y militarismo. El prejuicio antimusulmana es utilizado para justificar la política exterior imperialista que lleva a cabo las guerras contra países como Irak y Afganistán, cuyas poblaciones son mayoritariamente musulmanas. Además, en época de una crisis económica, los políticos buscan cualquier escusa para distraer a los electores de los problemas reales del país y de esa manera desatan furia contra los sectores más vulnerables de la sociedad.
Los politiqueros rutinariamente alientan odio racista contra los árabes, los asiáticos del sur, y los musulmanes en las noticias locales y nacionales. “Líderes” como la racista idiota Sarah Palín encabezan el llamado a los nuevoyorkinos para que “rechacen” el centro islámico. Newt Gingrich, antiguo representante de la Casa Blanca, dijo que el centro islámico es “una confirmación del triunfalismo islámico”, siendo parte de “la ofensiva cultural política diseñada para subestimar y destruir nuestra civilización.”
Los demócratas y el mismo Obama no son nada mejores. Cuando se dirigía a una audiencia en un evento del Ramadan Iftar, Obama afirmó que la mezquita tenía derecho a ser construida de acuerdo con la ley, pero al día siguiente retrocedió diciendo que no estaba haciendo un comentario sobre “la sabiduría de tomar la decisión de hacer una mezquita en aquel lugar”. El senador principal demócrata, Harry Reid, estuvo de acuerdo con Palin y Gingrich y se pronunció fuertemente en oposición de la mezquita, así como lo hizo el demócrata Howard Dean.
El multimillonario nuevoyorkino, Alcalde Michael Bloomberg y el gobernador demócrata, David Peterson, no se oponen a la construcción de la mezquita, pero piden que sea reubicada a un lugar más lejos. El reubicar el centro islámico tan solo serviría para validar la rampante islamofobia que se está promoviendo en la actualidad.
Ataques anti musulmanes
El nivel de islamafobia que está circulando en la sociedad está creando un ambiente hostil para los musulmanes. Tan sólo en esta semana, un hombre de Nueva York le preguntó a un taxista, llamado Ahmed Sharif, si él era musulmán. Cuando Ahmed Sharif dijo que sí, el hombre sacó una cuchillo y le cortó la cara, el cuello y los brazos, mientras el conductor gritaba: “Por favor no me mate, soy un trabajador, trabajo mucho”.
Algunas personas se preguntarán por qué los marxistas estámos defendiendo una religión. Como marxistas analizamos todo fenómeno social en su contexto concreto. Nosotros percibimos el mundo a través del materialismo dialéctico. Pensamos que la sociedad y las personas operan de esa manera por sus condiciones sociales y por la realidad de las cosas en su alrededor.
Lenin notó que la religión tiene raíces profundas en el capitalismo y defendía, como Marx y Engels, la separación estricta de la iglesia y el estado. Estamos de acuerdo, sin embargo, ningún líder marxista, inclusive Marx, Engels, o Lenin, pensaban que la religión debería ser prohibida o ni siquiera avergonzada en el socialismo. Después de la revolución socialista en Cuba, no se implementaron ninguna restricción contra ninguna religión a menos que fuese usada para actividades contrarrevolucionarias.
En el caso de la lucha de la construcción de mezquitas, no estamos guiados primordialmente por nuestra percepción sobre la religión o por su papel en la sociedad de clases. En su lugar, reconocemos que dichos debates alimentan el racismo y como tal, debemos luchar contra el raci-smo y a favor de los oprimidos.
El capitalismo alimenta al racismo. El racismo no crece natural o inevitablemente de la naturaleza humana, sino que es creado y promovido por los capitalistas para dividir a los trabadores y poder superexplotarlos. A través de la historia de los EEUU, los trabajadores blancos estaban en contra de los negros, los no inmigrantes en contra de los inmigrantes, los heterosexuales contra los trabajadores gay. El debate del llamado mezquita de la Zona Cero no es diferente. La promoción del prejuicio antimusulmán dentro del gobierno y los medios de comunicación solo sirven para contraponer a los que no son musulmanes en contra de los musulmanes.
Para el Partido Socialismo y Liberación, que tiene la esperanza de forjar una unidad de clase amplia, no existe una tarea más importante que confrontar el prejuicio y solidarizarnos con nuestros hermanas y hermanos de la comunidad musulmana que están siendo atacados.