Si bien las reuniones del cabildo intentan, obstinadamente, convertir la reforma de la salud en un debate público. Las negociaciones entre la Casa Blanca y los grandes actores de aquella industria pretenden restringir la propuesta sobre el cuidado de la salud.
De acuerdo al periódico New York Times del 7 de agosto, la industria farmacéutica se había prometido a apoyar el plan de Obama, con $80 mil millones de dólares en reducción de costos, en un periodo de 10 años. Sin embargo, los lobistas recientemente demandaron que la Casa Blanca públicamente admita que ha prometido proteger a la industria farmacéutica, de cualquier costo que exceda esa cantidad.
La revelación se produjo como respuesta a una medida tomada por el Congreso que permitiría al gobierno negociar los precios de las medicinas y demandar devoluciones adicionales. En la actualidad, el gobierno no puede negociar precios bajos por medicinas que provee el gobierno para los beneficiarios de Medicare, lo cual resulta en ganancias enormes para la industria. La Casa Blanca ha asegurado a las compañías farmacéuticas que el presidente se compremete al acuerdo que se realizó secretamente en junio.
Billy Tauzin, ex congresista de Louisiana quien en la actualidad dirige el grupo farmacéutico comercial PhRMA, afirmó que la Casa Blanca se comprometió a entorpecer otra medida que Obama apoyaba antes de ser elegido: la importación de medicinas más baratas del Canadá y Europa.
Haciendo esfuerzos para engañar al público, los oficiales de la industria mienten al decir que reducir los precios e importar medicinas más baratas significaría “desminuir su habilidad de desarrollar nuevas curas y, en el caso de importar, habría la posibilidad de comprometer la seguridad”.
Las personas que tienen dificultadas pagando sus medicamentos, particularmente los ancianos de bajos recursos económicos, se beneficiarían profundamente con los precios al por mayor y por la importación de medicinas. La industria farmacéutica, sin embargo, obstinadamente se opone a cualquier legislación que podría poner en peligro la protección de su ganancia. En la época moderna, el nombre del juego es capital monopolista y precios fijos.
Muchas de las negociaciones secretas se llevaron a cabo en julio en la Casa Blanca. Asistieron Tauzin y varios presidentes ejecutivos de Abbott Laboratorios, Merck y Pfizer, así como también el jefe de personal de la Casa Blanca, Rahm Emanuel, y otros asistentes de la misma.
Aunque no es sorprendente, es un giro significativo dado por Obama, quien como candidato a la presidencia, criticó la ambición de las compañías farmacéuticas. En un video de su campaña presidencial, el entonces senador Obama, criticó tanto a PhRMA como Tauzin. Ahora, en su nuevo papel como ejecutivo del estado capitalista, el presidente Obama elogia el trabajo de las farmacéuticas a nombre del bien público:
“Pienso que la industria farmacéutica ha sido muy constructiva en este debate,” dijo Obama a los repor-teros. “Y los ahorros que han colocado sobre la mesa son reales y significativos y se aprecia”.
Echando un vistazo detrás de las negociaciones
La industria farmacéutica, como los bancos, juega un papel de suma importancia en el sistema de crimen organizado que es el capitalismo. Las compañías farmacéuticas viven de las investigaciones pagadas por los impues-tos y derechos de monopolio otorgados por el gobierno en la forma de patentes.
La promesa de $80 mil millones de dólares en reducción de costos hecha por los gigantes farmacéuticos en un periodo de 10 años para un plan nacional de salud es una miseria comparada a lo que las compañías farmacéuticas van a obtener estableciendo sus propios precios. Un vistazo a la lista de Fortune 500 confirma que, efectivamente, las compañías farmacéuticas hacen ganancias de decenas de miles de millones de dólares al año.
La afirmación de que necesitan inmensas sumas de dinero para investigar la cura para el cáncer es falsa. Las compañías farmacéuticas estadounidenses gastan más en comerciales y administración que en investigación—2,5 veces más.
La mayoría de los medicamentos son producidos en universidades o pequeños laboratorios biotécnicos, o en laboratorios de investigación auspiciados con fondos públicos, como el Instituto Nacional de la Salud (National Institute of Health) en los cuales los impuestos cubren los gastos. Las compañías entran tarde en este proceso de desarrollo y pagan parte de los gastos—mucho de esto no es creativo—de las etapas finales. A cambio, ellos se adueñan de los derechos exclusivos de manufactura de la medicina. Finalmente, las venden al público con precios inflados.
El sistema de patentes coloca las medicinas fuera del alcance de los pobres y de los enfermos. Los dueños de los patentes de las medicinas retrovirales, utilizadas en el tratamiento del VIH y SIDA fueron a la corte para detener al gobierno de África del Sur de que produzca equivalentes genéricos más baratos que puedan salvar vidas. Los genéricos costarían solamente $100 al año, pero las farmacéuticas querían que el gobierno del África del Sur les pague $10.000 al año o que se queden sin medicinas. De manera similar se crearon obstáculos para detener la producción de una versión menos cara de Tamiflu.
¿Por qué se le permite a la industria farmacéutica hacer ganancias sin fin? Porque en conjunto con los productores de aparatos médicos y otros productos relacionados a la medicina, gastan millones de dólares al año haciendo cabildeo federal—in 2007, la figura fue de cerca de $200 millones. A la cabeza de estos gastos está PhRMA. Esto es parte del curso capitalista: son las grandes corporaciones las que en Washington tienen la palabra.
Cuba demuestra otro camino
Por el contrario, en Cuba, la industria farmacéutica no está controlada por monopolios corporativos motivados por la maximización de la ganancia, que negocian secretamente detrás de puertas cerradas. Al contrario, la planificación centralizada y la propiedad socializada de los medios de producción han posibilitado que Cuba haga una prioridad del cuidado de salud.
Cuba está a la cabeza en la producción de medicinas genéricas baratas, proveyendo medicinas y ayuda en la producción a países que de otra manera hubieran sido privados de medicinas muy necesitadas. A partir de julio del 2008, Cuba se unió con África del Sur, India y China en empresas mixtas y tiene acuerdos de transferencia de tecnología con Brasil e Irán. Adicionalmente, está involucrada en negociaciones de desarrollo con Venezuela, Vietnam, China y otros países.
Y va más allá, Cuba es un líder de innovación farmacéutica. El descubrimiento de una nueva vacuna para la hepatitis B a finales de los años 80, ayudó a controlar la enfermedad en Cuba y en otros países de América Latina. In 2002, Louis Baretta, jefe de una de las principales farmacéuticas canadienses, dijo que el trabajo de Cuba en la vacuna contra el hepatitis se podría convertir en “el estándar para el resto de la industria”. Apenas el año pasado, Cuba registró una vacuna terapéutica para el tratamiento de cáncer de los pulmones avanzado—la primera en el mundo.
Estos logros se desarrollan a pesar del bloqueo impuesto por los Estados Unidos, bloqueo que ha causado mucho sufrimiento al pueblo de Cuba. Un sistema de salud basado en las ganancias no hubiera logrado eso, esto fue posible gracias a la planificación centralizada socialista.
El cuidado de la salud es un derecho humano. Las farmacéuticas y las corporaciones de seguros médicos asesinan, dejando morir a las personas. Basta ya de negociaciones secretas de este sistema criminal. Las ganancias no tienen lugar en el debate sobre la salud. ¡Cuidado de salud universal y gratuito ya!