Con la complicidad de la Casa Blanca de Obama, los oficiales de la Fuerza de Aduana anunciaron a finales de febrero un plan para reiniciar las deportaciones de miles de trabajadores haitianos. Muchas de las personas que serán deportadas son refugiados de la profunda crisis social de Haití en busca de asilo.
En septiembre del año pasado, la administración de Bush suspendió temporalmente las deportaciones para “considerar” la petición. En diciembre, la petición fue rechazada y se reiniciaron las deportaciones. Muchas personas tenían la esperanza que el nuevo presidente pueda alterar la medida, sin embargo, ha comenzado ya la depor-tación de 30 mil trabajadores haitianos.
La inmigración haitiana hacia los Estados Unidos ha sido muy controversial desde hace mucho tiempo ya. Después del golpe de estado de 1991, que derrotará al primer gobierno del presidente Jean-Bertrand Aristide, miles de haitianos pidieron asilo a causa de la brutalidad militar. Sin embargo, la administración de Clinton los encarceló en la base naval de Guantánamo. La administración de Bush usó medidas similares cuando los desastres naturales destrozaron la isla.
La historia de Haití está repleta de coraje, orgullo y sobretodo, lucha. Los esclavos haitianos se levantaron y por 20 años lucharon hasta derrotar a sus opresores franceses, convirtiéndose en la primera república negra en 1804. Simón Bolívar pidió asilo y ayuda del gobierno de Haití en 1815 para lanzar sus guerras de liberación en Sur America.
A pesar de todos sus logros, el capitalismo ha sido un gran obstáculo para Haití desde su independencia. Falta de fondos, falta de ayuda, la instalación de dirigentes marionetas, golpes militares y desastres naturales, han causado que miles de hombres y mujeres haitianas desesperados busquen una mejor vida en los Estados Unidos. Haití sigue siendo un vertedero de productos hechos en Estados Unidos, mientras las compañías estadounidenses explotan al máximo la fuerza laboral de la Isla. Un número elevado de trabajadores fabriles viven con menos de dos dólares al día en Haití. En el año 2004, Haití sufrió una violenta ocupación por las Naciones Unidas, después de un segundo golpe en contra de Aristide, orquestado por los Estados Unidos, el mismo que continua hasta hoy.
Los inmigrantes haitianos constantemente han emigrado en grandes números hacia los Estados Unidos desde finales de 1950; inmediatamente después que François Duvalier—el infame “Papa Doc”—se convertió en el presidente de Haití. La represión política severa que caracterizó al régimen de Duvalier, respaldado por los Estados Unidos, y luego el de su hijo Jean Claude obligó a un gran número de haitianos a refugiarse en los Estados Unidos. Esta inmigración continuó a través de los años 70, 80 y 90 del siglo pasado.
Sea por avión o bote, de manera legal o extrajudicial, los haitianos han sacrificado todo en su desesperado intento de alcanzar las playas estadounidenses. La diáspora haitiana en los Estados Unidos excede 850.000 y talvez, ya llegue al millón. La ciudad de Nueva York abarca la segunda población más grande de Haití en el mundo, después de la capital haitiana de Port-au-Prince.
¿Por qué está el gobierno estadounidense escalando su persecución contra los inmigrantes haitianos ahora? La política migratoria está íntimamente relacionada al acenso y descenso de la economía capitalista. En la actualidad, los Estados Unidos se encuentra en una profunda crisis de recesión y los empleadores están cortando trabajos de diestra a siniestra. Mientras las filas de los desempleados crecen y el descontento popular incrementa, la clase capitalista estadounidense intenta minimizar el tamaño de “exceso de fuerza de trabajo” políticamente peligrosa.
Para los trabajadores inmigrantes, los desplomes económicos a menudo se traducen en incremento de deportaciones. Los medios de comunicación y los politiqueros acusan a los inmigrantes de “robar trabajos” a los ciudadanos estadounidenses; sin embargo, no se dice ni una sola palabra contra los despidos masivos, que efectivamente roban millones de empleos y alientan fondos para las corporaciones. La retórica racista no es nada más que un instrumento para estimular sentimientos antimigrantes con el objetivo de debilitar y dividir a la clase trabajadora.
Trabajadores—inmigrantes y no inmigrantes—deben mantenerse unidos para luchar contra los despidos y los recortes impuestos por los ricos. La clase dominante sigue gastando billones de dólares para ocupar a Irak y Afganistán. Las corporaciones están botando trabajadores en todo el mundo, mientras aumentan la explotación contra aquellos que se quedan en las fábricas y talleres.
La solución es la lucha organizada y unificada. El Partido Socialismo y Liberación denuncia estas deportaciones racistas y se mantiene firmemente unido al pueblo de Haití. Como lo proclama el famoso lema nacional haitiano: “L’union fait la force”—La unión hace la fuerza.