El primero de marzo el ejército colombiano incursionó en Ecuador y bombardeó un campamento de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia-Ejercito del Pueblo con respaldo pleno de los Estados Unidos. El ataque violó la soberanía de Ecuador y fue realizado en el momento en el cual el presidente de Venezuela, Hugo Chávez, estaba presionando por el intercambio humanitario de prisioneros y por encontrar el camino hacia la paz en Colombia.
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¿Por qué habrían querido los militares colombianos y los gobiernos de Estados Unidos y de Colombia asesinar al principal negociador del intercambio humanitario? Ambos, no solamente quieren destruir las fuerzas armadas de izquierda de Colombia, sino también, truncar la creciente popularidad del presidente Chávez y el giro hacia la izquierda que se está llevando a cabo en la política latinoamericana.
En respuesta al ataque, Ecuador y Venezuela inmediatamente rompieron relaciones diplomáticas con Colombia y enviaron tropas a las respectivas fronteras colombianas. Nicaragua, que se encuentra involucrada en una disputa fronteriza marina con Colombia, también suspendió las relaciones diplomáticas.
La Organización de los Estados Americanos sostuvo una reunión de emergencia el 5 de marzo en la cual apoyo la queja levantada por Ecuador sobre la violación a su soberanía. Sin embargo, la OEA no condenó a Colombia por esta agresión.
Dos días después de la reunión de la OEA, representantes de las naciones latinoamericanas se reunieron en la República Dominicana en la vigésima sesión del Grupo de Río. A diferencia de la OEA que está dominada por EE.UU. el Grupo de Río es una organización de estados latinoamericanos y caribeños que excluye a los Estados Unidos. El Grupo de Río condenó unánimemente a Colombia por haber cometido un acto de agresión y le pidió al presidente de Colombia que se disculpara ante Ecuador. La acción del Grupo de Río fue apoyada por la OEA en una reunión posterior el 18 de marzo.
El masivo apoyo internacional hacia el Ecuador puso a EE.UU. y Colombia contra la pared. El gobierno francés, también, ha estado apoyando una solución política al conflicto en Colombia. El prisionero con más perfil en poder de las FARC-EP, la ex candidata presidencial Ingrid Betancourt, tiene ciudadanía dual—francés y colombiana. Su rescate sería una importante victoria política para el gobierno de Nicolas Sarkozy.
En vista del creciente aislamiento político, Bogotá y Washington fueron forzados a encontrar una resolución. Ninguno de los bandos estaba interesado en escalar la crisis y de esa manera se logró un compromiso.
El gobierno de Uribe toma la ofensiva
Antes de que la resolución fuera alcanzada, Uribe intentó implicar a los gobiernos de Ecuador y Venezuela en las operaciones de las FARC-EP. De acuerdo a oficiales de Colombia, milagrosamente, una computadora portátil con evidencia incriminadora, sobrevivió el bombardeo que mató a casi todos en el campamento.
Las autoridades colombianas afirman que en la computadora portátil existían fotos vinculando a Gustavo Larrea, ministro de seguridad ecuatoriano con las FARC-EP. También se alega que en los archivos de la computadora portátil se indicaba que Chávez había donado $300 millones a las FARC-EP—dinero usado para comprar uranio para bombas sucias.
Para el 17 de marzo se comprobó que las fotos y los archivos fueron fabricaciones elaborados por el gobierno de Colombia. Las fotos no eran de Gustavo Larrea sino de un encuentro sostenido entre Reyes y el secretario general del Partido Comunista de Argentina, Patricio Etchegaray.
Además, Colombia afirmó que entró a territorio ecuatoriano solamente porque se encuentra en una “terrible batalla” con las FARC-EP, sin embargo, testimonio de los sobrevivientes confirma que esto es una mentira. Cinco estudiantes mexicanos de la Universidad Nacional Autónoma de México estuvieron presentes en el campamento de las FARC-EP; Lucia Morett fue la única sobreviviente del ataque.
Morett dio su primera entrevista mientras se recuperaba en un hospital de Ecuador. “Después del bombardeo, los soldados llegaron disparando” dijo ella. “Miré mucho fuego, y pude oír que los soldados contaban los cadáveres, pero también oía a aquellos que pedían ayuda, y otras voces que gritaban que los disparen para matarlos”.
Morett continuó describiendo como los soldados colombianos la amenazaron con secuestrarla y asaltarla sexualmente e incluso amenazaron con matarla, para que ella coopere con ellos. Esas condiciones no son muestra de una “batalla terrible” sino de carnicería premeditada. Tanto el gobierno de Venezuela como de Ecuador han negado haber financiado alguna vez a las FARC-EP y rechazaron la evidencia artificial presentado por el estado colombiano.
Colombia y los Estados Unidos: no buscan la paz
El gobierno de los Estados Unidos y el estado títere colombiano están participando activamente en una campaña de exterminación de la izquierda en Colombia y en toda la región. En los últimos meses, se había hecho un gran progreso hacia una resolución político del conflicto en Colombia. Los gobiernos de Venezuela, Ecuador, Francia, Italia, Argentina, Brasil y muchos más han estado ayudando a mediar el intercambio de prisioneros propuesto por las FARC-EP.
El 8 de enero, las FARC-EP dejó en libertad a Consuelo González y a Clara Rojas cumpliendo con los esfuerzos mediadores realizados por Chávez para lograr el intercambio humanitario de prisioneros. Tan solo una semana antes, el gobierno de Álvaro Uribe había terminado el papel de mediador de Chávez con el propósito de detener el proceso hacia una resolución política del conflicto. El 27 de febrero, tres días antes del ataque contra Ecuador, las FARC-EP puso en libertad a los antiguos legisladores Gloria Polanco, Luís Pérez, Orlando Beltrán, y Jorge Gechem. Es importante notar, que los cuatro hicieron llamadas a Uribe, demandando una solución política a los 50 años de guerra civil.
El 6 de marzo, algunas marchas realizadas en Colombia, condenaron la violencia de estado y los grupos paramilitares y expresaron su apoyo al intercambio humanitario de prisioneros y a la resolución política. Las demostraciones fueron una respuesta a las protestas organizadas por el gobierno de Colombia en febrero contra las guerrillas de izquierda.
El asesinato de Reyes demuestra que los gobiernos de Estados Unidos y Colombia no están interesados en una resolución política del conflicto, la misma que abarcaría compromisos de ambos lados. En vez de reconocer que las FARC-EP es una entidad política, ellos la mantienen en su lista de terroristas y persiguen la lucha militar—la misma que por virtud del poder de los Estados Unidos, no podría someterse a ningún compromiso por parte de los imperialistas estadounidenses o sus aliados colombianos.
América Latina def ine su postura
La ofensiva de Estados Unidos y Colombia en el territorio ecuatoriano sirve como una manera de medir hasta donde puede llegar el imperialismo estadounidense en la región. No se esperaban esa reacción; en vez de aislar a la Revolución Bolivariana y a otras fuerzas de izquierda, lograron aislar al goberno de ultra derecha de Uribe.
Hasta los países latinoamericanos que tienen vínculos con Washington condenaron los ataques. El haberse quedado callados frente a una violación de soberanía territorial tan descarada podría haber creado precedentes peligrosos en la región.
Los miembros de la OEA y del Grupo de Río demostraron que el poder de los Estados Unidos en el continente, es limitado. La victoria de Ecuador sobre Colombia demostró que hay un giro hacia la izquierda en todo el continente. Una vez dominada por dictaduras militares amigas con los Estados Unidos, América Latina ha puesto los límites sobre lo que tolerará de Washington y sus aliados.
Aquellas reuniones demostraron también el alto nivel de cooperación regional y apoyo ámplio para acabar de manera pacífica en conflicto en Colombia. La región está muy conciente de los 7,5 billones de dólares que los Estados Unidos ha gastado en entrenamiento y equipo de 200.000 tropas del ejercito de Colombia en los últimos nueve años. Es una fuerza que cuenta con más de 1.100 entrenadores de Estados Unidos y con más de 30.000 fuerzas paramilitares entrenadas por la CIA—fuerzas que han organizado masacres en Venezuela, Panamá, Ecuador y Brasil.
Los países de la región, especialmente aquellos que son vecinos de Colombia, están claros que los imperialistas en Washington continuarán con sus esfuerzos de desestabilizar a los gobiernos independientes de la región y aplastar la Resistencia armada. A pesar del retiro temporal, la amenaza de una guerra liderada por Colombia continúa. Las fuerzas progresistas y revolucionarias de América Latina no deben bajar su guardia.