A los obreros se les ofrece poco

Dos pasos tomados en altos niveles
del gobierno de los Estados Unidos
después del declive en el mercado
de valores en los Estados Unidos y
a nivel global en los días 21 y 22 de enero,
el cual amenazó a un colapso financiero
mundial, resaltan la gravedad de la crisis
que se acerca.

El 22 de enero, la reserva federal anunció
un recorte dramático de tres cuartos
por ciento en la tarifa de interés primario—
la reducción más grande en dos
décadas. Dos días más tarde, Bush y los
líderes demócratas del congreso llegaron
a un acuerdo en un tiempo record sobre un
paquete de “estímulo” que suma $150 mil
millones de dólares.

Tanto el recorte como el paquete de
estímulo tienen como principal objetivo
ayudar a las grandes empresas. Eso no
debe sorprender debido a que los demócratas—
a pesar de sus pretensiones de ser el
“partido del pueblo”—como los republicanos
son partidos capitalistas y los dos
partidos representan primero y principalmente
los intereses de los bancos y las corporaciones
grandes.

El color brillante de la envoltura del
paquete de estímulo es el siguiente: la
mayoría de los trabajadores que ganen
menos de $75.000 por año (individual)
o $150.000 (por pareja) y que paguen
impuestos recibirán un cheque único
que va desde $300 a $1.200, más $300
por hi jo. (Mient r a s L iber ac ión s e
impr ime, el paquete aún no ha sido
aceptado por el Congreso.)

Soluciones de “Curitas”

El recibir un cheque por correo en
mayo o junio será bien recibido, especialmente
por los millones de trabajadores que
están cada vez más teniendo problemas
con el pago de sus hipotecas, tarjetas de
crédito, y otras deudas. ¿Pero que sucederá
el próximo mes?

De esta tan anunciada oferta quedaron
excluidos una extensión de los subsidios
de desempleo y un aumento a los
bonos de alimentos.

Los subsidios de desempleo ahora se
limitan a 26 semanas—el más corto de
cualquier país industrializado. Muchos
trabajadores que fueron desempleados
ya han utilizado sus absurdos y limitados
beneficios—y la recesión/la depresión apenas
está entrando en curso.

El “paquete” de estímulo; supuestamente
ayudará a la economía colocando
más poder adquisit ivo en las manos
de la gente que, debido a su situación
económica, la gastará por seguro rápidamente.

El pensamiento detrás de todo es
que al levantar la demanda por mercancías
y por servicios, dueños de negocios
contratarán a más trabajadores para producir
más de lo que sea necesario.

Sin embargo—asumiendo que la propuesta
pase—sin lugar a dudas, muchas
personas usarán ese dinero para pagar sus
tarjetas de crédito o sus hipotecas. Independientemente
de que gasten ese dinero
en el pago de sus deudas o para comprar
mercancías o servicios, este acabará en los
bancos o en otras grandes corporaciones.
En este sentido muy real, esta propuesta
es un nuevo subsidio a las corporaciones
estadounidenses.

También se está hablando de otro
bono de 50 por ciento, o sea, $42.3 billón
en reducción de impuestos para nuevo
equipo. Bajo la ley actual de impuestos,
dicha reducción por depreciación
(desgaste) de equipo sería vigente por
muchos años.

El nuevo plan constituye un recorte
enorme de impuestos para las corporaciones
y los ricos, los mismos que ya han
recibido cientos de billones de recortes
de impuestos en la última década. Los
pequeños negocios tendrían su límite de
costos que pueden ser doblados—entre
$125.000 a $250.000 por año—un incremento
que equivale a 100 veces más de lo
que una familia trabajadora recibiría con
esta propuesta.

No existe nada en la propuesta ley para
proyectos de trabajo y empleo. En este
momento, existe una necesidad angustiosa
de una masiva reconstrucción de la
infraestructura del país. Miles de puentes
deben ser reemplazados o reparados, así
como escuelas. New Orleans y una gran
parte de la costa del Golfo se encuentra
aún en ruinas, dos años después de que
los huracanes azotaran. Vivienda accesible
y clínicas públicas son una necesidad en
cada ciudad, pequeña y grande.

Son necesarios millones de trabajos
con buenos sueldos y beneficios, los mismos
que producirán las mercancías y los
servicios con tanta urgencia necesitados;
y la lista continúa.

Nada de lo mencionado está incluido
en el paquete que fue acordado por Bush
y los líderes demócratas Nancy Pelosi y
Harry Reid. ¿Por qué no? Porque aquellos
proyectos a pesar de ser buenos para la
gran mayoría de la población, no se traducen
inmediatamente en ganancias máximas
para los capitalistas.

El desarrollo de la crisis y su causa
Para diciembre del 2007, el desempleo
oficial—el mismo que no considera el desempleo
a largo plazo, las personas que se
encuentran en prisión o la mayoría de los
siete millones de personas que estén dentro
del sistema de “justicia” criminal—
alcanzó el cinco por ciento. La inflación
en el 2007 alcanzó los niveles más altos en
dos décadas. La ejecución de hipotecas de
las casas subió al 94 por ciento más que en
los años pasados.

Hasta los economistas burgueses más
conservadores, consideran que la crisis
que se está desarrollando es la más seria
desde la Gran Depresión de los años 30 del
siglo pasado.

No obstante, lo que ninguno quiere
reconocer o discutirlo públicamente, son
las verdaderas causas que hacen que ahora
la economía se contraiga. ¿Por qué hoy
en día, millones de personas están encarando
la posibilidad inminente de perder
su empleo o su hogar?

La principal causa que determina la crisis
económica que se está desarrollando, es
la producción de ganancia en vez la satisfacción
de las necesidades básicas.

El capitalismo es un sistema que se
basa en la producción de la ganancia
máxima posible para los dueños del
capital—un diminuto porcentaje de la
población—y no en la satisfacción de las
necesidades del pueblo.

En la actualidad, a pesar de que millones
de personas se han quedado sin hogares
o los están sacando de sus hogares,
en los Estados Unidos existen más casas y
apartamentos vacantes de lo que son necesarios.

El problema es que los millones
que necesitan casa no las pueden adquirir
por falta de dinero para pagar el interés. De
esta manera bajo el capitalismo, millones
de casas están vacías mientras millones de
personas no tienen casas.

Ni la Casa Blanca, ni el Congreso levantarán
un dedo para tratar sobre estos asuntos
sobre necesidades humanas urgentes.
Este es un sistema absurdo—a menos
que usted sea capitalista.

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