Durante la semana pasada, el presidente de Irán, Mahmoud Ahmadinejad, ha sido víctima de fuertes ataques por parte de diferentes ramas de la clase dominante de Estados Unidos. La administración Bush y sus oficiales, los candidatos de ambos partidos de la clase capitalista, los medios de comunicación e inclusive los sectores académicos están tomando parte en una campaña de propaganda y difamación en contra del líder iraní.
En anticipación de su programada visita a Estados Unidos para dirigirse a la Asamblea General de la ONU, la cadena CBS transmitió una entrevista con Ahmadinejad que tomó lugar en Terán. Cuando los periodistas de la prensa capitalista entrevistan al presidente y otros altos oficiales estadounidenses, lo hacen de una manera muy respetuosa, mostrando a menudo mucha veneración ante ellos. Respeto hacia la autoridad de la clase dominante es la manera en que la prensa estadounidense aborda este tipo de entrevistas, una fórmula que se utiliza inclusive con politiqueros impopulares como Bush, un presidente que cuenta con una aprobación de sólo 30 por ciento.
Pero cuando se trata de entrevistar a un jefe de estado que es objeto de ataque por el imperialismo, todas las cortesías que se acostumbran a ofrecer salen volando por la ventana.
En su entrevista con Ahmadinejad, el corresponsal de “60 Minutes”, Scott Pelley, se dedicó más que a hacer preguntas difíciles. Lo que en realidad hizo fue repetir las acusaciones sin fundamento que la administración Bush ha lanzado en contra de Irán como que si fueran realidades: “Es una realidad establecida de que bombas iraníes y tecnología iraní están matando soldados estadounidenses en Irak. Sus manos están llenas de sangre americana”.
Pelley fue tan hostil que Ahmadinejad le tuvo que recordar al reportero: “Esto no es la Bahía de Guantánamo. Esto no es una prisión de Bagdad. Por favor, esto no es una prisión secreta en Europa. Esto no es la prisión de Abú Ghraib. Esto es Irán. ¡Yo soy el presidente de este país!”
Cuando arribó a New York, Ahmadinejad habló ante una presentación pública el 27 de septiembre en la Universidad de Columbia. Grupos sionistas y otras fuerzas de la derecha llevaron a cabo manifestaciones en la universidad, denunciando a Ahmadinejad y comparándolo como el “Nuevo Hitler”. El presidente de Columbia, Lee Bollinger, presentó al presidente iraní con una serie de insultos, llamándolo “un cruel y pequeño dictador”.
Esto fue un claro ejemplo de cómo la línea política de la clase dominante se impone en los sectores académicos y es una muestra de que la independencia académica es sólo un mito. Bollinger normalmente no ve la necesidad de someter a sus huéspedes a interrogatorios “difíciles”, particularmente cuando oradores racistas, como el líder derechista de los Minutemen, Jim Gilchrist, habla en la Universidad de Columbia.
Durante la visita de Ahmadinejad a Estados Unidos, la prensa “libre e independiente” hizo lo más que pudo para contribuir a la campaña de difamación. La prensa proporcionó amplia cobertura a las protestas, acusaciones e insultos en contra de Ahmadinejad, pero lo que Ahmadinejad dijo en sus ponencias apenas recibió cobertura.
No lealtad para Washington
Cuando el Shah de Irán—un verdadero “pequeño y cruel dictador” con una sangrienta historia de despiadada represión—visitó los Estados Unidos en noviembre de 1977, los medios de difusión corporativa y las universidades no armaron ningún escándalo sobre sus prácticas dictatoriales. Al contrario, todos coreaban la misma canción del entonces presidente Jimmy Carter, de que el Shah era un grandioso y moderno líder. La razón de esta actitud es que el Shah era el hombre de Washington, instalado en 1953 por medio de un golpe de estado orquestado por la CIA. A partir de la revolución de 1979, Irán ha resistido consistentemente al imperialismo.
Cuando Washington ataca a un país que asume su independencia y amenaza la hegemonía político-económico-militar de Estados Unidos, se lanza una campaña de desprestigio. Saddam Hussein, Slobodan Milosevic y Kim Jong Ill son algunos ejemplos recientes en una larga lista de líderes que han sido demonizados por los imperialistas.
Ahmadinejad ganó las elecciones del 2005 las cuales tuvieron que ir a una segunda ronda. Más del 70 por ciento de los electores elegibles participaron en estas elecciones, muchísimo más que en la elecciones presidenciales de los Estados Unidos. Ahmadinejad reemplazó a otro presidente, Mohammad Khatami, el cual no era reelegible después de haber servido dos mandatos presidenciales.
En las elecciones burguesas, tanto como en Irán y Estados Unidos, los candidatos tienen que atravesar los filtros sistemáticos de la clase dominante que moldean el nivel de opciones que se le ofrece al electorado. Pero las elecciones en Irán han sido más interesante y menos impredecibles que las de Estados Unidos.
La constitución iraní distribuye el poder político a través de varias ramas—el líder supremo, el presidente, los Majis (el parlamento), la Asamblea de Expertos, el Concilio de la Vigilancia y el Concilio de la Oportunidad. Todas estas ramas son elegidas a través del voto popular directo excepto el líder supremo, el cual es asignado por la Asamblea de Expertos. La Asamblea es una rama elegida.
Entonces el mito de que Ahmadinejad es un “dictador” no está basado en ninguna realidad. Esta acusación es inclusive más ridícula si consideramos que los regímenes títeres como el del dictador de Pakistán, Prevés Musharraf, o la familia real saudita, ni siquiera son considerados dictadores.
Por medio de cualquier análisis objetivo, nos podemos dar cuenta que el proceso político de Irán es infinitamente más democrático que el de Arabia Saudita, Kuwait, Jordania, Los Emiratos Árabes Unidos y muchos otros estados títeres de Washington.
Irán es un estado capitalista, dirigido por y para la clase capitalista. La verdadera democracia, la democracia obrera no es posible bajo el sistema capitalista. Esto es verdad tanto en Irán como en los Estados Unidos.
Pero, a diferencia de Estados Unidos, Irán no es un país imperialista con una agenda de hegemonía global. Su meta principal es desarrollarse independientemente de las cadenas del imperialismo.
Para el gobierno estadounidense y la prensa capitalista, la “democracia” es una forma de medir la lealtad hacia Washington.
Detrás de la campaña de calumnias
Otro mito en la propaganda en contra de Ahmadinejad es que él quiere hacer lim-pieza étnica con el pueblo judío. Este mito fue lanzado en el 2005 cuando Ahmadinejad predijo que “la entidad sionista será barrida de las páginas de la historia”. La predicción de Ahmadinejad sobre la caída del estado israelí fue erróneamente traducida como “Israel debería ser barrido del mapa”. Este error en la traducción fue propagado como evidencia de que Irán intentaría utilizar armas atómicas para aniquilar a Israel.
Al principio de este año, Binyamin Netanyahu, el ex-primer ministro de Israel y líder del ultra-derechista Partido Likud dijo: “Es 1938, e Irán es Alemania. Y además Irán se está armando con bombas atómicas”. En una referencia hacia Ahmadinejad, Netanyahu dijo: “Él está tramando otro Holocausto para el estado judío.” Esta ha sido la línea común de la propaganda estadounidense-israelí, como quedó de manifiesto durante la visita de Ahmadinejad a Estados Unidos.
La realidad es que Irán tiene una población de aproximadamente 25.000 personas judías, la comunidad más grande en el Medio Oriente fuera de Israel. Los judíos en Irán tienen representantes electos en el parlamento. Ellos practican la fe judía libremente. Existen 30 sinagogas solamente en Terán. Incluso, la oficina de Ahmadinejad recientemente hizo una donación a un hospital judío en Terán.
La revolución iraní de 1979 no fue dirigida por las fuerzas más revolucionarias de esa sociedad. El gobierno títere del Shah aplastó a la izquierda por medio de una despiadada campaña de terror que eliminó a miles de personas. La revolución fue dirigida por las fuerzas islámicas burguesas-nacionales.
Aunque Irán se mantiene fuera del alcance del saqueo imperialista—y de esta manera se beneficia al pueblo de Irán, incluyendo a la clase trabajadora—el gobierno del la República Islámica mantiene actitudes reaccionarias en temas como los derechos de las mujeres y los derechos de los homosexuales.
Pero Ahmadinejad no ha sido calumniado por la clase dominante estadounidense debido a sus puntos de vista reaccionarios. Él está siendo demonizado porque Irán ha desafiado al imperialismo con su independencia. Él ha sido calumniado porque Irán ha brindado apoyo a los palestinos que luchan en contra del estado colono de Israel. Él está siendo calumniado porque Irán apoya las fuerzas anti-imperialistas como Hamas y Hezbollah. Él está siendo calumniado porque Irán ha desarrollado vínculos amistosos con Cuba socialista y Venezuela revolucionaria.
Las calumnias en contra de la persona de Ahmadinejad y en contra de Irán son parte de una campaña de relaciones pública que busca incrementar la agresión contra Irán e inclusive preparar el terreno para la posibilidad de un ataque militar.
Por esta razón, las fuerzas revolucionarias en los Estados Unidos deben denunciar la campaña de calumnias, desacreditar los mitos y defender a Irán de la agresión imperialista.