Ya sea Cho Seung-Hui y los asesinatos de la Virginia Tech o de Angela Yates y las muertes de sus pequeños hijos, la enfermedad mental es un factor esencial en muchas de estas tragedias en los Estados Unidos. Aproximadamente 1.000 homicidios al año son cometidos por individuos enfermos mentalmente quienes no están recibiendo el tratamiento adecuado.
En los Estados Unidos—el país más rico del mundo—el sistema de salud no está diseñado para tratar a las personas con enfermedades mentales. En vez, la enfermedad mental es ignorada hasta que el problema explota.
El centro de salud mental más grande en los Estados Unidos no es un hospital. Es la Cárcel del Condado de Los Ángeles, la cual tiene a 3.000 presos con enfermedades mentales cada día.
Los más de 10.000 presos en las prisiones estatales de Nueva York que padecen de enfermedad mental pasan el número de pacientes en los hospitales psiquiátricos del estado.
Alrededor de un 10 por ciento de los prisioneros sufren de enfermedades mentales. La mayoría ha cometido delitos menores causados por estos desórdenes psiquiátricos. Ellos necesitan tratamiento, no encarcelamiento. Y aun así, el gobierno usa los impuestos que pagamos para encerrarlos en condiciones infrahumanas, haciendo así el problema peor aun.
Este patrón alarmante empezó en la década de los años 60. Las cárceles y prisiones se han convertido en los nuevos hospitales psiquiátricos para las personas con enfermedad mental. Llevados por la codicia de las corporaciones, esas personas están siendo castigados por sus problemas mentales.
La gente de la clase trabajadora que tiene problemas de salud mental son las víctimas más vulnerables del sistema.
Colaboración corporativa y gubernamental
En el 1955, 560.000 personas en los Estados Unidos fueron tratados por problemas de salud mental en los hospitales estatales. Si ajustamos por el incremento en la población, esperaríamos que hubiese alrededor de 930.000 personas siendo tratadas en hospitales estatales hoy en día. Esto sin embargo no es así. Menos de 55.000 personas están recibiendo tratamiento en tales centros.
¿Donde están los cientos de miles de personas con problemas mentales? Entre 170.000 y 300.000 individuos con enfermedades mentales sufren hoy en las cárceles y las prisiones. Unos otros 500.000 están en libertad condicional por las cortes.
Desde el 1960, más del 90 por ciento de las camas en los hospitales psiquiátricos han sido eliminadas. Los profesionales de la salud mental y los sociólogos le llaman a esto “deinstitucionalización”. Como resultado de este fenómeno, muchos pacientes psiquiátricos que necesitan hospitalización están en las prisiones.
¿Cual es la causa de la deinstitucionalización? El culpable es el capitalismo.
En 1952, el doctor francés Henri Laborit empezó a experimentar con una droga llamada clorpromasin. Laborit encontró que esta droga hacía relajar a sus pacientes antes de ser operados. El convenció a sus colegas, psiquiatras Jean Delay y Pierre Deniker, a administrar clorpromasin a pacientes esquizofrénicos. Para su sorpresa, los pacientes más enfermos se pusieron calmos y placidos. Esto fue un paso muy importante en la psicofarmacología.
Las compañía farmacéutica que desarrolló clorpromasin, Rhone-Poulec, rápidamente vendió los derechos a otra compañía—Smith Kline & French. Conocida hoy como GlaxoSmithKline, es la segunda compañía farmacéutica más grande del mundo. En 2006, GSK ganó $13 billones en ganancias.
Smith Kline mandó a Deniker por todo los Estados Unidos para hablar con psiquiatras sobre el clorpromasin. La compañía esperaba vender esta droga en el mercado estadounidense. Cuando esto falló, Smith Kline trataron algo nuevo.
Smith Kline organizó una reunión para que Deniker se reuniera con legisladores. Deniker les explicó que los gobiernos estatales podrían salvar millones si prescribieran clorpromasin a los pacientes mentales en los hospitales estatales. Explicó que esto haría que los pacientes se mejoraran lo suficiente para dejarlos salir.
Los legisladores se alegraron con la idea de no tener que gastar tanto dinero tratando a los enfermos mentales. Los hospitales estatales ya estaban en problemas por acusaciones de tratamiento inhumano y cruel.
Los legisladores aceptaron con entusiasmo la propuesta de Smith Kline.
Smith Kline mercadeó el clorpromasin bajo el nombre Thorasin. En los primeros 10 años, se le administró a 50 millones de personas. En 15 años, las ganancias de Smith Kline se duplicaron tres veces.
El establecimiento de Thorasin, seguido por el establecimiento de los programas federales Medicaid y Medicare, hizo que la Casa Blanca pensara que los hospitales psiquiátricos no eran necesarios ya.
En 1963, el presidente John F. Kennedy firmó el Acto de Centros de Salud Mental Comunitarios. Esta ley autorizó al Congreso a gastar hasta $3 billones para crear una red nacional de centros mentales comunitarios para reemplazar a los hospitales psiquiátricos.
Estos hospitales empezaron a vaciar sus camas casi inmediatamente. Entre 1955 y 1994, el número de pacientes en estos hospitales se bajó de 500.000 a menos de 100.000. Desde 1963 a 1980 solamente, la población de pacientes se redujó por más de un 75 por ciento.
Los centros mentales comunitarios prometidos por Kennedy y el Congreso no se construyeron. El gobierno puso su atención en “cosas mas importantes,” como la guerra de agresión en contra del pueblo vietnamita y en cubrir el escándalo de Watergate.
Cientos de miles de pacientes mentales fueron desalojados a las calles. Ya para los 1980, muchos personas—pacientes anteriores— empezaron a llenar las prisiones y las cárceles. Esto se le conoce como “transinstitucionalización”.
Entrando al sistema de prisiones
La población estadounidense creció por un 16 por ciento entre 1980 y 1995. En este período, el número de los presos creció de 501.886 a 1.587.791—¡un incremento del 216 por ciento!
¿Sería que los estadounidenses se hicieron más criminales? No. El sistema represivo capitalista se había extendido. Deinstitucionalización ha hecho a las cárceles un repositorio de las personas con enfermedades mentales. En vez de ser tratados de manera médica, la enfermedad mental se trata como un asunto criminal.
Una encuesta en 1992 de Public Citizen dio a ver que el 29 por ciento de las cárceles en los Estados Unidos encarcelan gente que no tienen cargos algunos, pero que simplemente están esperando por una evaluación psiquiatrita, una cama de hospital o transportación a un hospital psiquiátrico.
La mayoría de los enfermos mentales severos en las carceles están ahí porque se les ha encausado con un crimen menor por su enfermedad. (E.F. Torrey, “Out of the Shadows: Confronting America’s Mental Illness Crisis.” John Wiley & Sons, 1997)
En término medio, las personas que padecen de enfermedades mentales son encarcelados seis veces más tiempo que otros con los mismos cargos.
Caso de ejemplo: Miami
¿Cuáles son las condiciones para las personas con enfermedad mental en las cárceles y prisiones en los Estados Unidos?
El ex reportero del Washington Post Pete Earley describió las condiciones en la cárcel principal de Miami en su libro, “Loco: La Búsqueda de un Padre por la Locura de la Salud Mental en los Estados Unidos.”
De acuerdo a Earley, el Centro de Detención Pre-juicio de Miami-Dade tiene alrededor de 700 prisioneros bajo drogas anti psicóticas cada día. La mayoría terminan siendo encerrados en el noveno piso. Son retenidos en celdas comunales con 50 personas en cada celda.
El noveno piso tiene una parte reservada para los prisioneros suicidas. Prisioneros con enfermedades mentales que han tratado de suicidarse son confinados en solitario en celdas con puertas de vidrio resistente. Se les mantiene sin ropa, y la temperatura se mantiene en los 50 grados F (10 grados C) para que no haya “problemas”.
Prisioneros suicidas no tienen sábanas, cubiertas ni almohadas. No pueden tener ningún entretenimiento.
Hay solamente un psiquiatra en el noveno piso, lo cual le permite pasar el promedio de 12.7 segundos con cada paciente cada día.
El psiquiatra está requerido a prescribirle drogas baratas a los presos aun cuando ellos responden mejor a otras drogas.
Esto es un ejemplo de lo que es la vida para cientos de miles de personas enfermas en los Estados Unidos hoy.
Raíz de la crisis es el capitalismo
Hasta los principios del siglo 19, las personas con enfermedades mentales eran encarcelados regularmente. El trabajo de activistas como Dorotea Dix forzó a los legisladores a crear hospitales psiquiátricos. Doscientos años después, lo que se había ganado ha sido denegado por la avaricia inexhaustible de los capitalistas y los políticos que ellos mantienen en sus bolsillos.
El sistema de salud mental en los Estados Unidos es un ejemplo de la avaricia sin control impuesto por el sistema capitalista. El capitalismo apoya el derecho a tener propiedad privada de unos pocos ricos, mientras que los demás de nosotros somos explotados a varios niveles. El motivo del capitalismo es la ganancia, no para encargarse de las necesidades del pueblo.
El capitalismo ha hecho de la enfermedad una fuente de ganancias de billones de dólares para gigantes farmacéuticos como Pfizer y GlaxoSmithKline cada año.
Es más barato para el estado y más provechoso para las corporaciones, encarcelar a los individuos mentalmente enfermos que darles tratamiento médico. Gobiernos en los estados les pagan a las compañías privadas que se encargan de los hospitales psiquiátricos sin importar si el tratamiento es bueno o malo. Mantener las camas vacías genera mayores ganancias para los dueños. Así que, los hospitales tratan de descargarse de los pacientes prematuramente en vez de darles el tratamiento necesario.
No debe ser así.
Quitarle del sistema de salud el motivo de las ganancias aseguraría que el cuidado del paciente es lo primordial. Fondos podrían ser usados para la investigación y para entrenar mejor a los trabajadores de la salud, para que así las condiciones deplorables comunes en los hospitales psiquiátricos estatales en el pasado no sean repetidos. Sin este motivo financiero por encima del sistema de salud, el tratamiento agresivo, a largo plazo, basado en la comunidad podría ser una realidad.
Esto sólo puede suceder por medio de una lucha monumental para reorganizar el sistema de salud para que beneficie a la gente y no a las compañías farmacéuticas, compañías de seguros y los hospitales privados. El sistema de salud, junto al capitalismo mismo, debe ser volcado para satisfacer la necesidades de todas las personas, especialmente aquellas con enfermedades mentales quienes necesitan ayuda más que nadie.