Más de un millón de libaneses se reunieron en Beirut el 8 de marzo del 2005, para demostrar su apoyo a Siria. |
Pero el 8 de marzo, sus trenes chocaron, se descarrilaron por uno de los factores que los imperialistas y sus pensadores a sueldo siempre dejan afuera de sus cálculos: la intervención del pueblo.
En una muestra espectacular de fuerza, alrededor de un millon de libaneses—más del 25 por ciento de la población total—marcharon en Beirut ese día para demandar que los EEUU, no Siria, saliera inmediatamente del país. Un cartel muy popular leía: “Bush—el Líbano no está en tu patio trasero.” Otra decía: “No a la interferencia americana.”
La manifestación fue 20 veces más grande que la manifestación más numerosa del ala derecha financiada por EEUU de las semanas anteriores. El primer ministro del Líbano, Omar Karami, quien fuera forzado a renunciar ocho días antes debido a la presión de Francia y EEUU por ser “pro-Siria” regresó a su puesto de trabajo dos días después de la manifestación más grande en la historia libanesa. La mano intervencionista de EEUU fue detenida momentáneamente.
Decir que la manifestación del 8 de marzo tomó a Washington por sorpresa podría ser la ironía del nuevo siglo. Pero no fue la primera vez que sufre semejante golpe. Ninguno de los que dictan las políticas anticipó la resistencia feroz en Irak que ha mantenido ocupado a gran parte del ejército de EEUU. Y anteriormente, los líderes que precedieron el liderazgo actual de seguridad nacional descontaron el peligro a sus regimenes títeres de Irán, Vietnam, Cuba y otros países donde las revoluciones barrieron con ellos.
¿Como se explica la recurrente “estupidez” por parte de personas que tienen doctorados de las mejores universidades? Sobre todo es su posición de clase. Ellos tienen sólo desprecio por las “personas comunes”, por los trabajadores y los oprimidos del mundo, incluso aquellos que viven en este país.
‘Agrandando el problema’
Imposibilitado de resolver el “problema” de resistencia popular a la ocupación de EEUU en Irak, la nueva política exterior del equipo de la administración de Bush ha adoptado el consejo que diera en el 2003 el Secretario de Defensa Rumsfeld—“Si el problema no puede ser resuelto, hay que agrandarlo”—y de esa forma continuar por la fuerza la expansión de su intervención en el Medio Oriente. Desde el comienzo del segundo término de George W. Bush, los EEUU ha extendido su maniobra agresiva en la región, amenazando a Irán, Siria, el Líbano, Palestina y Sudán.
Siria ha sido un foco particular. En febrero, los EEUU comenzó una campaña internacional intensa demandando el desmantelamiento de las fuerzas militares de Siria en el Líbano. Bush, el Primer Ministro israelí Ariel Sharon, y el Presidente francés Jacques Chirac han encabezado la campaña en contra de Siria.
La ironía agria de estos tres, presentándose como “liberadores” en contra de ocupación, no puede pasar desapercibido en los pueblos del Medio Oriente y el mundo. Bush hoy preside sobre la ocupación de Irak, Afganistán, Haití, y parte de Cuba. EEUU tiene 750 bases militares en más de 130 países.
Israel ocupa no sólo toda la Palestina histórica, pero también parte de Siria. En la guerra de 1967, Israel conquistó y anexó más tarde ilegalmente la mayoría de la provincia Quenitra de Siria, también conocida como las Alturas de Golán. El ejército israelí, demolió 240 ciudades sirias y expulsó a 170,000 sirios y palestinos.
Desde 1978 al 2000, hubo una fuerte resistencia libanesa a la ocupación israelí de grandes territorios del Líbano. En la parte sur del país, la organización Hezbollah lideró la resistencia. Entre 1982-83, Israel ocupó más de la mitad del país.
Francia fue el antiguo amo colonial de Siria y el Líbano, así también como de muchos otros países en Asia y África. Bajo el control de Francia, el Líbano fue separado de Siria, al costo de los trabajadores y campesinos pobres libaneses, y fue convertido en el centro de los banqueros y en la plaza de juego de los ricos del Medio Oriente.
Expandiendo la agresión de EEUU en el Medio Oriente
Uno le podría preguntar a Donald Rumsfeld lo siguiente: ¿Cómo la extensión de un problema puede ayudar a resolverlo? La respuesta en este caso se encuentra en el entendimiento del objetivo real de Washington en la zona—la dominación total no sólo en Irak, pero de la región completa, rica en petróleo, estratégicamente vital del Medio Oriente.
El control del Medio Oriente es un elemento clave en la Estrategia de Seguridad Nacional (NSS), la política exterior oficial de EEUU desde el 2002. En el centro de la NSS está la determinación de que debe haber un súper poder imposible de desafiar en el planeta—los Estados Unidos.
La dominación militar total del área del Golfo Pérsico/Arábigo—donde se encuentran las dos terceras partes de las reservas petroleras mundiales—no significarían solamente trillones de dólares en ganancias futuras para Exxon-Mobil, Chevron-Texaco y otras compañías estadounidenses. También seria un capital inmenso en la lucha geopolítica entre el imperialismo estadounidense y sus rivales presentes y futuros. La Unión Europea, Japón y China todos tienen “déficit energético” y todos son extremadamente dependientes del petróleo del Medio Oriente.
Asegurarse la dominación del Medio Oriente requiere la eliminación de toda la oposición seria, ya sea en la forma de gobiernos nacionales antiimperialistas, o movimientos populares. Los arquitectos de la política exterior de Washington piensan que socavando o destruyendo los gobiernos de Siria e Irán les permitirá aislar y derrotar a la resistencia iraquí.
Una estrategia insostenible en Irak
El Pentágono no puede mantener la estrategia que ha perseguido desde la invasión a Irak en marzo del 2003. Por lo menos 1,500 tropas estado-unidenses han muerto en combate, aunque hay nuevas evidencias de que la cifra es mucho más alta. Más de 27,000 han sufrido heridas, lesiones y enfermedades serias. Las bajas iraquíes han sido mucho más altas. Mas de 100,000 iraquíes perecieron solo durante la invasión de EEUU, de acuerdo a un informe del 29 de octubre del 2004 de la revista inglesa médica Lancet.
Ambos, personal activo y unidades de reserva del ejército y la marina de EEUU están considerados por expertos militares como “sobre extendidas,” y ambas ramas de las fuerzas armadas están teniendo dificultades en reclutar y retener soldados. Miles de soldados están sujetos a una extensión forzada de su servicio en Irak, y miles de tropas previamente licenciadas son llamados involuntariamente a servir. Mientras que estas medidas continúan, crece gran descontento entre las tropas.
Los costos de la guerra en Irak son de aproximadamente $200 millones diarios. Mientras que algunas corporaciones del complejo militar e industrial como Halliburton y Bechtel se han beneficiado grandemente, la guerra en Irak no ha resultado aún en el tipo de súper ganancias que el establecimiento capitalista ha esperado. Esos miles y miles de millones en ganancias solo pueden dar sus frutos con la explotación a gran escala de las vastas reservas de petróleo, estimados ser la segunda más grande del mundo. El clima inestable creado por la amplia resistencia—incluyendo las repetidas explosiones de gasoductos y otros establecimientos petroleros—ha hecho imposible la explotación a ese nivel en el futuro inmediato.
Así es que la clase dominante enfrenta una opción: comenzar a alejarse de Irak y reducir sus ganancias o continuar ampliando el conflicto. Claramente, la opción ha sido la de extender la agresión estadounidense en la región—o sea, “agrandar” el problema.
Hoy existen 150,000 tropas de EEUU en Irak y otras 20,000 en Afganistán. El Pentágono no tiene suficientes fuerzas para dirigir nuevas guerras que requerirían cientos de miles de soldados de infantería en una subsiguiente invasión y ocupación.
Pero líderes de EEUU tienen otros poderosos instrumentos militares, económicos y diplomáticos a su disposición. Estos incluyen poder masivo naval y aéreo, equipado con armas nucleares y apostados en la región del Golfo Pérsico y Arábico, sanciones al comercio y financiamiento, económicamente debilitadoras, y la dominación en el Consejo de Seguridad de la ONU. Y aunque Wash-ington generalmente prefiere emplear la fuerza y la coerción en contra de aquellos percibidos como oponentes, “incentivos financieros” (soborno) están también disponibles para persuadir a gobiernos y líderes acceder a las demandas de EEUU.
Photo: Ahmad al-Rubaye |
En Palestina, los EEUU, junto a su socio menor Israel, está tratando de desmantelar el movimiento de resistencia y atraer a su órbita una reconfigurada Autoridad Nacional Palestina. Con el total apoyo de Washington, los militares israelíes han aplicado tácticas brutales en un esfuerzo concertado para destruir la Intifada palestina—levantamiento—que comenzó en Septiembre del 2000.
Más de 3,500 palestinos han sido muertos desde el comienzo de la Intifada, comparado con 900 israelíes. Docenas de miles más han sido heridos seriamente. Miles de hogares palestinos han sido demolidos y más de 8,000 palestinos, incluyendo líderes y cuadros de todas las organizaciones de resistencia, han sido encarcelados bajo condiciones extremas. Cientos de puntos de control y un muro estilo apartheid ha destruido la mayor parte de la economía palestina, causando un más alto nivel de pobreza.
Los EEUU e Israel buscaron aislar completamente a los líderes de la Autoridad Nacional Palestina (ANP) diplomáticamente, económicamente y físicamente mientras que el Presidente de la ANP Yasir Arafat estuvo vivo. Arafat, que negoció los Acuerdos de Oslo con los EEUU e Israel en 1993, fue vilificado por negarse a firmar un “estatuto final” del acuerdo propuesto por EEUU e Israel en el verano del 2000 que hubiese creado un semi-estado estilo Bantustan para los palestinos.
Después de la muerte de Arafat en noviembre del 2004, Washington se movió rápidamente para promover la creación de un nuevo y más complaciente liderazgo de la ANP. Las elecciones se organizaron rápidamente y se llevaron a cabo el 6 de enero del 2005 donde Mahmud Abbas se convirtió en el nuevo presidente de la ANP.
La administración de Bush comenzó a darle “ayuda” al nuevo liderazgo de la ANP, mientras que demandaba que las fuerzas de seguridad de la ANP intervinieran para aniquilar el movimiento de resistencia popular. A cambio, los EEUU prometió apoyar un acuerdo con condiciones aún peores que el acuerdo rechazado por el liderazgo de Arafat cinco años atrás.
La destrucción del movimiento palestino y sus organizaciones de resistencia ha sido la meta a largo plazo de la política de EEUU, precisamente debido a la centralidad de la causa palestina en la lucha general en el Medio Oriente. En numerosas ocasiones, en Jordania en 1970, en el Líbano en 1982, y con los Acuerdos de Oslo en 1993, Washington creyó que había derrotado a los palestinos. Pero después de cada revés, la lucha palestina resurge nuevamente.
EEUU renueva su ofensiva contra Irán
Durante su confirmación por parte del Senado en enero, la nueva Secretaria de Estado Condoleeza Rice reveló un incremento de la agresividad estadounidense alrededor del mundo. La beligerancia de Rice no se confinó solamente al Medio Oriente, pero además se extendió a Venezuela, Cuba, Corea del Norte y otros estados blancos de esa política.
La nominación del ultra conservador rabioso John Bolton como el nuevo embajador de EEUU ante la ONU, enfatiza la posición agresiva internacional de la administración.
El régimen de Bush continúa su
campaña en contra de Irán. En el New Yorker del 24 de enero, Seymour Hersh reveló que el Pentágono ha estado enviando equipos de Operaciones Especiales a Irán, y ha estado sobrevolando el país con aeroplanos de control remoto por más de un año. El poder militar de EEUU rodea a Irán desde las naciones ocupadas de Afganistán e Irak, y con la Quinta Flotilla estadounidense—armada con misiles nucleares—situado en el Golfo Pérsico y Arábico. Mientras tanto, Washington constantemente atenta desacreditar a Irán basado en los alegados programas de desarrollo de armas nucleares.
Bush ha prometido traer “la libertad” al pueblo de Irán. La única “libertad” que le interesa al gobierno de EEUU es la libertad que gozaban los monopolios petroleros estadounidenses bajo el Shah (rey) instalado por EEUU. Bajo el Shah Reza Pahlevi, a quien la CIA puso en su “Trono Pavo Real” en un golpe de estado del 1953, el Pentágono y las compañías petroleras estadounidenses controlaron el país. Al mismo tiempo, las masas iraníes sufrieron una tiranía policial estatal y una pobreza creciente.
Estados Unidos, Siria y el Líbano hoy
En febrero, repentinamente, los EEUU lanzó una nueva ofensiva en contra de dos gobiernos vecinos y con lazos estrechos, Siria y el Líbano, quienes fueron vistos como no suficientemente complacientes con la agenda de Washington.
El 14 de febrero, Rafik Hariri, el ex primer ministro libanés y la persona más rica del país, fue muerto en una enorme explosión en Beirut. La administración de Bush respondió de manera que pareciera repentina. En unas pocas horas, retiró a su embajador de Siria—una movida diplomática hostil con la intención de sugerir que Siria era responsable por el asesinato. No se ha presentado ninguna evidencia que apoye esa acusación. Más allá, el gobierno de Siria encabezado por el Presidente Bashar Assad sabía muy bien que los EEUU trataría de capitalizar cualquier incidente para intensificar la presión en contra de Siria.
Desde septiembre del 2004, los EEUU había activado elementos de una nueva campaña de agresión contra Siria. El 2 de septiembre, los EEUU por escaso margen, consiguió aprobar la Resolución 1559 en el Consejo de Seguridad de la ONU, demandando que Siria retirara sus tropas del Líbano. La resolución fue aprobada con un mínimo de nueve votos.
Al día siguiente del asesinato de Hariri, y casi cada día de las semanas siguientes, Bush exigía que todas las tropas de Siria se retiraran inmediatamente del Líbano. Amenazaron imponer nuevas sanciones económicas a Siria. La mayor parte del viaje de Bush de una semana a Europa a fines de febrero fue destinado a lograr el apoyo de Francia, Alemania, Rusia y otros países para la campaña en contra de Siria.
En manifestaciones apoyadas por EEUU y exageradas grandemente por los medios occidentales, las fuerzas pro-imperialistas y derechistas en el Líbano tomaron las calles demandando que las fuerzas sirias se retiraran. El movimiento Hezbollah, que dirigió la resistencia en contra de la ocupación israelí del Líbano y hoy tiene el bloque más grande de asientos en el parlamento del país, ha organizado manifestaciones masivas pro-Siria, aunque aquellas recibieron menos atención de los medios. Hezbollah y otras fuerzas nacionalistas libanesas han dicho que el retiro de las tropas sirias en estos momentos solo puede ayudar a Israel y a EEUU.
La historia de las tropas sirias en el Líbano
Las fuerzas sirias han jugado un papel contradictorio en los 30 años pasados. En el período decisivo de la guerra civil libanesa en 1976, la alianza progresista del Movimiento Nacional Libanés y la Organización para la Liberación de Palestina (OLP) estuvieron a punto de derrotar la alianza fascista/derechista apoyada por Israel y los EEUU. Las fuerzas de la OLP estaban desplegadas en numerosos campamentos de refugiados palestinos en el país.
Entonces, en abril de 1976, con la bendición y el apoyo de EEUU, el ejército sirio entró en el Líbano y bloqueó la victoria de las fuerzas progresistas. Aunque se oponía a la dominación imperialista y a Israel, la burguesía nacional siria, representada por la rama siria del Partido Árabe Socialista Baas, también tenía temor a una victoria socialista y revolucionaria en el Líbano.
Por lo tanto, en 1976, los EEUU, Francia e Israel le dieron la bienvenida a la entrada de las tropas sirias—por razones reaccionarias. Este hecho es raramente mencionado en estos días en los medios corporativos.
Después de la invasión israelí de 1982 al Líbano apoyada por EEUU, el papel de Siria cambió. Surgió un movimiento poderoso de resistencia palestina y libanesa para combatir a los israelíes. En el 2000, después de 18 años de lucha, la resistencia triunfó y expulsó a Israel de casi todo el territorio libanés.
En los años 1980, Siria apoyaba a elementos de la resistencia libanesa, mientras que al mismo tiempo trataba de prevenir el reestablecimiento de las fuerzas de la OLP en el Líbano. Tuvieron un éxito limitado. Las dos organizaciones de resistencia más importantes, Amal y Hezbollah, emergieron, basados principalmente en la población shia del sur del Líbano.
Amal fue una aliada cercana de Siria y fue apoyada por ese país. Desde 1985 al 1988, Amal lanzó una guerra contra sus ex aliados en los campamentos palestinos que causó un enorme sufrimiento a las poblaciones de los campamentos. Las fuerzas de Amal eventualmente fueron vencidas por las fuerzas de la OLP.
A finales de la década de los 1980 y durante los 1990, Hezbollah, apoyada por Irán, se transformó en el preeminente movimiento de resistencia guerrillera que luchaba contra la ocupación de Israel, aunque no era el único. Su alianza con Siria se fortaleció.
Imperialismo en Siria y el Líbano
En octubre de 1990, los EEUU y Francia acordaron retirar su apoyo al General Michael Aoun, cuyo gobierno anti-Siria en parte del Líbano consecuentemente cayó. A cambio, Siria acordó unirse a la coalición liderada por EEUU, Gran Bretaña y Francia en contra de Irak en la Guerra del Golfo de 1991, ayudando a dar fachada árabe a la alianza imperialista.
Siria y el Líbano han estado enlazados por mucho tiempo. Hasta la Primera Guerra Mundial, la provincia de Siria en el Imperio Otomano incluía todo lo que hoy constituye Siria, el Líbano, Palestina y parte de Jordania. Los imperialistas británicos y franceses se dividieron la región entre ellos en 1920, sentando las bases de estados modernos de la región, incluyendo el estado colonizador de Israel.
En dos ocasiones, los líderes de EEUU ha enviado a sus propias fuerzas militares de ocupación al Líbano. En el apogeo de los levantamientos nacionalistas árabes de los años 1950, 20,000 marines estadounidenses aterrizaron en Beirut el 15 de julio de 1958. Fue el día después de la Revolución de Irak, en el medio de la primera guerra civil libanesa. Los marines se quedaron por algunos meses, hasta que aseguraron la supervivencia de un gobierno comprador, burgués y pro-occidental.
En 1982, los marines de EEUU una vez más desembarcaron en el Líbano. EEUU había acordado garantizar la seguridad de los campamentos de refugiados palestinos en Beirut como parte de un acuerdo que evacuó a las fuerzas de la OLP del Líbano. El acuerdo vino después de tres meses de un asedio y bombardeo masivo israelí del Líbano, que dejó a miles de palestinos y libaneses muertos y heridos, y cientos de miles sin hogar.
A pesar de la “garantía” de los EEUU para proteger los campamentos, el 16 de septiembre de 1982, los militares israelíes rodearon los campamentos de refugiados de Sabra y Shatila permitiendo a los fascistas de la milicia Falangista libanesa entrar al campamento. Ariel Sharon, quien fuera en aquel entonces Ministro de Defensa de Israel, fue informado completamente a través de las 48 horas que duró la masacre. Más de 2,000 palestinos—casi todos niños, mujeres y hombres ancianos—fueron asesinados.
En el año siguiente, las fuerzas estadounidenses lanzaron una guerra en contra del naciente movimiento de resistencia libanesa. Barcos de EEUU en las costas mediterráneas del Líbano lanzaron bombas que testigos describieron como “del tamaño de Volkswagens” en poblaciones montañosas inocentes del Líbano, algunas veces erradicándolas por completo.
La ocupación estadounidense terminó después del 23 de octubre de 1983, cuando una enorme bomba estalló en el cuartel donde se encontraban los marines en Beirut, matando 241 tropas. Un ataque similar mató a 58 soldados de la ocupación francesa.
Ahora, los mismos gobiernos que han intervenido repetidamente con planes coloniales y neo coloniales, que han ocasionado enorme sufrimiento a los pueblos de Siria, el Líbano y otros pueblos del Medio Oriente, se muestran como los campeones de la democracia y la libertad.
No se sabe realmente si esta última injerencia imperialista va a resucitar conflictos civiles
en el Líbano.
A pesar de las contradicciones históricas del papel que juega Siria en el Líbano, es claro que si la actual campaña de EEUU triunfa, solo va a debilitar la posición de los pueblos del Medio Oriente en sus luchas en contra del imperialismo.