Mineros bolivianos desempleados amenazan con dinamitas en frente de la oficina de la Corporacion Minera de Bolivia, COMIBOL, en La Paz, el 5 de agosto 2004 Photo: David Mercado |
Durante las tres décadas pasadas, una de las características comunes en toda América Latina ha sido la situación de miseria creada por las políticas neoliberales impuestas por los Estados Unidos a través de sus instituciones financieras, el FMI y el Banco Mundial. Políticas económicas de libre mercado han abierto las puertas a las inversiones extranjeras y a nuevas tasas de impuestos, pero aquellos que se benefician nunca han compartido las ganancias con los pobres y los trabajadores de la región.
Las respuestas de la oposición a esas políticas neoliberales han tomado varias formas. En varios casos, referéndums han servido como un punto focal en un esfuerzo por revertir las iniciativas apoyadas por el FMI. Por ejemplo, en el 2002, el pueblo de Tambogrande, una ciudad de 16,000 habitantes, votó por abrumadora mayoría en contra de que la compañía canadiense, Manhattan Mining Corporation, estableciera minas en esa ciudad.
El 18 de julio de este año, se llevó a cabo un referéndum en Bolivia para consultar a la población sobre diferentes aspectos relacionados con uno de los recursos naturales más preciosos en Bolivia — el gas natural. Después de Venezuela, Bolivia tiene la mayor reserva petrolera de Sudamérica. Gas y agua han sido temas calientes para los bolivianos.
El setenta por ciento de los 8.2 millones de personas en Bolivia, viven por debajo del nivel de pobreza. La mayoría de los bolivianos no ven ningún beneficio de sus recursos naturales: mientras la gran mayoría del pueblo sobrevive con $2 al día, las riquezas del gas natural del país tienen un valor de entre $70 a $210 mil millones de dólares, de acuerdo a un informe de la Agencia de Prensa Frances del 18 de julio.
El pueblo de Bolivia tiene una larga historia de lucha en defensa de sus recursos naturales y ha demostrado su determinación para pelear por ellos. En febrero del 2000, la ciudad de Cochabamba fue testigo de un levantamiento popular cuando la compañía estadounidense Bechtel quiso subir las tarifas del agua. El pueblo de Cochabamba forzó a la compañía a abandonar el país.
La lucha por la defensa del agua y el gas en favor de los pobres ha sido inmensa en la región. La partida de Bechtel significó una victoria colosal no solo para el pueblo boliviano pero para el resto de América Latina, que está observando de cerca los sucesos que están tomando lugar en este país predominantemente indígena.
En octubre del año pasado, los pueblos pobres e indígenas de Bolivia, protestaron furiosamente los planes del entonces Presidente Gonzalo Sánchez de Lozada de exportar gas a través de un puerto en Chile. En la lucha en contra del plan, murieron más de 80 personas. Sánchez de Lozada se vio forzado a renunciar.
Bajo una ley de 1996 aprobada por el gobierno de Sánchez de Lozada, Bolivia abrió su sector de gas a inversores extranjeros. Cuando Carlos Mesa asumió la presidencia después de Sánchez de Lozada, estaba bajo una presión enorme para nacionalizar las reservas de gas natural.
UNA MANIOBRA POLÍTICA
El referéndum fue una maniobra política por parte de Mesa. Mesa ha sido un partidario de las políticas económicas de libre mercado. Pero después de asumir el poder, prometió que trabajaría para convertir a Bolivia en una “república de iguales.” Propuso entonces un referéndum para responder a la demanda de nacionalización.
Las cinco preguntas incluídas para votar en el referéndum eran las siguientes:
” Está de acuerdo en que se derogue la Ley de Hidrocarburos No 1689, firmada por el ex Presidente Gonzalo Sánchez de Lozada?
” Está de acuerdo en que el estado boliviano recobre posesión de todos los manantiales de gas?
” Está de acuerdo que YPFB (la compañía de gas estatal) debería ser recreada, recobrando la porción de Bolivia que ha sido privatizada por compañías petroleras de tal forma que se les permita participar en la cadena de producción total de hidrocarburos?
” Está de acuerdo con la política del Presidente Carlos Mesa de usar el gas como un recurso estratégico para lograr el acceso soberano al Océano Pacífico?
” Está de acuerdo de que Bolivia pueda exportar gas en un marco de política nacional que provea gas a los bolivianos; promueva la industrialización del petróleo dentro del territorio nacional, aumente los impuestos a las compañías que generan energía hasta un 50 por ciento del valor de la producción de gas y petróleo; y que utilice las ganancias de las exportaciones y la industrialización del gas primariamente para educación, cuidado de salud, caminos y trabajos?
La pregunta que faltaba en el referéndum era la demanda más popular y directa: nacionalización. Esa opción hubiera estado apoyada por el 80 por ciento de los bolivianos, de acuerdo a encuestas independientes. Esta ha sido la mayor demanda por parte de los sindicalistas, los cocaleros, (un sector tradicional de la agricultura por siglos) y los pueblos indígenas desde que Mesa fue elegido presidente.
Sin embargo, debido a la complicada forma de escribir las preguntas en el referéndum, de acuerdo a algunos analistas, los bolivianos no entendieron las preguntas. Un gran número de personas, alentados por la propaganda del gobierno, creyeron que estaban votando por la nacionalización.
DIVISIONES EN EL MOVIMIENTO POPULAR
A la confusión se sumaron además, mensajes conflictivos enviados por varios líderes del movimiento popular. Sectores de la Central Obrera Boliviana, junto con el líder indígena Felipe Quispe, hicieron un llamado para boicotear el referéndum.
Evo Morales, por su parte, líder del Movimiento al Socialismo (MAS) mayoritariamente con base en el movimiento de cocaleros, es aliado del Presidente Mesa. Morales jugó un papel muy activo en la lucha que sacó del poder al ex gobierno en el mes de octubre. Morales no se unió al llamado para la abstención, sino que por el contrario instó a sus partidarios a participar.
Al final, las cinco medidas ganaron más del 60 por ciento de aprobación. Pero alrededor del 48 por ciento de personas registradas para votar, no votaron—una abstención altamente remarcable considerando que el voto en Bolivia es obligatorio y no votar puede resultar en multas elevadas y hasta la cárcel.
A pesar de que otras circunstancias podrían haber prevenido que algunas personas votaran, los resultados indicaron que muchas personas respondieron al llamado de los líderes de la oposición a abstenerse de votar. A diferencia de elecciones en otras partes del mundo, incluidas las elecciones en los Estados Unidos, el bajo porcentaje de votos no fue el resultado de la apatía, sino una decisión bien pensada para boicotear el referéndum.
LA BATALLA CONTINÚA
Las interpretaciones de los resultados fueron conflictivas. Evo Morales interpretó los resultados del referéndum como “la nacionalización y la revisión de contratos” con las corporaciones petroleras multinacionales. El Presidente Mesa presentó un punto de vista opuesto: “El concepto de los derechos a la propiedad no quiere decir nacionalización. No creemos en cerrar la puerta a los inversores.”
Además de las propias palabras de Mesa, es importante notar que inmediatamente después del referéndum, el Departamento de Estado estadounidense felicitó a los bolivianos por los resultados del referéndum. “El estado ha recuperado su propiedad,” dijo el vocero del Departamento de Estado Richard Boucher. Y Roger Noriega, Secretario Asistente para Asuntos del Hemisferio Occidental, dijo que “el referéndum es muy positivo y constructivo, y es una señal de que Bolivia esta mirando hacia el futuro.” Esas declaraciones representan una esperanza en Washington de que el referéndum pueda preservar los intereses de las grandes corporaciones multinacionales.
El gobierno de los Estados Unidos, nunca ha felicitado a ningún país que haya nacionalizado sus industrias o haya expropiado recursos naturales para su uso propio—especialmente cuando los intereses de las corporaciones de los EEUU han sido amenazados. El apoyo de los Estados Unidos al referéndum es el resultado de lo que Washington desea: que compañías privadas de energía podrán exportar grandes cantidades de gas natural, mientras que el gobierno de Mesa podría aumentar las regalías que recibe. Esa es la verdadera razón de porque Washington está tan contento.
Con una amplia gama de interpretaciones a los resultados del referéndum, la lucha continuará en el Parlamento. El 31 de julio, el Presidente Mesa presentó un proyecto formal que incluye 30 artículos para ser analizados y evaluados por el Parlamento. Esos artículos, que supuestamente interpretan los resultados del referéndum, fueron escritos por expertos internacionales y oficiales del Banco Mundial.
Carlos Mesa no tiene apoyo en el Congreso o aliados en el ejército de Bolivia. Probablemente se enfrente a una gran oposición por parte de Evo Morales, miembros de sindicatos, y partidos políticos que gobiernan en alianza con el ex presidente Sánchez de Lozada. El MAS también anunció que presentara un nuevo proyecto de ley al congreso basado en la propia interpretación de su partido a los resultados del referéndum.
Inmediatamente después del referéndum, el 20 de julio, líderes de la COB informaron a la agencia de prensa china Xinhua que “la guerra continúa.” Luis Choquetilla, un líder sindical de El Alto, le dijo a Xinhua que el gobierno debe “moverse hacia la nacionalización de esos recursos que nos fueron confiscados en el pasado.”
Casi un mes después de que se llevara a cabo el referéndum, las organizaciones populares han hecho un llamado a resistir la nueva ley de hidrocarburos, a pelear en contra de la aprobación del referéndum por el Congreso y a demandar la nacionalización del gas boliviano.
Preocupaciones sobre la continua presión ha empañado en parte el optimismo inicial de Wall Street. “Hombres de negocio ahora temen que se llegue a un acuerdo con los partidos de izquierda como el MAS, que quieren la nacionalización del sector energético, que podría llevar la política de confiscación,” reportó UPI el 10 de agosto.
En los últimos años en Bolivia, las grandes movilizaciones de masas lograron que una corporación multinacional empaque y se vaya del país y que un presidente renuncie. Esos logros no se pueden minimizar. El pueblo boliviano continuará luchando para recuperar lo que les pertenece y que les fuera robado a través de cientos de años.