El 15 de agosto, los venezolanos irán a las urnas para votar en un referéndum sobre el gobierno del Presidente Hugo Chávez. Lejos de ser un ejercicio de democracia abstracta, este referéndum es parte de una serie de batallas de clase que ha puesto a las masas de pobres y trabajadores de Venezuela en contra de la elite venezolana.
Los resultados del referéndum no serán decisivos. La polarización social de clases—primariamente causada por la intransigencia de las clases propietarias y ricas de Venezuela—está empujando a la Revolución Bolivariana de Venezuela a un momento decisivo, que culminará en una victoria decisiva de una clase sobre la otra.
Los que apoyan a la Revolución Bolivariana en Estados Unidos y alrededor del mundo, deberán permanecer vigilantes mientras se acerca el referéndum del 15 de agosto, y se deberán preparar para defender a la revolución, independientemente de los resultados.
Chávez fue elegido en 1998, y reelegido en el 2000. Basando su gobierno en las aspiraciones del 80% de los venezolanos que viven en la pobreza, Chávez dirigió el esfuerzo de escribir una nueva constitución, y ajustar la estructura política en una forma más democrática. Por primera vez, los venezolanos han tenido acceso al sistema político bajo el cual viven.
Invocando la tradición del libertador latinoamericano del siglo 19, Simón Bolívar, Chávez también reorientó la política exterior del país. Fue el único jefe de estado que desafió el embargo de Estados Unidos en Irak después de la primera Guerra del Golfo, y en el año 2000 se reunió con el Presidente Sadam Husein. También otorgó acuerdos preferenciales de exportación de petróleo a la Cuba socialista.
En el 2001, Chávez declaró que la Revolución Bolivariana entraba en una nueva fase social—queriendo decir que su gobierno daría un giro, a consecuencia de las necesidades apremiantes de los millones de venezolanos que vivían en la escualidez a pesar de las riquezas generadas por el petróleo. Chávez comenzó un programa de reforma agraria, una campaña de alfabetización, y un programa llamado “Barrio Adentro,” con el fin de proveer medicina y necesidades básicas a las comunidades pobres.
La clave del proceso de esta fase fueron los Círculos Bolivarianos: grupos del vecindario organizados para garantizar al pueblo la provisión de necesidades sociales y defender la revolución. Los Círculos se convirtieron en millones.
Pero mientras el proceso revolucionario de Venezuela crecía, la oposición por parte de la clase dominante fue desde un refunfuño hasta una oposición abierta. Con base en las oficinas centrales de FEDECAMARAS, las federación de patrones de Venezuela, la así llamada “oposición democrática” se embarcó en un programa para desestabilizar y derrocar al gobierno de Chávez.
El abandono de trabajo por parte de los patrones de la industria petrolera en el 2001, ayudada por elementos del ala derecha de la burocracia corrupta de la Confederación de Trabajadores Venezolanos (CTV), creó las condiciones para llevar a cabo un golpe de estado en abril del 2002. El gobierno de los EEUU públicamente le dio la bienvenida al golpe.
El golpe fue derrotado por la intervención de cientos de miles de venezolanos que se volcaron a las calles desde los barrios pobres y el campo. La presión de las masas combinado con la intervención de elementos del sector militar, liberaron a Chávez de su cautiverio. Los que planearon el golpe fueron quitados.
La oposición se reagrupa
El gobierno de Chávez nunca persiguió a los que planearon el golpe. O sea, mientras los contrarrevolucionarios lidiaban con el fracaso del golpe, comenzaron a reagruparse gradualmente alrededor de una opción permitida dentro de la nueva constitución: un referéndum para destituir al presidente.
El mismo Chávez insistió en la provisión de destituir a un presidente en la constitución. Se refiere a que el término presidencial puede ser anulado si mas personas votan por la anulación en un referéndum que el número de personas que votaron por Chávez en las elecciones del 2000. Chávez recibió 3.8 millones de votos in el 2000.
La oposición dijo que había juntado 3.4 millones de firmas para el referéndum, pero cientos de miles fueron declaradas falsas. Sin embargo, El Concilio Nacional Electoral declaró en Mayo que el referéndum podía proceder y que se llevaría a cabo el 15 de agosto.
Chávez le ha dado la bienvenida al referéndum como una forma de probar su popularidad. “Estos son tiempos de grandes batallas, y estamos esperando por otra gran victoria,” le dijo Chávez al Noticiero Xinhua el 11 de junio.
A pesar de que los partidarios de Chávez dominan el gobierno, las fuerzas contrarrevolucionarias todavía mantienen un poder desproporcionado de acuerdo al tamaño de dicha fuerza. Oligarcas millonarios como el dueño de Univision, Gustavo Cisneros controla virtualmente todos los grandes medios en Venezuela, y transmite abiertamente llamados a la contrarrevolución. Dueños de fábricas diariamente amenazan a sus trabajadores para forzarlos a apoyar a la oposición.
Mobilizando a las masas
Partidarios de Chávez no están esperando sentados mientras la oposición apoyada por los EEUU se organiza. Cientos de miles de venezolanos se volcaron a las calles el 6 de junio y lanzaron la “Batalla de Santa Inés,” como una campaña contra el referéndum. El nombre de la campaña hace referencia a la sangrienta batalla de 1859 durante el periodo de guerra civil cuando un numeroso grupo de personas destruyeron las fuerzas conservadoras.
Como un elemento de la campaña, partidarios de Chávez están organizando “escuadrones patrióticos” de cinco a diez personas en cada vecindario. Esos escuadrones están trabajando mucho mano a mano con los Círculos Bolivarianos, quienes jugaron un papel fundamental en la derrota del intento de golpe en el 2002. Se llevan a cabo diariamente asambleas masivas en todo el país en apoyo a la Revolución Bolivariana.
El origen de la legitimidad de Chávez
Chávez ha prometido retirarse si se aprueba el referéndum en su contra. Esto es consistente con la insistencia de Chávez de seguir el proceso democrático—contrario a la oposición la cual promueve golpes e intento de asesinatos.
Pero seria una ilusión burguesa pensar que el resultado del referéndum que se opondría a la continuación de Chavez tendría legitimidad. Desde abril del 2002 con el intento de golpe, el gobierno de Chávez ya no deriva su legitimidad de las elecciones democráticas del 2000. La legitimidad del gobierno de Chávez deriva directamente de las masas de pobres y trabajadores que rescataron su gobierno de las llamas de la contrarrevolución.
La Revolución Bolivariana pertenece solo a los trabajadores. Su legitimidad solo puede ser desafiada por la clase trabajadora.
Para los Marxistas, la principal tarea hacia el referéndum es mostrar a todos los partidarios de la revolución Venezolana, el carácter de clase de la lucha, detrás del referéndum. El referéndum en si mismo es un campo de batalla que no va a resolver el antagonismos de clases llevado a cabo por la presente confrontación.
La oposición reaccionaria nunca ha prometido respetar los resultados de las elecciones si no son favorables a sus intereses. Al contrario, ellos han prometido que continuaran organizándose en contra del gobierno de Chávez.
Nadie culparía a los trabajadores Venezolanos por estar menos resueltos, a pesar de que han tratado hasta ahora a los opositores de su revolución con una gran tolerancia.
Batallas alarmantes
En los vecindarios más pobres, existe una creciente frustración en contra de la paciencia de Chávez hacia la clase dominante. El Financial Times percató algo de ello durante una entrevista el 8 de junio . “Esto es un fraude total” dijo Alfredo Palacios, un vendedor callejero de un vecindario pobre al este de Caracas. El se refería a la certificación del referéndum.
“Y de todas formas, los revolucionarios no deberían ir a elecciones,” continuo el vendedor. “Pero no importa, Chávez es invencible. Chávez es del pueblo.”
Mientras que esta frase podría ser interpretada como una voz de un trabajador, es sin embargo la reflexión de un amplio sector del movimiento Chavista. Lina Ron es una de la más fervientes militantes de los partidarios de Chavez, y líder del Círculo Bolivariano mas grande de Caracas. En febrero, antes de que se conocieran los resultados de la petición en contra de Chávez, Ron habló claramente sobre la actitud del grupo de oposición. “No vamos a permitir que Chávez sea destituído del poder.” Ella se describe a si misma y a sus partidarios como “los radicales, los de línea dura, los violentos y los luchadores.”
El Miami Herald entrevistó a Ron el 3 de mayo. “Yo estoy trabajando para los pobres,” le dijo al reportero. “Mucha gente dice que somos la cara fea de la revolución. Pero en realidad, somos la parte hermosa, la parte honesta, la parte que no se va a vender.”
Y ella advirtió: “¿Si estamos armados? Hasta los dientes. En cualquier momento que los fascistas levanten un dedo en contra de los pobres, serán castigados por nuestras milicias populares.”
Otra señal de la militancia creciente dentro del movimiento de Chávez es la formación de la Unión Nacional de Trabajadores (UNT) en el 2003, una nueva federación que se opone a la viaja y corrupta CTV. La UNT incluye ahora más de 2 millones de miembros.
El 4 de julio en un comunicado firmado por el líder de la UNT Orlando Chirino y otros sindicalistas caracterizaron a la Batalla de Santa Inés como “antiimperialista, internacionalista y anticapitalista.” Invitaron a sindicalistas internacionales—“grupos y figuras democráticas con conciencia de clase”—para venir a Caracas el 31 de julio y observar el referéndum.
La victoria en el referéndum, continua el comunicado, ofrecerá la oportunidad de “profundizar el proceso revolucionario.” Ese será un resultado bienvenido, no solo para los trabajadores Venezolanos, pero para los trabajadores de toda América Latina y los Estados Unidos.
Venezuelan president Hugo Chávez with supporters at a rally in downtown Caracas.